A un mes de que «el reino de la libertad humana ejercido al aire libre» , como el italiano Antonio Gramsci solía describir al fútbol, inicie la fiesta del balón en Rusia, los sueños de alzar la Copa se esparcen por 32 naciones.
Hasta la minúscula Islandia, la selección que levanta simpatías en el mundo entero por su épica deportiva, amasa la idea de ganar esos siete partidos que llevan hasta la gloria.
Pero la verdad es que la final del Mundial ha sido a lo largo de la historia para los países que llevan el fútbol en la sangre y su juego está respaldado por años de tradición, competencias y, especialmente, por atletas de altísimo nivel que, al fin y al cabo, son los que marcan la diferencia en el terreno.
Ningún equipo ha ganado la Copa del Mundo sin una estrella en el ataque. Desde la selección de Uruguay de 1930, comandada por “el divino manco” Héctor Castro, hasta la Alemania que aplastó a todos hace cuatro años en Brasil, con una maquinaria imparable liderada por Thomas Müller, la fiesta del fútbol está hecha de goles y de jugadores decisivos para liquidar en el arco rival.
Superado el drama de la eliminación en su propio mundial, de la paliza histórica que le pegó Alemania al imponerse 1-7 en la semifinal de Belo Horizonte, Brasil llegará otra vez a la Copa con el rótulo de favorito para conquistar el sexto título.
La razón está en su poderoso ataque y un entrenador que ha sabido devolver a Brasil la riqueza de su tradicional juego de posesión, pero añadiendo los elementos modernos de la conducción en velocidad para hacer daño.
La canarinha exhibe el mediocampo y el ataque más temible. Al genio de Neymar para conducir, pasar, iniciar y concluir las jugadas con su educado golpeo de pierna derecha, Tite contará con Coutinho, Firmino, Williams, Douglas Costas y Gabriel Jesús.
En el Liverpool de Jürgen Kloop, Firmino es esencial para aplicar la presión y contraataque relámpago. Williams es verticalidad y disparo potente de media distancia con el Chelsea. Douglas Costas casi elimina al Real Madrid de la Champions con su despliegue por la banda izquierda. Coutinho suplió con creces en el Barcelona la salida de Neymar, y Gabriel Jesús fue la pieza que terminó de dar profundidad al ataque del Manchester City de Pep Guardiola para alcanzar la hazaña de coronarse con 100 puntos en la Premier League.
Ante esta constelación bien articulada en la cancha por la firmeza de Tite, los dos jugadores que acaparan la atención mundial, Leo Messi y Cristiano Ronaldo, lucen como estrellas solitarias en sus selecciones.
Argentina tiene 30 días para conseguir el rumbo y evitar otro papelón como el de la goleada que sufrió ante España, y Portugal necesita al Ronaldo de la Champions League para dar el gran salto mundial.