Tras iniciar aproximadamente a la 3 y 50 de la madrugada de este sábado la agresión de Estados Unidos, Francia y Reino Unido contra la República Árabe Siria, los primeros reportes señalan que los misiles no alcanzaron ninguna infraestructura gubernamental, ni hubo cortes de electricidad o de servicios públicos.
Refieren además que el ejército sirio actuó rápidamente, derribando la mayoría de los misiles dirigidos a las ciudades de Damasco, Homs y Hama, que de acuerdo con funcionarios estadounidenses habrían sido entre 100 y 120 misiles cruceros Tomahawk y de otros tipos los lanzados contra objetivos militares sirios.
En Damasco, capital de Siria, los bombardeos fueron dirigidos al aeropuerto militar en Mezze, a la brigada aérea 104 del ejército de Siria, al Palacio Presidencial, al edificio de un centro de investigación educativa y científica en la zona de Barzeh y urbanismos civiles en las zonas de Kiswa, Qtaifah, Mezze, Qasiumy y Basharqui ubicadas en las periferias de la ciudad.
¿Nueva bandera falsa?
La administración estadounidense fundamenta su agresión en un supuesto ataque con armas químicas por parte del ejército sirio contra la ciudad de Duma en Guta Oriental, una acusación desmentida en su momento por el gobierno del país árabe, la media luna roja y especialistas rusos.
En el transcurso del conflicto sirio no es la primera vez que Estados Unidos apela a una operación de bandera falsa relacionada con un ataque químico para fraguar una escalada bélica y proteger sus frentes en el terreno.
Exactamente hace un año, el presidente Trump dio luz verde a un ataque de misiles Tomahawk sobre un campo aéreo en la ciudad de Homs a modo de respuesta por un «ataque químico» nunca demostrado más allá de los medios y supuestamente encabezado por el gobierno de Bashar al Assad en la ciudad de Idlib.
En aquel momento, la ofensiva del ejército árabe Sirio (EAS) y sus aliados ganaba ventaja sobre los activos terroristas de Estados Unidos y la OTAN, factor que convirtió el bombardeo en una maniobra para intentar frenar el avance fuerzas militares del país árabe.
Esta vez parece repetirse el mismo patrón de una bandera falsa. Según South Front la información del ataque provino de fuentes ligadas al frente terrorista Jaish al-Islam y no del Ejército Árabe Sirio (EAS)
A diferencia del año pasado el contexto actual de la guerra en Siria es crítico para los intereses de Washington y sus aliados en la nación árabe, luego de la liberación definitiva de la Guta la semana pasada, tras semanas de encarnizados enfrentamientos entre el EAS y las agrupaciones terroristas.
Ante esta situación, el analista Elijah Magnier, en un artículo publicado en el portal web Misión Verdad hace algunos días, se atreve a afirmar que la guerra acabó y que la operación de cambio de régimen mediante el uso de frentes mercenarios en el territorio es prácticamente imposible.
Mangier coloca la reunión en Ankara entre Erdogan, Putin y Rouhani de principios de abril como un vector clave para mantener estable la situación siria. Lo que explicaría las urgencias de la administración Trump de apelar a una operación de bandera falsa para reintroducir a Siria en una escala bélica transnacional.