El 24 de agosto el año 79 el volcán Vesubio lanzó una andanada de gas venenoso y la lava al rojo vivo, formando un mortal flujo piroclástico. La ardiente nube tóxica llegó hasta Pompeya, matando a todos los pobladores de la ciudad. Todo rastro de vida se extinguió en pocos minutos. 1936 años después se ha abierto una exposición el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, gracias a la cual se puede entender el alcance y la magnitud del desastre.
En el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles se puede ver una exposición de moldes de yeso de 86 personas que murieron durante la erupción del Vesubio en el año 79. La exposición es un espectáculo impresionante. Muchos de los muertos muestran la cara distersionada con gestos de dolor y la boca abierta, un desesperado grito de desesperación y dolor quedó congelado para toda la eternidad al verse sorprendidos por la erupción volcánica que los enterró bajo varios metros de ardientes cenizas.
En el museo no están expuestos los cuerpos fosilizados, lo expuesto son una réplicas en yeso de los cadáveres. El director del museo Massimo Osanna explicó que no se exponen los cuerpos por razones éticas, «incluso ahora, casi 2000 años después, las personas que murieron de forma tan trágica en Pompeya necesitan ser tratadas con respeto.»
El arqueólogo Giuseppe Fiorelli encontró los cuerpos de Pompeya en 1863 y no encontró la manera de extraer intactos los cuerpos enterrados bajo varios metros de cenizas. Las excavaciones se reanudaron casi 150 años después.
Los arqueólogos encontraron la ciudad casi completamente intacta – el pan estaba todavía en los hornos, hombres, mujeres, niños y animales domésticos fueron encontrados «congelados en el tiempo» – como lo eran en el momento de la muerte.
La expresión de terror quedó grabada en sus rostros para siempre. Algunas de las víctimas eran vecinos de Pompeya y otros estaban en la ciudad cuando la nube de gas caliente y cenizas los alcanzó.
Actualmente, un equipo de científicos entre los que se encuentran arqueólogos, ingenieros, antropólogos, expertos en restauración y radiólogos, en el marco del proyecto «Gran Pompeya» están llevando a cabo estudios antropológicos y genéticos de las desafortunadas víctimas de la erupción, con la esperanza de aprender más sobre el estilo de vida de los habitantes de la antigua Pompeya.