Esta vez, cuando el silbato sonó, el balón rodó y el Dios que Villoro ha entregado para cierto tipo de personas descendió, sí, se encontró con sus fieles… esos que lo esperaron por 413 días en esta ciudad, Puebla. Estadio, afición y ese Dios Redondo, se fusionaron en una sola cosa (nadie ha podido decir qué es).
¡La gente en Puebla regresó a ocupar los lugares que por derecho le corresponden en este espectáculo! Aunque el balón, de naturaleza caprichosa, se negó a entregar la máxima alegría.
Previo al duelo, el ritual se asemejó a lo que solía ser antes de la pandemia: vendedores de comida y mercancía, acomodadores de autos, revendedores de boletos y afición, cada una de las piezas de esta orquesta con media cara cubierta por la gracia del cubrebocas, fue tomando su lugar.
El cupo para este partido fue de 14 mil asistentes, pero cuando algunos miles de estos se apresuran a llegar, la masa multicolor hace que la vista perciba un mar de gente.
Las voces venían de todos lados, lo mismo eran las latas clandestinas explotando el vacío y dejando entrar el aire en su interior, o el sonido de la comida ahogándose en aceite hirviendo; «¿boletos que te sobren? Te los compro», «cigarros, cigarros» «favor de guardar su sana distancia», el ensamble pambolero.
Cada minuto en la fila corre a diferente tiempo. Unos se hacen más largos y otros se esfuman, pero cada uno representa seguir caminando hacia adelante. Otro ritual, más bien uno nuevo: mostrar el boleto digital, girar sobre el eje propio para ser rociado de sanitizante, abrir las palmas de las manos para recibir el mismo desinfectante, aceptar las manos ajenas que buscan objetos prohibidos en los rincones del cuerpo y obedecer a la voz de «pásale».
Una vez adentro se apresura el paso, pues aún falta buscar el asiento asignado, otra de las nuevas reglas contra la enfermedad.
Los jugadores se envuelven en ese abrazo de unidad y en el centro ya los espera el protagonista.
Un minuto de silencio por las almas que debieron ocupar las butacas reservadas para nadie, las que tienen una equis… las que quedaron libres.
El Cuauhtémoc revienta
El grito que se contiene y luego se expulsa es el más ruidoso.
Desde el primer minuto la afición poblana, divida por los colores de Puebla y de Pumas, se entregó al partido.
Los enfranjados comenzaron dominando. Fueron diez minutos de nerviosismo auriazul ocasionado por los balones filtrados que se escurrieron por la línea de meta. El último susto del arranque del partido fue un penal por una supuesta mano dentro del área, jugada que se tuvo que revisar y anular la sanción.
Tras la corrección, el equipo visitante salió del encierro en cancha propia y trató de hilar pases, pero la conexión entre el medio campo y el delantero Dinenno es algo de lo que ha adolecido Pumas durante ya 16 fechas. El mismo Dinenno mandó el balón al fondo pero estaba en un claro fuera de lugar y el grito de gol de unos cuantos fue borrado.
El primer tiempo terminó con ambos equipos apretando al rival cada que perdían la pelota y enfrascados en medio campo. Y en las gradas, ambas aficiones dialogaban a silbatazos y mentadas.
Para el complemento, ambos clubes saltaron a la cancha con más ganas que en el primero tiempo, aunque también con más ganas que idea futbolística. Al minuto 55, Antony Silva salvó al Puebla de irse abajo en el marcador al mandar a tiro de esquina un cañonazo de Gabriel Torres.
En la siguiente jugada, Talavera salvó a los universitarios con una barrida pero se impactó contra el camotero Israel Reyes. El arquero de Pumas necesitó ser revisado.
Por segunda vez en el duelo, Pumas mandó el balón al fondo de la portería, pero de nueva cuenta, Juan Ignacio Dinenno estaba en posición adelantada y el gol no contó.
Al 79 Pumas tuvo el del triunfo, pero Favio Álvarez, en un mano a mano contra el portero Silva, le estrelló el balón en el cuerpo. Tres minutos más tarde, Talavera repitió el atajadón de Silva, pero frente a Christian Tabó.
Los últimos instantes de peligro fueron para el Puebla; primero en un tiro libre que acabó en tiro de esquina y luego, ese cobro desde el banderín se fue por la línea de banda. Con el último despeje de Talavera, el duelo llegó a fin.
A un paso de la liguilla directa
Con el empate a cero, el Puebla llegó a 27 puntos y se mantiene como el tercer lugar de la tabla general. Sin embargo, Monterrey y Santos lo pueden mandar hasta la quinta posición y con ello salir de la zona de clasificación directa.
Monterrey jugará el clásico regio; mientras que Santos visitará Pachuca el próximo lunes.
Del otro lado, Pumas necesita más que un milagro para colarse como el último en la zona de repechaje. El empate dejó a los auriazules con 18 puntos y en la posición 13. Para tener aspiraciones de meterse a repechaje Mazatlán, Toluca, Chivas, Tijuana y Tigres, no deben sumar más de 21 puntos y a la par, Pumas debe ganarle al América en la última jornada de la temporada regular.
Así, el espectáculo llegó a su fin. Sin goles pero con un sabor dulce. Esta vez fueron 14 mil, pero con el tiempo podrán ser todos y todas.