Freud, como sus discípulos, era amante del arte y, especialmente, de la literatura. Es una pasión más que conocida, de la cual se nutría. De hecho, muchos conceptos del psicoanálisis tienen un origen literario. Por ejemplo, es célebre —discutida o no— la interpretación freudiana de la Mona Lisa: Da Vinci habría proyectado su homosexualidad en ese cuadro. En esta dirección, está también el concepto «Complejo de Edipo», que todos sabemos viene de una lectura de la tragedia de Sófocles. Y algo parecido sucede con el concepto «sadismo», que proviene de la obra del Marqués de Sade. Sin embargo, no es tan conocido el origen del concepto «masoquismo».
El masoquismo es la obtención de placer al ser víctima de actos de crueldad o dominio. La característica fundamental del masoquismo, que lo distingue de otros tipos de sumisión, es la algolagnia, esto es, la satisfacción obtenida sufriendo dolor en distintos grados.
El padre del masoquismo
Leopold von Sacher-Masoch (1836-1895) fue un escritor austríaco. En nuestros días, su celebridad se debe, ante todo, al escándalo que acompañó la publicación de algunas de sus novelas, en particular, La Venus de las pieles. Asimismo, como se puede deducir, es famoso porque el apellido Masoch es el origen de la palabra «masoquismo», cuya utilización para definir ciertos comportamientos sexuales aparece por primera vez en Psicopatía sexual (1886), de Krafft-Ebing. De alguna forma, este autor terminó siendo clave para la cultura occidental.
La Venus de las pieles (1870) forma parte de la saga El legado de Caín, que Sacher-Masoch quería crear en seis libros, con seis historias diferentes en cada uno, divididas en seis temáticas: el amor, la propiedad, el estado, la guerra, el trabajo y la muerte. La venus de las pieles forma parte del libro dedicado al amor, siendo de este su quinta historia.
El protagonista, Severin von Kusiemski, cuenta la historia de su relación con Wanda von Dunajew, a quien extorsiona para que lo trate como a su esclavo, en formas cada vez más humillantes: «El dolor posee para mí un encanto raro, y nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa». Wanda, enamorada, aunque reluctante, acepta su petición: «Tengo miedo de no poder hacerlo; pero lo ensayaré por ti, bien mío, a quien amo como nunca amé a ninguno».
Severin describe sus sensaciones, durante esta etapa, como «suprasensuales». Por un lado, llaman la atención los detalles fetichistas, como la vestimenta de cuero o piel asociada a la dominación, e incluso, la firma de un contrato de sumisión. Por otro lado, Severin convence a Wanda para que le sea infiel, pues considera que no hay castigo mayor para un hombre que ese.
Ella, dubitativa al principio, se va corrompiendo progresivamente por la sexualidad masoquista de Severin, hasta el punto de disfrutar con lo que antes la turbaba: «Es usted un corruptor de mujeres, Severin».La relación toca fondo cuando, en una de sus infidelidades, Wanda encuentra a un hombre por el cual le gustaría dejarse dominar.
Lecciones de metamorfosis
La historia de Sacher-Masoch inspiró una infinidad de obras artísticas. Entre ellas, mencionamos algunas:
–La Metamorfosis, de Franz Kafka (Gregor, el protagonista, es masoquista y tiene, en su cuarto, una foto de la Venus de las piles).
–Despertar de primavera, de Frank Wedekind (esta obra de teatro, clave dentro de la dramaturgia alemana, tiene una escena sadomasoquista, entre dos adolescentes; ella se llama Wanda).
-Entre varias versiones cinematográficas, se destaca la de Roman Polanski, Venus en la piel (2013).
-Recientemente, en Buenos Aires, se estrenó una adaptación para teatro, llamada también Venus en la piel, protagonizada por Carla Peterson y Juan Minujín.
– Existe una canción de The Velvet Underground, una de las más controvertidas, con el mismo título que la obra tiene en inglés, Venus in Furs, inspirada en la novela de Sacher-Masoch.
-Y esta perlita: la argentina María Julia Alsogaray es una una exfuncionaria pública del gobierno menemista, enjuiciada por enriquecimiento ilícito. Prometió «limpiar el Riachuelo en 1000 días», clamando que, al término de ese período, «se tiraría a nadar» en el contaminado río. La prensa había llegado a preguntarse con qué traje de baño cumpliría la promesa, pero la calidad del agua nunca mejoró. Desde 1996 hasta el año 2000, el Comité del Riachuelo manejó más de 35 millones de dólares, de los cuales casi 22 fueron a parar el rubro «servicios técnicos y profesionales», es decir, consultoras cercanas a Alsogaray, que hicieron estudios sobre el origen de la contaminación. En la década del noventa, en la revista Noticias, apareció una polémica tapa: una foto de Alsogaray, desnuda, muy sensual, envuelta en un tapado de pieles, con este título: «María Julia y su romance con el presidente. Reina pero no gobierna», en alusión a la Wanda creada por Sacher-Masoch.