El futbolista que anunció su retiro a los 27 “para dejar de vivir como un inválido»

Lo intentó todo pero no pudo seguir… Álvaro Domínguez tuvo que decir adiós a los 27 años

El futbolista que anunció su retiro a los 27 “para dejar de vivir como un inválido»

Autor: Alex Ripne

descarga (9)Lo intentó todo pero no pudo seguir… Álvaro Domínguez tuvo que decir adiós a los 27 años. La carrera que soñó y que forjó hasta convertirse en profesional lo tiene hoy anunciando su retiro a causa de una seria lesión.

Domínguez nació el 15 de junio de 1989 en Madrid. El 22 de octubre de 2008 debutó en la Primera del Atlético, donde jugó hasta 2012, cuando emigró a Alemania para defender la camiseta del Borussia Mönchengladbach. Alllí empezó todo.

«Al principio no era consciente de la lesión, pero a medida que pasaba el tiempo y me dolía más me daba cuenta de que estaba perdiendo calidad de vida. En mayo, antes de un partido contra el Hertha, me quedé bloqueado, no podía andar», recordó en una entrevista concedida al diario Marca.

Domínguez recuerda que tras aquel primer episodio de alarma «el médico me infiltró y me dijo que eso le podía pasar a cualquiera. Después de eso, me puse a hacer rehabilitación hasta que llegó el partido en el que nos jugábamos la tercera plaza y me pidieron que volviera a jugar. Lo hice, pero a los 20 minutos de empezar ya no podía más. Apreté los dientes como pude. Al terminar les dije que no podía moverme y el doctor me dijo que lo que necesitaba eran unas vacaciones».

Era prometedor Domínguez. Representó a la Selección española Sub 21 y luego a la que compitió en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Luego apareció el problema que hoy lo obliga al adiós: «Es duro dejar algo por lo que has peleado toda tu vida, pero estos dos años me han servido para darme cuenta de lo importante que es la salud en la vida», valoró.

Tal como le habían sugerido apenas comenzó a padecer fuertes dolores de espalda, el jugador tomó vacaciones y, al regreso, se sometió a una resonancia en Madrid por su propia cuenta. «Allí me vieron y me dijeron que el problema era muy complicado», recordó.

A partir de eso presentó su cuadro al club alemán y allí sólo le dijeron que seguirían su caso. Lo citaron a la pretemporada, llegó el momento de la competencia y…

«Y no puedo. Así que les digo que me vuelvo a Madrid porque no estoy mejorando con ellos». Domínguez continuó con su relato. Contó que volvió a jugar para el Gladbach tras un tiempo de tratamiento en España, que el nuevo cuerpo técnico desconocía la gravedad de su cuadro y que él intentaba superar el dolor pero el caso era serio. «Para jugar hacía una hora de entrenamiento previo para aliviar el dolor y, aún así, hasta los 20 minutos no estaba listo. Luego, con la adrenalina, no me enteraba de nada».

Luego, en la vida, la adrenalina se transformaba en desesperación. «Terminaba de jugar, me iba a casa y me metía en la cama. Lo único que me aliviaba era estar en la cama. En el campo era un profesional y fuera un inválido. Con el paso del tiempo tuve que empezar a pedir a mis amigos que me hicieran la compra, la comida…»

En su club minimizaban su cuadro e incluso le pidieron que aplazara la decisión de operarse que había tomado tras consultar con Wohlfahrt Müller, una eminencia en medicina deportiva que además trabaja para el club Bayern Munich. «Tienes que someterte a una cirugía de manera urgente, me dijo. Pero en mi club consideraron que no».

El descuido fue absoluto. No solo no lo trataron internamente sino que no lo dejaban hacerlo afuera. Todo lo que hizo por su propia decisión, también lo pagó con su propio dinero hasta que se cansó. «Les dije que si me pagaban los servicios de mi osteópata y me dijeron que estaban dispuestos a hacerse cargo de sus vuelos, nada más. Yo les dije que me parecía una falta de respeto, que no necesitaba que pagaran eso… y aceptaron finalmente pagarlo todo. Yo ofrecí mi salud por el equipo y ellos sólo pensaban en ahorrarse seis semanas de mi salario. Todo me parecía surrealista. Es la otra cara del fútbol, por eso quiero que se conozca mi historia».

Finalmente se operó, en dos oportunidades, pero ya nada sería igual, le dijeron, y tomó la decisión del retiro. «Cuando me di cuenta de que me faltaba la salud, pensé que el fútbol era lo de menos. Quería tomarme un helado sin querer irme a la cama».

El riesgo era absoluto. Como su problemática estaba en las vértebras, corría el riesgo de perder la movilidad de sus extremidades inferiores. Entonces, el anuncio: «La situación era insostenible. No fue fácil entrar al quirófano sin saber si algo iba a cambiar, pero necesitaba mejorar mi calidad de vida. Arriesgué y me podía haber salido mal, pero no quería vivir así. Ahora tengo dolor, pero vivo mejor. Estoy haciendo un tratamiento regenerativo con un doctor francés», contó.


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