«Para nosotros es trabajo. Cuando hay trabajo hay dinero»
Así lo afirman Ace y Sheila (nombres inventados), un matrimonio que afirma haber cometido casi 800 asesinatos en la sangrienta guerra contra las drogas en Filipinas.
La pareja ha hablado con la cadena SBS sobre la siniestra actividad que se ha convertido en su trabajo. Allí han relatado que dirigen uno de los numerosos grupos responsables de más de la mitad de los 4.000 asesinatos de traficantes y consumidores de droga ordenados por la Policía en Filipinas.
La pareja gana 100 dólares por cada objetivo que se le indica.
Así operan
A través de una llamada de «su jefe», reciben un nombre y una foto de la persona a la que deben matar. Tienen tres días para llevar a cabo el asesinato.
Durante esos días procuran acercarse el máximo a su objetivo
En el momento del asesinato, Ace y Sheila disparan en múltiples ocasiones el cuerpo de la víctima y así garantizan la muerte.
«No puedo hacer ningún otro trabajo»
La pareja explica que se involucró en este trabajo porque era la única manera de ganar tanto dinero en un país donde el salario promedio es de 380 dólares mensuales.
«Desde el principio, cuando empecé, sabía que era muy arriesgado. Pero si no lo hago hay un riesgo aún mayor de no poder alimentar a mi familia. Porque yo no puedo hacer ningún otro trabajo», explica Ace, quien asegura que si dice ‘no’, el ‘jefe’ «podría vengarse…Podrían matarme, o sea que me limito a seguir las órdenes», revela.
En tanto Sheila agrega:
«Cuando vuelvo a casa, veo a mis hijos, me siento culpable» y agrega que «las personas a las que ha matado son «mucho peores» y que, si no las mata, «se arruinarán muchas vidas»…No he hecho nada malo. Si no fueran malas personas no se habrían encontrado en esa situación», afirma. Además, teme que si deja de hacer su trabajo «la situación se invertirá, los objetivos seremos nosotros».
Los datos
Casi 3 mil personas han sido abatidas por grupos de vigilantes a los que la Policía paga en efectivo por cada muerte confirmada.
Los asesinos dejan tarjetas con la palabra ‘traficante’ para atraer a los medios de comunicación y demostrar el éxito del operativo antidrogas.
Los grupos de vigilantes son una parte fundamental de la promesa del presidente Rodrigo Duterte de matar a 100.000 consumidores y vendedores de droga en Filipinas.