Un barrabrava ya es sinónimo de violencia, delincuencia y problemas. Un grupo de ellos, una verdadera calamidad. Ni hablar si es que estas verdaderas mafias antisociales extienden sus violentos tentáculos a nivel internacional, para crear alianzas con fines dudosos, ya estamos en presencia de una potencial catástrofe. Y ese es justamente el peligro que corre el Mundial de Rusia.
Resulta que un grupo de diez de los más violentos ultras rusos, compuesto por miembros de lasbarras del Zenit y el Dinamo Moscú, inició un tour internacional. Y, no por mera casualidad, su primera parada fue en la Argentina, donde los barras son como la (mala) maleza y crecen sin control, incluso bajo el ala protectora de los algunos poderes políticos. En su recorrido se reunieron con los capos -como ellos mismos se hacen llamar en clara alusión mafiosa- de las barras de San Lorenzo, Vélez y Nueva Chicago, para terminar disfrutando una junta de jefes con los de Boca, quienes fueron designados por sus pares como los líderes de los 280 elementos argentinos que, se estima, viajarán a Rusia.
La visita de los rusos no fue solo por camaradería y confraternidad, o para intercambiar anécdotas de guerra. El objetivo fue preciso: facilitarles a los argentinos la logística para su estadía en tierras rusas. Los rusos se encargarán de conseguirles alojamiento, transporte y hasta abogados, en el caso –bastante probable- de que los necesiten.
Por si no fuera suficientemente grave con todo esto, algunos creen que rusos y argentinos están tramando una emboscada contra el gran enemigo en común: los hooligans ingleses. Los rusos y los británicos han usado toda Europa como escenario de sus batallas, en el marco de cualquier competencia, tanto de clubes como de selecciones. Y el odio de los argentinos hacia los ingleses es bien conocido e, incluso, ya hubo cruces en los mundiales pasados.