Es más común ver por estos días las lamentables imágenes de ultras pegándose con otros barras bravas las calles de diversas ciudades en Sudamérica, México y Europa. Violencia asociada al fútbol que nada tiene o debería tener con el deporte.
Y donde se supone que nos dicen que existen más odiosidades y guerras nos demuestran que ese no es el espíritu. Y así lo demostraron las selecciones sub 12 de Catar y Palestina, que dieron toda una lección de compañerismo, deportividad y juego limpio.
Todo ocurrió después de que un chaval de la selección palestina cayera al suelo lesionado. Los jugadores de Catar decidieron devolver el balón a sus rivales tras detenerse el juego, con tan mala suerte que el esférico terminó entrando en la portería palestina.
Los jugadores de Palestina protestaron al árbitro, pidiéndole que no diera por válido el tanto, pero el colegiado poco podía hacer: era gol legal.
Y así fue, los cataríes ni se movieron mientras un jugador palestino avanzó con la pelota y anotó el gol del empate. Cuando regresó a su campo fue saludando a los rivales por su bonito gesto.
Un vídeo que deberían de ver todos los barristas ultras que estos días han demostrado tener mucha menos empatía e inteligencia que estos 22 niños futbolistas en un continente convulsionado por la tragedia y la violencia.