El pasado 8 de junio comenzó la Eurocopa 2012, cuya sede fue otorgada a Polonia y a Ucrania, dos países que comparten una larga historia de rivalidades. Sus participaciones en los últimos campeonatos europeos y mundiales fueron poco destacadas. Aún así las otras candidaturas no fueron consideradas, ni siquiera la de Italia, la cual contaba con mejor soporte financiero. Todo esto hace pensar que fueron otras las razones que influenciaron la selección de estos dos países y no sólo la cuestión económica y deportiva. En este caso quizás fue el factor geopolítico.
Precisamente ese factor ha sido siempre muy importante para muchos grupos étnicos que se han disputado el territorio ucraniano a través de la historia. Mongoles, tártaros, griegos, romanos, otomanos, lituanos, polacos, suecos, rusos, alemanes, franceses, ingleses y, recientemente, estadounidenses, han estado vinculados a Ucrania. No es sorpresa que uno de los primeros estudiosos de geopolítica, Sir John Mackinder, definiera que aquel que controlase el territorio ucraniano como parte de lo que llamaba la Isla Mundo, controlaría todo el planeta.
El desmembramiento de la Unión Soviética trajo 15 nuevos países, todos con una composición étnica diferente, pero que compartían un pasado soviético. En el caso de Ucrania, había una situación muy particular: un porcentaje considerable de la población étnicamente rusa y una proporción aún mayor que hablan ruso como lengua materna. Ninguna otra república soviética tenía vínculos más estrechos con Rusia, en el aspecto cultural, religioso, económico y étnico.
La relación Ucrania-Rusia siempre ha sido parte de una especie de simbiosis que se puede definir tal como la denominaba Anatol Lieven, una rivalidad fraternal (Lieven Anatol, Ukraine-Russia, a fraternal rivalry, United States Institute for Peace Press, 1999). Kiev fue la primera capital de Rusia o la Rus’ de Kiev como se le conoce. Ucrania se incorporó a la Rusia zarista por voluntad propia y no como una consecuencia de una invasión como otros territorios. De hecho fueron los mismos cosacos, quienes, una vez conseguida la independencia de la corona polaca, pidieron al Zar protección con el Tratado de Pereyaslav en 1654 a partir del cual el territorio ucraniano pasó a formar parte de la Rusia Zarista.
Por otro lado, la relación entre Ucrania y Polonia quedó marcada principalmente por la colonización que sufrieron los ucranianos. Los polacos, hoy en día, suelen ver a Ucrania, todavía como un territorio que alguna vez les perteneció.
En ámbitos recientes, la llegada de Victor Yushenko a la presidencia de Ucrania en 2005 traía incluido el intento de Estados Unidos de llevar a este país a la órbita de la OTAN y fuera de la esfera de influencia rusa. Este hecho, fracturó todavía más la población multiétnica de este país. Paralelamente, entre el 2005 y el 2007, los hermanos Kaczynski hicieron tándem como presidente y primer ministro de Polonia teniendo como una de sus prioridades en política exterior fortalecer lazos con Estados Unidos.
¿Y donde entra la Eurocopa?
La política exterior de los gobiernos de Yushenko en Ucrania y los hermanos Kaczynski en Polonia, explican por qué se construyó una candidatura conjunta con Polonia en vez de Rusia cuando los vínculos con este país han sido parte de la historia por más de mil años. La presidencia de Victor Yushenko buscó fortalecer los lazos con Occidente en muchos frentes. El objetivo principal era entrar a la OTAN, pero también se buscaba impulsar una futura candidatura a la Unión Europea, dar un mayor rol político a la diáspora ucraniana en Canadá y Estados Unidos y cambiar los libros de historia reivindicando a la guerrilla que se alió con los nazis contra los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial.
El ámbito deportivo permitía ampliar los frentes. Organizar una Eurocopa implica coordinar transporte, logística, seguridad y patrocinios entre otras cosas. Por lo que, ¿no es una manera perfecta de obligar a Ucrania a tratar temas de seguridad con un país miembro de la OTAN como Polonia? En ese sentido, no es de extrañar que la candidatura de un evento de esta envergadura sea utilizada para promover una mayor integración hacia Occidente de un país que ha estado históricamente vinculado a Rusia.
Si no, ¿cuál otro motivo habría para escoger a dos países que han rivalizado? Aún así, los posibles efectos de este plan se vinieron abajo con la derrota de Viktor Yushenko en la elección presidencial del 2010, donde su rival Viktor Yanukovich, con una política exterior vinculada a Rusia, tomó el poder y convirtió en fracaso la famosa revolución naranja de 2004, como se le llamó a las manifestaciones acontecidas a finales del 2004 en Ucrania, después de que Victor Yanukovich había ganado la presidencia en medio de acusaciones de fraude. En ese sentido, la suprema corte ucraniana anuló la elección y convocó a una nueva, la cual fue ganada por Victor Yushenko. Pero, más vergonzoso aún, fue que el presidente saliente, quien buscaba la reelección obtuvo sólo un 5% de votos.
En 2005 la prensa occidental hablaba de una revolución democrática, una nueva etapa de progreso en el país vinculada a la OTAN y a un posible ingreso a la Unión Europea. Siete años después, la ingobernabilidad de la presidencia de Yushenko, las protestas anti OTAN en Crimea y la guerra del gas, en la cual los europeos se quedaron temporalmente sin el suministro ruso, el cual pasa en un 80% por territorio ucraniano, cambiaron la perspectiva y Victor Yanukovich, quien había sido derrotado antes, ganó la elección en el 2010, dejando en claro que los ucranianos no quieren un modelo político importado de Occidente.
A través de la historia, han sido muchos los casos de sedes de eventos deportivos que se han otorgado en función de la geopolítica. Los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, Moscú 1980 ó Los Ángeles 1984 son solo algunos ejemplos. Por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 fueron otorgados al régimen nazi de Adolf Hitler el cual estaba en pleno ascenso en Europa, mientras que la guerra fría se reflejó en todos los ámbitos, incluyendo la adjudicación de las sedes olímpicas lo cual obligó a que la Unión Soviética y los Estados Unidos se repartieran las sedes en 1980 y 1984, mismas que a la postre fueron también boicoteadas.
En ese sentido, más allá de lo que suceda en el ámbito deportivo en fechas próximas, Ucrania seguirá siendo parte de un conflicto geopolítico entre Rusia y Occidente. Es en este contexto que se llevará a cabo entre junio y julio el torneo de futbol más importante del viejo continente. No sabemos hasta qué punto, la Junta Ejecutiva de la UEFA, responsable al menos de manera oficial de escoger la sede en 2007, se dejó influenciar por el juego geopolítico, pero sería ingenuo no sospecharlo.
Por Rolando Dromundo