Símbolos anarquistas, comunistas y anticapitalistas están tatuados en el musculoso cuerpo de este luchador de artes marciales mixtas. Jeff Monson, norteamericano de 38 años, combina este rudo deporte con el activismo social libertario. Este año fue procesado judicialmente por rayar la A con el círculo y consignas contra la guerra en el Capitolio del Estado de Washington y en el centro de reclutamiento local.
Las pintadas con spray las realizó a fines de 2008, el proceso judicial comenzó en enero de este año y este 1 de octubre fue sentenciado a tres meses remitidos, un castigo que le permitirá trabajar para pagar los 21.894 dólares al condado de Thurston, que fue lo que el juez del Tribunal Superior -Gary Tabor- ordenó como parte de la pena.
Monson se declaró culpable en julio pasado por daño malicioso en primer y segundo grado, por destrozos en el Capitolio y el Centro de Servicios Armados de la contratación, como parte de un acuerdo de culpabilidad a cambio de la recomendación de sentencia.
El abogado de Monson, Jones Legrand, dijo que él cree que su defendido –que se autoproclamó “anarquista”- realizó esos actos de “vandalismo” como un gesto de conciencia y de “expresión política”, y que la sentencia no fue más drástica debido a que es una celebridad en el mundo de las artes marciales mixtas. Además, Monson, quien apareció en la corte junto a su esposa, no tenía antecedentes penales.
Monson dijo -fuera del tribunal- que los actos de propaganda que dejó en el centro de reclutamiento en Galaxy Drive en Lacey, en noviembre, obligó a cerrar el centro por varios días. Agregó que esperaba que ese cierre hubiese servido para que algún joven cambiara de opinión acerca de unirse al ejército. «Me gustaría pensar que algo bueno salió de ello», dijo.
Monson fue firme en señalar que él espera que sus actos de propaganda hayan despertado la conciencia sobre la ilegalidad de la guerra de Irak y la inmoralidad de enviar soldados a morir en lo que dijo es una guerra injusta. Indicó que no se arrepiente de lo que hizo. Cuando se le preguntó si volvería a cometer un acto similar en el futuro, respondió: «Yo no sé qué va a pasar».
La próxima pelea de Monson está programada para el 12 de diciembre en Alabama, donde luchará contra Travis Fulton.
Reproducimos el siguiente artículo, publicado originalmente en inglés, el 2 de mayo de 2006.
JEFF MONSON: EL MÁXIMO PELEADOR ANARQUISTA
Midiendo 5’9″ (1,77 m), pesando 240 libras (108 kg) y llevando una cabeza afeitada, Jeff «El hombre de las nieves» Monson parece como un dibujo animado a punto de saltar a la realidad, un gigante comprimido con hombros de locura, bíceps masivos y antebrazos carnosos.
Cuando mira con desprecio, la gente se estremece. Cuando suda, voltean a otra parte. Cuando está furioso, tu mejor opción es correr.
Ahora mismo está molesto, a pesar de que su carrera de combate en el Máximo Campeonato de Pelea (Ultimate Fighting Championship, UFC) -un torneo usualmente sangriento que combina disciplinas de artes marciales como el Jiu Jitsu Brasileño y el Kickboxing Muay Thai- está despegando. Si las cosas siguen así, podría contender por el título en la división de pesos completos. Así que no, no son las perspectivas a futuro de su carrera lo que lo tienen molesto. Es el estado del mundo.
«No soy un tipo de teórico de la conspiración” («conspiracy theorist» en el original, bastante difícil de traducir sin explicar el contexto cultural yanqui), dice Monson de sus posturas políticas. «No estoy hablando de cómo el gobierno está tratando de ocultar ovnis. Yo sólo deseo echar abajo todo tipo de jerarquía. Estoy diciendo que nuestro sistema económico, el capitalismo, está estructurado para que sólo beneficie a un pequeño porcentaje de personas muy ricas. Cuando estaba viajando en Brasil, nos hospedaron en un hotel realmente lujoso. Afuera del hotel había una madre durmiendo en la acera con sus dos hijos. Ahí es cuando la realidad te pega. ¿Qué es lo que hizo esa mujer para merecerlo? ¿A quién lastimó?».
Monson muestra su política de forma muy clara, incluso en todo su cuerpo. Una estrella anarco-sindicalista está tatuada en su pecho, un símbolo de anarquía en su espalda y otra ‘A’ en su pierna. Tanto como ama su deporte, también siente una responsabilidad de utilizar su popularidad para un fin más grande. «No creo que yo sea más importante que cualquier otra persona, pero como alguna gente está poniéndome atención, entonces voy a usar esto como un vehículo para expresarme”, dice. Algunos seguidores lo han etiquetado como anti-americano, pero él se deslinda de tales críticas. Sin embargo, quedó un poco comprometido cuando tres agentes del Servicio Secreto aparecieron en su gimnasio en Olympia, Washington, el pasado otoño.
Una camiseta motivó la visita. Mientras que Monson se preparaba para pelear en Portlan, un equipo de filmación llegó al gimnasio y grabó su vestimenta del día, que incluía una camiseta que leía: «Asesinad a Bush”. Cuando entró al Rose Garden de Portland para la pelea, un vídeo clip de él entrenando con dicha camiseta fue mostrado en la mega pantalla, y después de haber acabado con su oponente en el primer round, estaba más interesado en hablar con los medios sobre la devastación del huracán Katrina que sobre su carrera como peleador. Habló de su enojo porque la administración Bush había desviado 76 millones de dólares del Cuerpo de Ingenieros del Ejército para los diques, y que la Guardia Nacional estuviera en Irak en vez de Luisiana o Mississippi. «Estaba haciendo una declaración política, tratando de abrirles los ojos a la gente» dijo Monson sobre su camiseta y comentarios post-pelea.
Poco después, tenía tres pares de ojos bien abiertos atravesando su puerta en el gimnasio. «El Servicio Secreto me dijo que deseaban inspeccionar mi gimnasio y mi casa. Dijeron que si me rehusaba, obtendrían una orden de cateo en una hora”. Buscaron por el gimnasio y luego fueron a la casa de Monson. «Les dije que podían ir a mi casa si lo deseaban, pero que yo iba a quedarme aquí y terminar mi entrenamiento”, dice Monson, sin sonar ni mínimamente intimidado. «No me han molestado desde entonces”.
El estilo de pelea de la UFC es llamado Artes Marciales Mixtas, pero a veces parece más como una pelea de bar, especialmente para los no-practicantes que no conocen la técnica y la estrategia. Es fácil burlarse del evento: hombres sumamente musculosos y tatuados vestidos con pequeñas y ajustados pantaloncillos, modelos de celebridad en las gradas junto a universitarios borrachos que visten camisetas sin manga y con la gorra hacia atrás. Su popularidad se ha disparado, gracias en parte a la «primera cadena de cable para varones» Spike TV, que tiene un ‘reality show’ basado en la UFC. Las entradas pueden costar hasta 1.000 dólares y se agotan rápidamente.
Pero el deporte es más de lo que aparenta. Monson trabaja duro para mantener su inmenso cuerpo. Cuando se prepara para una pelea, entrena seis días a la semana levantando pesas, corriendo, boxeando, haciendo ‘grappling’ y aunque es un veterano a los 34, se siente que apenas ahora está alcanzando su máximo nivel en lo que considera el más duro deporte del mundo. «Yo lo describiría como la evolución del combate desarmado», dice Monson. «Debes saber kickboxing, jiu jitsu, lucha. Si no sabes siquiera cómo hacer uno de esos, te apalearán duro”.
A pesar de su talla, Monson es más técnico que camorrista, y en 1999 y 2005 ganó el Campeonato de Sumisión de Abu Dhabi, realizado anualmente en ese pequeño país que recientemente ha sido noticia, los Emiratos Árabes Unidos. Toma cada pelea de UFC muy seriamente. «Puedes usar cualquier técnica, y debes estar en gran forma física. Te estás enfrentando a alguien que está intentando noquearte o someterte, así que no es un juego”.
Monson no ve ninguna contradicción entre sus creencias radicales y su ocupación de tiempo completo. «Lo que yo hago es completamente distinto a la guerra, porque todos deseamos estar ahí y es una competencia. No hay víctimas. Todos somos hombres del espectáculo”, explica. «Si hay alguna contradicción, es que somos parte de la máquina capitalista, y en realidad sólo soy un esclavo asalariado. No ganamos dinero sin pelear, y si gano, obtengo más; si pierdo, obtengo menos. Pero es sólo un deporte. Claro, es algo como un deporte de gladiador, pero es voluntario”.
Monson creció en la clase media de Minnesota. Su madre aún trabaja como enfermera, su fallecido padre trabajaba en una penitenciaría. Se graduó de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, donde practicaba lucha, y luego recibió su título en psicología en la Universidad de Minnesota. Después de su titulación, Monson tuvo su despertar político en un curso titulado Psicología Comunitaria.
«Hombre, esa clase realmente me abrió los ojos”, dice. «Sólo mirar la forma en que el mundo se maneja, la forma en que la gente que está discapacitada o tiene problemas mentales es marginada. Cómo la educación y la seguridad social no son una prioridad, cómo la élite maneja todo para su propio beneficio. Luego comencé a leer tantas cosas -Rebelión en la Granja, el International Socialist Review, Chomsky- y comencé a pensar de otro modo». Monson, el Máximo Peleador, usa la alegoría de la cueva de Platón para describir su experiencia.
Después de graduarse de Minnesota, se mudó al estado de Washington, donde de 1997 a 2001 trabajó como consejero para personas con padecimientos mentales en el condado Lewis; su principal responsabilidad era determinar si un individuo necesitaba ser internado.
«Comencé justo cuando estaban intentando sacar la reforma a la seguridad social, así que todos tuvimos grandes recortes de presupuesto para la seguridad social y la salud mental. Es la misma idea que con ‘No Child left Behind’ (ningún infante se le deja atrás). El gobierno te dice que debes recortar tus programas, recortar dinero para libros, recortar el dinero para profesores, pero se espera que de algún modo te vaya mejor. Una estrategia brillante, en realidad, desde su perspectiva».
A pesar de ser un competidor de clase mundial, Monson encuentra tiempo para permanecer políticamente comprometido. En 2003 marchó contra la guerra de Irak en Seattle, y protestó contra el Área de Libre Comercio de las Américas en Miami (donde los notoriamente agresivos policías sabiamente dejaron a Monson en paz). También es miembro de los Trabajadores Industriales del Mundo (Industrial Workers of the World, IWW), y, apesar de la controversia que lo rodea, continúa abordando a la gente dentro de la comunidad peleadora sobre política.
¿Entonces qué aguarda en el futuro para el «hombre de las nieves»? Por ahora, se concentra en su próxima gran pelea. «Pero esto no es toda mi vida», dice Monson sobre pelear. «Tengo hijos y una novia, y me gusta estar con mi familia. Trato de mantenerme involucrado en eventos políticos. Después de mi próxima pelea, llevaré a mi hijo a Montreal. Tendrán una Feria del Libro Anarquista, y me han invitado a presentarme y dar un taller.» El tema: defensa personal.
Por Gabriel Thompson
El Ciudadano