El protagonista de la semana en el fútbol ha sido Eduardo Berizzo. Luego de haber dado la negativa para dirigir el seleccionado chileno, el técnico del Celta recibió agasajos y elogios después de la victoria de su equipo contra el Atlético de Madrid y a domicilio, que le otorgó el pase a semifinales de la Copa del Rey por primera vez en 15 años para el cuadro celeste. Toda una proeza realizada, además, contra uno de sus mayores amigos y homólogos, Diego Simeone.
Berizzo andaba muy molesto con Simeone por el fichaje de Augusto Fernández. Arrebatarle una de sus piezas básicas en plena temporada no fue un gesto considerado como noble por parte del entrenador del Celta, a pesar de que entrase dentro de la legalidad. Augusto no jugó el pasado miércoles ante sus ex compañeros, sin embargo, la poquísima afición celeste desplazada al Vicente Calderón se acordó de él mientras disfrutaba en la grada. Berizzo también disfrutó de lo lindo, aunque lo lleve más por dentro.
Pero, ¿cómo ganarle al Atlético, un equipo que en toda la Liga había recibido 8 goles y que encajó 3 tantos en su propia cancha de parte de un equipo al que le faltaban su mediocentro defensivo (Augusto) hasta diciembre y su jugador referencia (Nolito)? Berizzo desvela parte de su fórmula: «La convicción de los futbolistas en la manera de jugar tiene una parte clave de nuestro funcionamiento. Sea quien sea el rival debemos confiar en nuestro juego».
Esa idea de juego, que el técnico ha sabido ir variando en función del partido y el contrincante cuando en sus comienzos como técnico solo sabía jugar a una cosa, es la base del éxito de este Celta que se mantiene en la lucha por los puestos de Champions, y que está a un paso de hacer historia en la Copa del Rey.