La pluma de Aquiles Nazoa y su humor satírico no pasan de moda. Generación tras generación ha conocido sus obras más relevantes, tomando en cuenta que fue “El poeta de las cosas más sencillas” y “El ruiseñor de Catuche”.
A 42 años de su desaparición física, queremos recordar sus cinco textos más prolíficos:
Rezo el credo
Ha sido recitado, contado y hasta cantado. En este hermoso texto, Nazoa hablaba de todo lo que creía: en el amor, el arte, la amistad, la poesía, e incluyó fascinantemente a personajes como Alicia en el país de las maravillas, Charles Chaplin, Pablo Picasso, Robinson Crusoe, La Cenicienta y, por supuesto, no dejó a un lado al pueblo y sus poderes creadores.
La balada de Hans y Jenny
En este maravilloso poema, Nazoa plasmó la historia de amor y desencuentro entre el escritor y poeta Hans Christian Andersen y la soprano Jenny Lind.
Es un poema totalmente descriptivo lleno de elementos retóricos fascinantes: “A veces los dos salían de viaje por rumbos distintos. Pero seguían amándose en el encuentro de las cosas menudas de la tierra”.
Amor cuando yo muera
En este poema satírico, Nazoa le habla a su amada: «Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda:/ Yo quiero ser un muerto como los de Neruda;/ y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores:/¡Eso es para los muertos estilo Julio Florez!».
La ratoncita presumida
Esta fábula narra la historia de Hortencia, una ratoncita que era “tan linda pero tan linda”, como la describió Nazoa, que despreciará al amor verdadero por fijar su atención más bien en el dinero y el interés, en vez de los valores de la humildad y el respeto. Este es un cuento de colección para niños.
Aquiles Autobiográfico
En este texto Nazoa se desnuda y se describe. Aquí el texto completo:
«Nací en la barriada El Guarataro, de Caracas, el 17 mayo de 1920.
He estudiado muchas cosas, entre ellas un atropellado bachillerato, sin llegar a graduarme en ninguna.
He ejercido diversos oficios, algunos muy desagradables, otros muy pintorescos y curiosos, pero ninguno muy productivo, para ganarme la vida. A los doce años fui aprendiz en una carpintería; a los trece, telefonista y botones del Hotel Majestic; y luego domiciliero en una bodega de la esquina de San Juan, cuando esta esquina, que ya no existe, era el foco de la prostitución más importante de la ciudad.
Más tarde fui mandadero y barrendero del diario El Universal, cicerone de turistas, profesor de inglés, oficial en una pequeña repostería, y director de El Verbo Democrático, diario de Puerto Cabello. Durante los últimos diez años me he compartido entre las redacciones de Ultimas Noticias, El Morrocoy Azul, El Nacional, Elite y Fantoches, del que fui director.
Alguna vez fui encarcelado por escribir cosas inconvenientes, pero esto no tiene ninguna importancia. A cambio de ese pequeño disgusto, el oficio me ha deparado grandes satisfacciones materiales y espirituales.
Mi mujer y yo somos los dueños del único tándem o bicicleta de dos pasajeros que existe en Caracas. Muchos de los comentarios que este extraño vehículo suscita al pasar junto a los grupos de echadores, me sirven a las mil maravillas para sazonar lo que escribo.
1950. El Ruiseñor de Catuche.»