Cuentan los periodistas sudafricanos que la “suite” renacentista elegida por el presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa), Joseph Blatter, en el Hotel Michelangelo de Sandton, tenía una alfombra roja ante la puerta, una habitación tan grande como un campo de fútbol, un “jacuzzi” decorado al estilo africano y un minibar individual con cubos de hielo de la marca Evian. La habitación se encuentra en el ático de una de las dos torres del hotel cinco estrellas que domina el distrito económico más blanco y más rico de Johannesburgo.
Monarca indiscutido de la República mundial del fútbol, el coronel construyó su sucesión a Havelange para el trono de la Fifa con los votos de la Confederación africana y la promesa -primero en Alemania en el año 2000 y mantenida en 2004, en presencia de Mandela– del primer Mundial de la historia del continente negro. Eso explica por qué es una figura tan popular en la región. A tal punto que en un almuerzo de gala, celebrado en Johannesburgo, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma le otorgó la Orden de los Compañeros de Oliver Reginald Tambo, una de las más honrosas del país ofrecidas a personalidades extranjeras. Tambo fue uno de los grandes luchadores contra el apartheid.
Pero no falta alguien dispuesto a encontrarle a la magnanimidad de Blatter, pulgas que enmascaran las fallas de su mastodóntica máquina de generar dinero. Tal el caso del semanario sudafricano Mail & Guardian que en los últimos meses trató de meter la nariz en el gran negocio de los mundiales, encontrándose con un muro elástico. Dada la escasa colaboración lograda en el Comité organizador sudafricano (LOC), se dirigió a un juez solicitando acceso a los documentos oficiales relacionados con los contratos de la Copa del Mundo, en nombre de la libertad de información. Y aún antes de que el tribunal emitiese sentencia comenzaron a saltar algunos detalles embarazosos.
Ante todo, las garantías concedidas por el Gobierno de Pretoria a la Fifa, en el momento de asignarle el Mundial en el 2004, son 17, confirmadas por los diferentes ministros del Ejecutivo, conducido en esa época por Thabo Mbeki, y éstas atentan en contra de la soberanía del país.
Para comenzar, tanto la Fifa como sus sociedades y delegaciones están exentas del pago de impuestos. Entre ellas Host, la empresa del nieto de Blatter, que administró la venta de entradas del Mundial, los hoteles oficiales y los paquetes receptivos (aunque para las federaciones internacionales y sus amigos se asegurara un descuento del 20% en todos los centros hoteleros).
No habrá restricciones para nadie en cuanto a la importación y exportación de moneda extranjera. En un país donde sin seguro privado nadie puede atenderse en un hospital, el Gobierno ofreció al ejército del Coronel cobertura médica integral, además de seguridad privada 24 horas al día.
Una importante fracción de las fuerzas del orden fue comprometida y redirigida a lo que más urge al corazón del jefe de la Fifa: Proteger la exclusividad de sus socios comerciales, los generosos y fidelísimos patrocinadores en términos de marketing, marcas, derechos televisivos, propiedad intelectual. En caso de controversias legales, Sudáfrica se ha comprometido incluso a pagar a la Fifa una indemnización, además de los honorarios de los abogados.
Es inútil aclarar que las causas intentadas contra los falsificadores y los vendedores no autorizados del logo del Mundial proliferaron: Sólo 450 en Sudáfrica, 2.500 en todo el planeta. Algunos realmente risibles: Un pub de Pretoria fue enjuiciado por haber pintado en su propio techo la Copa del Mundo, una fábrica de caramelos por haber impreso sobre el envoltorio de su mercadería una pelota de fútbol y la bandera sudafricana. A los vendedores de bebidas fuera del estadio se les obligó a transferir a botellas neutras cualquier bebida que compitiera con aquella archifamosa de las burbujas que desde hace 40 años llena las arcas de la Fifa.
Pero el caso más sonado es el de la línea áerea de bajo costo, Kulula, que recibió una carta de apercibimiento con objeto de que retirase inmediatamente la genial publicidad lanzada en los diarios locales en febrero: “La compañía no oficial de ustedes saben qué”. Según la Fifa, una emboscada al derecho de autor dada la presencia de vuvuzelas, pelotas y banderas sobre las que el Gobierno suizo del fútbol pretende tener el copyright absoluto.
La cosa apareció rápidamente en Twiter desencadenando debates y protestas bien resumidas por Heidi Brauer, directora de marketing de Kulula: “Es algo exagerado creer que todo lo relativo a la Copa del Mundo pertenece a la Fifa, las vuvuzelas, la bandera nacional, el fútbol, pertenecen a Sudáfrica. Y Sudáfrica pertenece a Sudáfrica. Parece en cambio que hemos vendido los símbolos y la economía al señor Blatter”.
Kulula retiró finalmente la publicidad, pero la rabia por el exceso de poder concedido a la Federación Internacional está muy difundida entre las empresas sudafricanas pequeñas y medianas que esperaban obtener ganancias con el gran acontecimiento.
Alguien recuerda que muchos de los juicios intentados en Alemania hace cuatro años por la Fifa todavía están pendientes (memorable uno contra un panadero de Hamburgo que había dado a sus panes la forma de la Copa del Mundo). Y aquí regresa al juego el Mail & Guardian, al que el martes pasado un juez de la Suprema Corte de South Gauteng le reconoció el derecho a acceder a los documentos sobre los contratos. El Comité organizador, que pretendía ser un organismo privado, libre de la obligación de transparencia, deberá poner a disposición del semanario, en el plazo de 30 días, la nómina de sociedades que obtuvieron la asignación de contratos ganando millares de rands (indicando a qué precio y bajo qué modalidad de licitación se les concedieron). “Negar esos documentos –explicó el juez Les Monson– permitiría a los organizadores ocultar a la opinión pública eventuales casos de corrupción, violación o incompetencia. Hacerlos públicos demostrará, por el contrario, que no ha habido ninguna malversación”.
El director de M&G, Nic Dawes dice que también ellos, como todos los sudafricanos, esperan con ansiedad el comienzo del Mundial, pero “esta victoria muestra que la libertad de información en Sudáfrica es una ley viva y no un pedazo de papel”.
Sin embargo, Blatter abrirá con magnífica pompa en Johannesburgo el sexagésimo congreso de la Fifa para confirmar que el año próximo se postulará para un cuarto mandato. Ya que aún, según sostiene, no ha completado su misión.
Por Matteo Patrono
De Il Manifesto, traducido por Susana Merino para Rebelion.org
El Ciudadano N°82