Hace algunos días nos enteramos que la Cámara de Diputados, por amplia mayoría, aprobó en general la reforma constitucional que pone límite a la reelección de diputados y senadores. En concreto, lo aprobado corresponde a lo siguiente: Los diputados podrán repostularse en dos ocasiones, con un máximo de 12 años de ejercicio, mientras los senadores podrán repostularse sólo una vez, totalizando 16 años como máximo.
Sin duda se avanza en la dirección correcta, dando la posibilidad para la llegada de nuevas personas (ideas) al Congreso Nacional. Pero también es bueno dejar constancia que esta medida es una condición necesaria pero no suficiente para renovar la política y mejorar la imagen de ésta frente a los ciudadanos.
Sólo por nombrar otra temáticas donde debiese avanzarse en un futuro próximo: Reemplazar el sistema binominal por otro sistema más representativo, elegir directamente a Intendentes y Cores, y regular el financiamiento de la política.
Pero volvamos al límite de reelecciones. En la Cámara de Diputados se seguirá discutiendo respecto a esta reforma, pasando posteriormente al Senado. Ya veremos si esta operación por mejorar la imagen de los políticos llega a buen puerto.
Sólo con la intención de aportar a la discusión, quisiera poner sobre la mesa un par de ideas que en primera instancia pudieran parecer que corresponden a una posición extrema dentro de la temática en cuestión.
Primero que todo: No a la reelección. Se ve con bastante temor el siquiera pensar en la posibilidad de prohibir la reelección inmediata, ya que al ser elegido un congresista, dejaría de tener alguna motivación por cumplir correctamente su cargo, debido a que no habría presión de someterse al escrutinio público en una próxima elección. Además al no existir reelección, nos encontraríamos en cada período con congresistas faltos de experiencia, convirtiendo al Congreso en una institución ineficiente.
Al respecto, creo necesario enfatizar que el ser elegido congresista es por sí mismo un motivo de responsabilidad que debiese ejercerse con la misma seriedad teniendo o no teniendo posibilidad de reelegirse. Pensar que la única motivación de llegar a un puesto es ser reelegido en éste a través de los años, da para preocuparse.
Pero por un momento pensemos en esa posibilidad: Los congresistas que no tienen chance de reelegirse no están motivados en realizar bien su trabajo legislativo. Propongo entonces la creación de la posibilidad de revocar de su cargo a los senadores y diputados al cumplir la mitad de su período, si la ciudadanía a la cual representa lo estima conveniente a través de presentación de firmas de un porcentaje determinado de ciudadanos. La idea principal aquí es el fortalecimiento del control social, concepto fundamental para asegurar que los congresistas asuman seriamente su ejercicio legislativo.
Pensemos ahora en el segundo argumento: Al no existir reelección, en cada período nos encontraríamos con una Cámara de Diputados y con un Senado lleno de miembros neófitos, sin mayor conocimiento ni experiencia en el tema legislativo, convirtiendo al Congreso en una institución ineficiente, lenta e incapaz de cumplir con sus objetivos. No deja de tener razón esta postura, ya que como ciudadanos esperamos que al menos el Congreso se ocupe eficientemente de su principal labor: Legislar.
Para evitar Congresos ineficientes por la llegada masiva de nuevos legisladores, propongo que la Cámara de Diputados y el Senado sean renovados en la mitad de sus integrantes, dejando entonces en ejercicio a la otra mitad que ya conoce el trabajo legislativo. De esta forma se minimiza la posibilidad de encontrarnos con un Congreso ineficiente por la condición neófita de sus integrantes. Esta renovación parcial ocurre actualmente en el Senado.
En resumen, se propone en este texto la imposibilidad de reelección, la renovación de los congresistas en un 50% en cada elección y la posibilidad de revocar (reafirmar) a los congresistas al cumplir la mitad de su período, si los ciudadanos así lo estiman necesario.
Cuando existe voluntad de verdad de renovar la política, entonces las dificultades deben entenderse como desafíos para sortear, como oportunidades para discutir, y finalmente como la instancia para plantear soluciones.
Espero este texto sea un aporte.
Álvaro Jorquera Mora
@jorqueramora