Mundial de Brasil: el 7-1 / las protestas / los chilenos en cana

Una crónica respecto del final del mundial de Brasil. Algunas reflexiones relacionadas con nuestra mirada chilensis y con la mala suerte verdeamarela.

Mundial de Brasil: el 7-1 / las protestas / los chilenos en cana

Autor: Arturo Ledezma

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Probablemente lo que más recordaremos del mundial que acaba de terminar sea el 7 a 1 de Alemania a Brasil. Jamàs olvidaremos en dónde estábamos en el momento en que vimos la goleada, ni olvidaremos las risas desconcertadas de todos quienes estaban junto a nosotros. Tampoco olvidaremos el palo de Pinilla que casi nos catapulta a una gloria que no hemos tenido nunca y, menos aún, olvidaremos la imagen de los hinchas chilenos que se fueron en cana por entrar en masa al Maracaná y falsificar credenciales de prensa. Tampoco olvidaremos las protestas callejeras del pueblo brasilero por dar a conocer sus demandas, o la mirada policialmente naif que le dio la televisión a los sucesos (a veces sangrientos) que ocurrieron antes y durante la copa del mundo. Brasil 2014 terminò entre el abucheo rotundo de un pueblo que no pudo justificar el gasto de la copa del mundo a manos de una selección mediocre, verdeamarela y todo, que no tuvo la suerte o la garra como para echarse al hombro una historia futbolera como la de Brasil. En cambio veremos la caída de Neymar convertido en meme de youtube hasta que nos aburramos porque somos sádicos y vivimos en la época del Bullying.

Los partidos de la selección chilena son algo que no me pierdo. Me gusta ver cantar el himno, me emociono, para ver las pichangas siempre preparo una comida especial (que he sabido encubrir bajo una supuesta cábala) y me pongo tan nervioso que me como las uñas a partir del minuto 40. Soy del tipo de ociosos que piden a David Pizarro y que culpan a Pinochet de la mala suerte de Esteban Paredes -aunque no tiene nada que ver-. También me declaro un ferviente anticapitalista que le busca la quinta pata al gato alegando de lo mucho que gasta la gente en televisores y asados para las fechas de mundial, aùn cuando lo de la tele quizá sea una rencilla provocada porque mi tele es chiquita, vieja, y descolorida. Pura envidia, lo sé. Aunque nadie me quita que gastar un millón de pesos en una tele es ridículo. El caso es que durante este mundial me vi los partidos con devoción y, aunque no me fui a Plaza Italia, si confieso que di un poco de jugo en redes sociales. me desilusioné como nene con la derrota ante Brasil y dije frases del tipo “Alexis Sanchez y la conchetumadre te creìs Oliver Atom y no eres capaz de meter un penal!! Chúpalo!” Y me dio mucha alegría ver a Gary Medel corriendo con su desgarro aunque luego, cuando le regalaron un corvo milico me dio rabia. Lo encontrè facho, cuando menos.

Vamos con el análisis político

Todo mundial de fútbol es una plataforma del poder político de las naciones que compiten y, sobre todo, de la que organiza. Los dos goles de Maradona a Inglaterra en el 86 fueron chispazos de un conflicto polìtico, tal como lo pudo ser hoy si Messi no hubiera jugado la final (como anunciaron en las redes sociales) en protesta al bombardeo al pueblo Palestino. Para Brasil este mundial era una jugada política tremenda, ya que tenían que justificar la enorme, gigantesca, inversión de recursos en recintos deportivos al lado de un pueblo que vive desigualdades terribles.

Dilma Rousseff se encargará de que la historia recuerde cosas como el orden con que se desarrolló el mundial y tapará con goles repetidos la caída del puente (que estaba construido con moco) y tapará también la pelotudez de armar un mundial en lugar de resolver los conflictos sociales, sobre todo y considerando que su selección fue la más troleada en redes y la más goleada y humillada de toda la historia del fútbol brasilero.

En Chile quizá aprenderemos a darle tregua a Carlos Cazsely, ya que los penales que chile perdió fueron más pelotudos que el que perdiò ante Austria en el 82. Y aprenderemos que Pinilla es por lejos el jugador más representativo de nuestra ideología chilensis, ya que jugando mal, pegando en el palo y agarrándose a trompadas con el encargado de prensa de brasil, consiguió sacar portada por su tatuaje y por sus salidas nocturnas, ademàs fue elegido el más mino sexy de todo el mundial y, entonces, salió ganando. A mi juicio ese es el espíritu que tenemos que saber sacar en limpio: el hecho de que, siendo segundones, podemos ser estilosos. No ganaremos un mundial, pero tiramos pinta.

Respecto de los cumpas que cayeron en cana y fueron deportados por meterse a la mala al Maracaná, solo puedo decir que me parece identitario. Cuando escuché que uno de los locos decìa “vimos la oportunidad y aprovechamos” me sentí identificado. Ya que en ese momento no pude enjuiciarlo, porque se me vino a la cabeza la idea de que, quizá, yo también me habría metido a la mala si hubiera visto una puerta abierta. La cosa es que me dio pena pensar que, de haber ido,quizá habría terminado en cana por weón.

Pelambres aparte

Mucha gente dijo que el mundial estaba arreglado para que ganara Brasil. No me extrañaría. También a Shakira le dieron con cuática en las RRSS por el merme de su marido. Yhendelyn sacó más portadas que Claudio Bravo con su traspaso al Barcelona. nadie supo qué chucha decía el arquero de Holanda antes de los penales, pero el hijoputa atajaba con sencillez, como si hubiera amenazado a la familia de los que chuteaban.

Viendo el mundial no me cabe duda que algo de arreglín había, sin embargo, todo fue tan excepcional que ni con una cancha con dos arcos contrarios habría podido ayudar a la selección del Ex-JogoBonito a meterse en finales. Por eso es que la especulación y la sombra hay que dejarla para los fines políticos detrás de tanto bombo. Alemania ganó justo como se pensaba y se llevó la copa. Mientras tanto en Chile ya empezamos a pensar en la Copa América 2015 y las vacas tiemblan porque los asados van a ser de proporciones bíblicas.

Bueno, por un lado es bueno que se haya terminado el mundial y que la gente vuelva a vivir una vida más o menos normal. Espero que el tipo que vendió todos los muebles de la casa de su mamá para irse a Brasil (sin entradas, ojo) haya podido ver un partido y espero también que algún día alguien me explique cuán era la gracia de gastar tanta plata en viajar hasta el Maracaná para ver los partidos en una pantalla gigante en la playa… esa wea si que es estúpida.

Ya, me desenchufo de este mundial hasta nuevo aviso. Mañana el mundo sigue girando como giraba antes de que empezara el peloteo y hay que ponerle ojo a las protestas estudiantiles, a la crisis en la Franja de Gaza, a las huelgas, a los paros, y a todas esas cosas que durante este mes no le importaron a nadie.

Aguante compas! Seguimos jugando.

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