El deporte, como la vida entrega oportunidades que terminan siendo corolario de ejemplos a seguir. Hay personas que hoy son reconocidas por sus habilidades dentro del campo de juego en algún momento fueron jóvenes, tuvieron sueños y cometieron errores, como le ocurre a cualquier adolescente. Metta World Peace no fue la excepción.
Cuando aún era conocido como Ronald William Artest Jr. y vivía en el barrio de Queens, en la ciudad de Nueva York, la pequeña futura estrella de la NBA podía dividir a su grupo de amigos en cuatro categorías: «los que jugaban al baloncesto, los que jugaban y fumaban marihuana, los que jugaban y vendían droga y los que jugaban, tenían pistolas y las disparaban en crímenes».
Metta World Peace debutó en 1999 con Chicago Bulls y tras jugar en 7 franquicias distintas, en 2015 regresó a los Lakers, en donde ya se había coronado en 2010.
Según contó el propio alero de 36 años en diálogo con Sports Illustrated, muchas veces contaba con tiempo libre y las calles solían ser una especie de «patio de juegos» para él y sus amigos, quienes a medida que avanzaron los años fueron eligiendo distintos caminos: «Yo tenía amigos que cometieron errores e hicieron cosas que no debían».
A pesar de haber elegido el camino más lejano al de las drogas, Metta World Peace tuvo algunos vínculos con los camellos (así llama a los que venden drogas) del lugar, sobre todo cuando necesitaba dinero:»Esos tíos nos daban dinero que nadie nos daba. Dinero fácil y rápido que venía de las calles», a cambio de favores.
Sin embargo, la influencia de sus padres fue fundamental para que él advirtiera que esos vínculos podían traerle problemas y para que no siguiera como su hermano mayor, quien estuvo sentenciado a 10 años de prisión federal por las drogas.
Al conseguir el anillo con los Lakers en 2010, el alero estadounidense se lo dedicó a su psiquiatra y luego lo subastó y donó el dinero para que haya un psiquiatra por escuela en Estados Unidos.