Este hecho, reafirma la convicción de que Colo – Colo no puede ser guiado por una sociedad anónima, un grupo de empresarios que han hecho del club de nuestros amores un verdadero Mall Deportivo. La democratización del CSD se enmarca en el deseo de recuperar Colo – Colo, de ver reflejada su política de integración cultural y deportiva en nuestros barrios, nuestras canchas de tierra, de recuperar la articulación social que se manifestaba por medio de las filiales y, por sobretodo, de ver a un equipo de jugadores que deja la vida en la cancha, no por los millones que reciben a fin de mes, sino por lo que significa defender los colores de nuestro club.
Señores de Blanco y Negro, sientan el malestar y la desaprobación de los hinchas de Colo – Colo para con su gestión. Que repudiamos que hayan privatizado el fútbol, que no toleramos que ustedes, empresarios de tomo y lomo aficionados de otros clubes, se instalen en nuestras dependencias para conformar directorios que amenazan con destruir la identidad del colocolino. Que sus intereses económicos dejarán de ser una mochila que nosotros debamos cargar, con el valor desproporcionado que cobran para ver un partido de fútbol.
Hoy día, ustedes nos han quitado la sonrisa de la cara, la alegría de ver a nuestro querido Colo – Colo. Eso ha cambiado para dar paso a las lágrimas y al desconsuelo de ver a un equipo que no juega con el corazón como quisiéramos todos nosotros, pero ¿serán los jugadores quienes son los responsables del bajón futbolístico que estamos viviendo hoy? ¿serán los entrenadores los culpables del pobre rendimiento exhibido? La respuesta sigue siendo categórica: no son ellos, son ustedes.
El amor inexplicable que los hinchas tenemos por ese mapuche que llevamos en el pecho, contrasta con la frialdad de ustedes que calculan todo sobre una base económica. Nuestra pasión y fidelidad es incompatible con sus deseos descontrolados de generar fortunas. En este nuevo escenario, tenemos mucho que decir y mucho que aportar. Ahora, que no existe la categoría de socio beneficiario y que se procede a la amnistía de los socios desvinculados arbitrariamente del club, el pueblo colocolino tiene la oportunidad histórica de reconstruir un camino que represente fielmente los intereses de todos.
Sepan señores que los hinchas no descansaremos hasta ver al Cacique en lo más alto, pero sin la corrupción que los caracteriza a ustedes. No cesaremos en nuestras fuerzas para democratizar el club y que volveremos a recuperar esas sonrisas extraviadas, esos apretones de mano después de cada gol y esa tradición futbolística que siempre nos ha caracterizado: luchar los partidos hasta el final.
Colo – Colo debe volver a ser de la gente, del hombre que vende en el almacén, de la señora que lleva a sus hijos a la escuela de fútbol, del abuelo que aún escucha los partidos por la radio, de todas aquellas personas que ya no están con nosotros en cuerpo, pero que en alma gritan y alientan más fuerte que nunca.
Gustavo Poblete Espíndola
Egresado de Derecho, Universidad Alberto Hurtado