Lamine Diack, sucesor del italiano Primo Nebiolo al frente de la IAAF, podría enfrentar una pena de hasta 10 años de cárcel y ya ha pasado los últimos cuatro bajo arresto domiciliario.
Aunque el juzgado aclaró que la vista oral del proceso quedó pospuesta por problemas de procedimiento al menos hasta junio próximo, la investigación en su contra por encubrir dopaje sigue abierta.
Además del exdirigente hay cinco acusados más, tres juzgados en rebeldía, entre ellos su hijo Papa Massata Diack, refugiado en Senegal; y los rusos Valentín Balajnichev y Alexei Melnikov, a cuya extradición se opone Moscú.
El médico francés Gabriel Dollé, responsable de la lucha contra el dopaje en la IAAF de 1999 y 2014, intentará esclarecer su papel en la ocultación del escándalo de dopaje en Rusia, denunciado desde el 2012 por varios atletas de ese país y que provocó la exclusión de la nación europea de toda competición durante cuatro años.
Otro acusado es Habib Cissé, abogado de Diack, imputado por haber contribuido al sistema de corrupción.
El Tribunal parisino analizará el papel de todos esos dirigentes en la ocultación de los casos de doping, supuestamente a cambio de importantes sumas de dinero.
Según los investigadores, Diack aceptó dinero ruso para financiar su carrera política en Senegal a cambio de esconder las muestras positivas y permitir a atletas rusos participar en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 y en los Mundiales de atletismo del año siguiente en Moscú.
Además, de acuerdo con el acta de acusación, el entonces presidente de la IAAF corrompió a Dollé, quien recibió 190 mil euros y en contrapartida ralentizó los procedimientos sancionadores.
Diack, de 86 años, tiene abiertas otras causas en Francia por las sospechas de corrupción en la atribución de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020, así como de los Mundiales de atletismo de Moscú 2013 y Eugene 2021.
Cortesía de Prensa Latina
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