Hace algo más de una semana concurrimos a la Comisión de Economía del Senado, para explicar nuestras aprehensiones con la ley que legaliza la flexibilidad horaria en el turismo, propuesta que afectará por lo bajo a más de 300.000 trabajadores.
Mayores esperanzas no nos habíamos hecho y estas terminaron de frustrarse al notar que los honorables senadores no tenían mucha idea del proyecto en cuestión.
Solo Andrés Zaldívar comprometió el contacto con uno de sus asesores, lo que no se materializó.
La misma indignación expresamos por el rol de la oficina de la OIT en Chile, a quienes enviamos detallada información sobre este proyecto y que hasta el día de hoy ni siquiera han respondido.
Por último está el silencio cómplice de todos los medios de comunicación, quienes han ignorado la aberración jurídica que se está instalando. Parecen no entender lo inhumano que será que un trabajador pueda ser obligado a trabajar cuatro horas, cortar su turno por hasta cinco horas, para posteriormente volver a cumplir su jornada de ocho horas por día. Serán 13 horas diarias en las que habrá poca o ninguna posibilidad de compartir con la familia. Serán miles de puestos de trabajo los que se perderán, ya que se producirán ajustes de personal ocupando a los más en las horas de punta.
La reunión con la Comisión de Economía del Senado fue un simple saludo a la bandera y hoy 29 de junio en la página B14 de El Mercurio se informa que dicha comisión aprobó el proyecto tal y como le llegó desde la Cámara de Diputados.
Así como lo hicimos en la Cámara, volvimos a exponer en el Senado los riesgos de la flexibilidad laboral y no hemos sido escuchados.
Es bueno que sepan los trabajadores que mientras se les relata los hechos, algunos, los menos, escuchan, otros se pasean o miran su celular. Ellos nunca van al fondo de lo que se les expone. Tienen ya una opinión formada y solo te reciben para hacerte creer que tus planteamientos valen algo.
Convengamos que la culpa no es de quienes legislan, pues más allá de sus discursos políticamente correctos ellos, en definitiva, terminan sirviendo al capital y al modelo y lo seguirán haciendo mientras el voto popular les sea concedido.
Los trabajadores del turismo en algún momento tendrán que reaccionar. Cuando estén en las calles de cualquier ciudad esperando hacer el tiempo para retornar a su turno, cuando se den cuenta que hasta las propinas que reciben en los cheques pueden demorar hasta 59 días en serles entregadas. Cuando sean discriminados con la entrega de algún feriado obligatorio, de los que hasta ahora solo disfrutaban los trabajadores del comercio, cuando pierdan uno de los dos domingos en el mes a los que hasta ahora tienen derecho.
Atención, que la flexibilidad laboral no solo afectará al turismo. Y en este proyecto están siendo afectados los trabajadores del comercio que trabajan en aeródromos y aeropuertos, y luego será todo el comercio.
Gracias a la gestión de los diputados y senadores de todo el arco político, la FLEXIBILIDAD LABORAL se impone por fin en el país.
Gracias a la inoperancia de las Centrales Sindicales existentes y a la falta de unidad de las organizaciones sindicales, los dueños del país y sus representantes en el parlamento hacen lo que se les viene en gana.
El camino es claro.
Primero organizarse en sindicatos, luego, y quienes ya tienen esta organización, defender los derechos obtenidos y ganar otros en los contratos colectivos.
Llegará el día en que seamos una fuerza poderosa.
En ese momento nosotros decidiremos sobre quienes llegan al parlamento a legislar, así como quienes desde la presidencia de la República, propongan leyes que beneficien a los más humildes y necesitados del país.
Pongámonos a trabajar para ello.
Por Manuel Ahumada Lillo
Presidente C.G.T. Chile