La desgarradora historia del día en que Ronaldo casi muere esperando una final

“¡ Ronaldo se muere, Ronaldo se muere!”

La desgarradora historia del día en que Ronaldo casi muere esperando una final

Autor: Alex Ripne

“¡ Ronaldo se muere, Ronaldo se muere!”. Los gritos eran de Roberto Carlos. El pasillo al que daban las habitaciones de los jugadores de Brasil se convirtió en un desfile de médicos, empleados de seguridad e integrantes del cuerpo técnico de la selección. Horas más tarde, Brasil jugaba la final de la Copa del Mundo contra Francia y el 9 era el arma letal a la que apostaban los sudamericanos para quedarse con el trofeo por quinta vez en su historia.

Minutos antes de los gritos desgarradores de Roberto Carlos, ambos estaban recostados en su habitación del hotel mirando una carrera de Fórmula 1 por televisión. El primer diagnóstico, que fue impuesto como verdad durante muchos años, fue una especie de crisis epiléptica a pesar de que Ronaldo jamás había sufrido algo así en su vida. El momento en el que el brasileño empezó a sacudirse tendido en su cama sería el final del sueño mundialista de Brasil.

Nadie querría perderse una final del mundo y si bien hay quienes dicen que Ronaldo disputó ese partido por la presión de Nike, la marca que lo patrocinaba, lo cierto es que el propio delantero quería estar dentro del campo. Esa noche en el Saint-Denis, Ronaldo fue un fantasma. Estuvo en la cancha los 90 minutos pero no jugó. Sus intervenciones fueron mínimas y tuvo un choque con Barthez que asustó a todos sus compañeros. Lo que se supo mucho tiempo después es que la razón principal por la que Ronaldo se arrastraba en la cancha era la medicación tan potente que le habían suministrado para que no se repitieran las convulsiones. Ese sedante fue el que lo marginó de ser Ronaldo en el partido más importante de su carrera.

En ese entonces, Ronaldo era jugador del Inter y al ocurrir este episodio, el club envió al médico Pietro Volpi a conocer el estado del brasileño e involucrarse en el tratamiento. En 2012, 14 años después, el cardiólogo Bruno Carú reveló en la televisión italiana que los médicos diagnosticaron mal a Ronaldo: el problema no habían sido las convulsiones, sino un ataque cardíaco debido a una posición antinatural de su cabeza que le comprimió el glomus carotídeo “un pequeño órgano responsable de los mecanismos reflejos de la regulación de la frecuencia cardíaca y de la presión”, según explicó el médico.

Después de esa crisis, cuando fue trasladado a una clínica, a Ronaldo se le hizo un electrocardiograma y el resultado arrojó una frecuencia cardíaca de apenas 18 latidos por minuto. Es decir, mientras ocurrió el ataque en la habitación su corazón estuvo prácticamente sin funcionar. En ese momento, los médicos se inclinaron por un ataque epiléptico sosteniéndose en los análisis neurológicos y en el relato de Roberto Carlos y no lo trataron como un ataque cardíaco.

El gol de Petit sobre el final del partido fue lo que le faltaba a Brasil para saberse derrotado en la final contra Francia. A esa altura de la noche, Ronaldo vivía una pesadilla y lo único que deseaba era volver a su cama. Y así fue que esa noche, el astro brasileño, la pesadilla de todos los arqueros de mundo, durmió abrazado a su padre. La pesadilla se había terminado. También la final de su primera Copa del Mundo en la que realmente había sido protagonista. El título de 1994 tenía un sabor amargo porque no había disputado ni un minuto. En Francia ’98, Ronaldo convirtió cuatro goles en siete partidos, pero ese episodio el día previo a la final lo privó de levantar la copa.


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