Por Víctor Rojas Farías
“Los dejan botados, los dejan botados a los cantantes”. 1968. La cantante Palmenia Pizarro acrecienta su fama de mujer enérgica negándose fuerte a grabar un vals para Phillips. Se molesta por las faltas de promoción de los sellos chilenos: hace años –por ejemplo, Los Chamacos grabaron un disco que debería ser clásico. Lado A “Osito de Felpa”, que sería éxito internacional después por Raúl Shaw Moreno. Lado B “Me engañas mujer”, que sería éxito internacional después por Lucho Barrios. ¿Y Los Chamacos? El sello ganó lo que quería ganar y paró la promoción del grupo. Palmenia es atrayente como sol. Una vez un guitarrista y el nuevaolero Buddy Richard están jugando naipes en un bus, durante una gira, y al poco se enfrentan a combos. Dicen después que por trampas, pero pocos les creen. Buddy quedó con un ojo en tinta y tenía que actuar. Palmenia –que había hecho parar la pelea de un solo manotazo en el asiento- va a comprar un bistec, hielo, y se los aplica en el rostro, sobre el cual pone maquillaje y así el cantante puede salir a escena. ¿Y la fascinación que parece provocar a los cantantes del neofolclore, como Patricio Manss o Víctor Jara, que no parecen ni mirar a las estrellas “de moda”, como Fresia Soto? Sólo Palmenia. Ay, esta mujer a la que los varones cubren de piropos y las mujeres llenan de pelambres. Otro ejemplo de su fuerza de atracción: el autor peruano Polo Campos –que venía a Chile a visitar a su tío Luis Bahamonde Alvear- ni siquiera la escuchó cantar; la conoció en un cóctel y le ofreció sin tener por qué un tema inédito: Cariño Malo. “Hoy, después de nuestro amor/ hoy volví a verte, cariñoo malooo”. Pero en materia de amores el único que deja entrever –pero no dice- que ha tenido algo leve con la bella es Lalo Escobar el bolerista, que hasta tiene dos fans club y se queja pues ha visto pasar su cuarto de hora sin que el sello Demon (que lo ha hecho firmar un “contrato de exclusividad”) le saque un disco. Así los cantantes desaparecen: hace poco tiempo se decía que el porteño Harry Show empezó la Nueva Ola: después de que los sellos se concentraran en la oleada santiaguina se decía que él y Peter Rock empezaron la Nueva Ola: ahora ya ni se nombra a Harry Show. Sólo a Peter Rock. Lalo Escobar también se va achicando por culpa de los sellos: ha presentado demos y demos a Demon pidiendo que lo dejen grabar una canción peruana que los marinos tararean en los bares, “Mi Niña Bonita”. En RCA se interesan, pero al saber que Demon exige mucha plata por ceder al cantante, le pasan el tema a Lucho Barrios, que lo transforma en éxito internacional. Lalo Escobar queda entristecido en la mesa del rincón. Y Palmenia va creciendo en luz. Triunfa en todas partes. En la cúspide actúa en Valparaíso, en el Fortín Prat repleto de público. Y comprueba con extrañeza que no causa el mismo suceso que un chicoco al que poco había escuchado nombrar: Jorge Farías. Cuando Farías canta La Joya del Pacífico hasta las moscas cantan. )Y acá viene lo que no entiende: en el resto del país a ese gran cantante ¡el sello no lo promociona para nada, son los marinos que vienen y van por los puertos quienes sostienen la fama de esa voz privilegiada! A ella –que viene de San Felipe pero se administra desde Santiago- eso le parece irritante. Y reclama airada ante los ejecutivos del sello Phillips pues le proponen algo grande. Le dicen que ella es indudablemente la reina del vals, y deberá grabar la que con su voz será la reina de las canciones: la Joya del Pacífico. No, no y no. Se niega terminantemente. “Esa es la canción que canta Jorge Farías –que también es del sello Phillips- y yo, mientras él la cante, no la voy a grabar. Ustedes, a los cantantes de provincia ¡los dejan botados, los dejan botados!”. El resto de la historia se sabe: por sugerencia del Gordito de la Noche, Lucho Barrios graba el tema para RCA, que lo transforma en éxito internacional. Sin novedad en el frente.
V. Rojas F.