Gilberto Bosques Saldívar: el héroe poblano que salvó miles de vidas en la Segunda Guerra Mundial

Gilberto Bosques, conocido como el "Schindler mexicano", salvó a más de 40,000 refugiados en su labor diplomática

Gilberto Bosques Saldívar: el héroe poblano que salvó miles de vidas en la Segunda Guerra Mundial

Autor: El Ciudadano México

En momentos de oscuridad histórica, siempre surgen figuras que, a pesar de las adversidades, luchan por salvar vidas y proteger a los más vulnerables. Durante la Segunda Guerra Mundial, un poblano destacó por su valentía y humanidad: Gilberto Bosques Saldívar, conocido como el «Schindler mexicano». Su historia, poco conocida por muchos, merece ser contada, ya que su misión humanitaria salvó a más de 40,000 personas, principalmente refugiados judíos, republicanos españoles y otras víctimas del régimen nazi.

Véase también: El «Avilacamachismo» en Puebla: poder, familia y clientelismo

Gilberto Bosques nació el 20 de julio de 1892 en Chiautla de Tapia, Puebla. Desde joven mostró una gran vocación por la educación, lo que lo llevó a trasladarse a la capital poblana en 1904 para estudiar en el Instituto Normalista de Puebla. Sin embargo, su pasión por la justicia social lo llevó a interrumpir sus estudios y unirse a la Revolución Mexicana en 1910, participando activamente en la rebelión de Aquiles Serdán y en otras causas patrióticas. A lo largo de su vida, Bosques no solo fue diplomático, sino también político, periodista y un gran defensor de los derechos humanos.

En 1939, cuando la República Española cayó ante las fuerzas franquistas, el presidente mexicano Lázaro Cárdenas nombró a Bosques como cónsul general de México en Francia, una asignación crucial en tiempos de guerra. Poco después de su llegada, la ciudad de París fue ocupada por las fuerzas alemanas, y Bosques tuvo que trasladar el consulado a varias ciudades del sur de Francia, como Bayona y Marsella. Allí, en el corazón de la Europa devastada por el conflicto, Bosques comenzó a poner en práctica su misión humanitaria.

A pesar de que su tarea inicial era proteger a los mexicanos en la zona no ocupada, pronto Bosques se dio cuenta de que la situación era mucho más grave. Los nazis persiguieron implacablemente a los judíos, y miles de republicanos españoles huían del régimen franquista. Ante la magnitud de la tragedia, Bosques amplió su labor, otorgando visas mexicanas a miles de personas que huían de la persecución. Alquiló dos castillos en las afueras de Marsella, donde pudo albergar a más de 1,300 personas, evitando que fueran detenidas por los nazis.

A pesar de sus esfuerzos, la Gestapo finalmente tomó el consulado mexicano en 1944, arrestando a Bosques y a su familia. Fueron enviados a un «hotel prisión» en Alemania, donde permanecieron hasta su liberación. En marzo de 1944, Gilberto Bosques regresó a México, donde fue recibido como un héroe por los refugiados a quienes había salvado la vida. Sin embargo, él siempre insistió que no fue él quien los salvó, sino México, el país que le permitió llevar a cabo su labor humanitaria.

Después de su regreso a México, Bosques continuó su carrera diplomática. Fue embajador de México en Cuba, Portugal, Suecia y Finlandia, y su labor de servicio al país fue reconocida tanto en México como a nivel internacional. A lo largo de su vida, Bosques nunca buscó el reconocimiento personal, sino que siempre resaltó la importancia de la acción colectiva y la solidaridad de México frente a los horrores del fascismo.

Gilberto Bosques Saldívar falleció el 4 de julio de 1995 a los 102 años, dejando un legado de valentía, generosidad y compromiso con la defensa de los derechos humanos. Su nombre ha quedado grabado en la historia no solo de Puebla, sino también en la memoria colectiva del mundo entero, pues su acción salvó miles de vidas durante los años más oscuros de la humanidad.

En 1988, el Congreso del Estado de Puebla lo reconoció por su heroísmo al grabar su nombre en letras de oro. Y en 2013, el Premio en Derechos Humanos “Gilberto Bosques” fue creado en su honor, como muestra del reconocimiento internacional a su extraordinaria labor.

Hoy, más de siete décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la figura de Gilberto Bosques sigue siendo un símbolo de esperanza y humanidad. Un poblano que, con valentía y convicción, ofreció un refugio seguro en un mundo sumido en el caos. Su historia no solo nos recuerda la importancia de la solidaridad en tiempos de crisis, sino también el poder de una sola persona para hacer una diferencia trascendental en la vida de miles.

Foto: Redes

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