Muchos ven hoy a las sociedades anónimas deportivas como la única solución al drama económico del fútbol chileno, en especial para los clubes regionales. Pero la comunidad no conoce realmente lo que significa este ente jurídico. Aún más, desconoce las responsabilidades que esto conlleva.
El caso Colo Colo es atípico en Chile. Blanco y Negro es una sociedad anónima, Colo Colo, no. Esta S.A. fue conformada por un grupo de personas con bastante visión de futuro y es la que logró obtener de parte de los acreedores y la asamblea, la concesión del Club Social y la inmobiliaria del club por 30 años. Las acciones que se vendieron no son de equipo del indio, son de Blanco y Negro S.A. El activo tangible de Colo Colo supera los 80 millones de dólares y la marca tiene un valor muy importante para cualquier empresario, por lo tanto este ejemplo no es válido para un club de regiones.
En el mundo, con algunas excepciones, los clubes más exitosos no son sociedades anónimas, son clubes deportivos: Real Madrid, Barcelona, River Plate, Boca Juniors, Peñarol. El manejo de estas instituciones es realizado por personas con conocimiento empresarial o muy bien asesorados.
El problema entonces no radica tampoco en la forma, sino en las personas.
Cuando el equipo está arriba los dirigentes son lo máximo, si se pierde son villanos. Personas expuestas a que cualquier individuo, por el sólo hecho de pagar una entrada, los insulte. Muchas veces, su único pecado fue colocar dineros en un club quebrado económicamente, con una hinchada que poco o nada aporta, salvo la entrada, y que exige un espectáculo de primer nivel, ojalá gratuito.
En mayo del 2005 se promulgó la ley 20.019 que permite que los clubes deportivos puedan determinar su situación jurídica. Éstos pueden ser corporaciones, fundaciones o sociedades anónimas deportivas. La ley contempla además disposiciones que amparan a los hinchas, dirigentes, jugadores y lo más importante, a los posibles acreedores. Con bastante claridad se establecen las obligaciones y deberes de los actores del club deportivo. Trae entre otros puntos la posibilidad de pagar las deudas que se tengan con el estado en forma muy cómoda.
En el caso de Provincial Osorno, ahora que ya no corre peligro de descenso a tercera división, se va a estudiar con cautela esta idea de transformación de la institución en una S.A. Algo similar ocurriría con Deportes Puerto Montt.
En tanto en Valdivia, el equipo que se adjudicó el torneo de apertura de Tercera
tiene -según sus dirigentes- serios problemas económicos. Quizás sería la oportunidad para que los dirigentes y socios del club analicen las posibilidades que ofrecen las sociedades anónimas deportivas. En el caso de Santiago, tenemos a Palestino S.A. Claro que este ejemplo tampoco puede tomarse como referencia para replicarlo en clubes sin recursos, pues los socios del club árabe son, en buena medida, poderosos empresarios ligados a la colonia residente. Algo similar podría ocurrir con la privatización de Unión Española, otro equipo de colonia en nuestro balompié criollo.
En el caso de Universidad de Chile, intervenida por un sindico, el senador Eduardo Frei, hincha del club, plantea que la solución podría estar en la privatización del club. Quizás la idea ronda en la cabeza de muchos, pero el parlamentario fue el primero en poner el tema en el debate. Siendo bien realistas -y pese a la tenaz oposición de la barra de “Los de abajo”-, hoy parece la única alternativa viable.
En todo caso, parece que soplan vientos de cambio en la estructura orgánica de los clubes del fútbol chileno. En buena hora si ello es por el bien de la actividad que en Chile ha perdido su más bello capital: sus hinchas. Cada año, el promedio de espectadores disminuye considerablemente …aunque ese es tema de otro análisis.
Leonardo Hernández