Los seres humanos somos insignificantes frente a la fuerza imparable de la naturaleza. Pero frente a ese poder, muchos han sido -y seguirán siendo- los temerarios que aspiran a desafiar a la naturaleza con complicados retos que resultan, en muchas ocasiones, mortales.
Es lo que ocurre con la subida hasta la cumbre del Monte Everest, reto afrontado por miles de personas que ha dejado a su paso más de doscientos muertos. A lo largo de más de sesenta años, unos 4.000 alpinistas han mirado la superficie terrestre desde su pico más alto, algunos de ellos incluso repitiendo la hazaña.
Para llegar hasta la cima del Everest se pude optar por distintas vías de acceso, unas más seguras que otras, pero todas ellas obligan a pasar por la ‘zona muerta’, denominada así porque la falta de oxígeno imposibilita la vida. Esta zona se extiende a partir de los 8.000 metros de altura hasta los 8.848 que mide la cima más alta del Himalaya. La temperatura media de esta szona es de 36 grados bajo cero, pero en las noches más frías se pueden alcanzar hasta los menos sesenta grados. Debido a las bajas temperaturas y a la ausencia de oxígeno, esta úlitma etapa de la expedición es, sin duda, la más peligrosa debido a que cualquier contratiempo -esguinces, congelaciones o mal de altura- puede significar pedecer para siempre entre las heladas rocas.
Los aplinistas que llegan a Nepal con la intención de alcanzar la cumbre del Everest, tienen que rellenar antes de iniciar la expedición el llamado ‘Body disponsal form‘. Al rellenar esta especie de formulario, el montañista decide qué deben hacer las autoridades con su cuerpo en el caso de que la muerte le llegue inesperadamente en medio del ascenso o descenso a la cumbre. El macabro formulario ofrece tres opciones: dejar el cadáver en la montaña, retornarlo a Katmandú o repatriarlo a su país de origen, con el gran gasto que eso conlleva.
En las diferentes rutas del Himalaya que llevan hasta la cumbre del Everest, resultan visibles varios cadáveres que incluso, en algunas ocasiones, funcionan como señales, tal y como sucede con un famoso cadáver conocido como ‘Botas Verdes’. El cuerpo sin vida de este escalador se ha convertido en un referente en la ruta de la cresta noreste del Monte Everest. El nombre ‘Botas Verdes’ tiene su origen en las botas de montaña color verde que aún tiene puestas el cadáver del escalador hindú Tsewang Paljor y que falleció por supuesto agotamiento en 1996.
El neozelandés que se convirtió en 1953 en el primer conquistador del Everest, Edmund Hillary, criticó duramente la actitud generalizada que está adquiriendo la comunidad montañera y que se torna cada vez más fría ante los cadáveres y las vidas humanas que se pierden en los intentos por llegar a la apreciada cumbre del Monte Everest. «Subir al Everest se ha convertido en algo horrible. No les preocupa en absoluto dejar a alguen morir tirado bajo una roca. Su prioridad es llegar a la cima y anteponen su satisfacción personal a la supervivencia de una semenejante«
Esta declaración de Edmun Hillary viene en consecuencia del trágico suceso ocurrido en el año 2006 con un montañista británico llamado David Sharp. En la ruta de la cresta noreste, a 8.500 metros de altura y muy cerca de ‘Botas Verdes’, David Sharp -que se adentró en la zona muerta sólo- buscó refugio en una pequeña oquedad durante su bajada de la cumbre. El montañista británico había agotado toda su provisión de oxígeno embotellado y, tras pasar una noche heladora a la interperie, su estado era de agotamiento extremo debido al mal de altura. Ante él pasaron unos cuarenta alpinistas rumbo a la cima, pero ninguno de ellos hizo nada por socorrerle. Según la crónica publicada por Alfredo Medina, tan solo el sherpa Dawa intentó levantarle para darle bocanadas de su oxígeno artificial, pero fue inútil dado su agotamiento.
Al poco tiempo, David Sharp murió a pesar de que los expertos montañistas aseguran que el británico podría haber sido rescatado con la ayuda de los alpinistas que subían; pero, claro, eso hubiera supuesto a los participantes en el rescate, no alcanzar la cima en aquella ocasión.
La subida al Everest es un reto que conlleva una gran preparación física anterior, además de un elevado gasto de dinero en licencias, material, vuelos y sherpas. Por ello, cuando los alpinistas que pasaron por delante de David Sharp tuvieron que escoger entre los apenas 400 metros que los separaba de la cima, o salvar la vida de un hombre, optaron por conseguir el triunfo personal. La pregunta es, ¿cómo hubiéramos actuado cada uno de nosotros ante tal situación?.