María Paz Grandjean, actriz: «Mi intención no es criminalizar a Carabineros, porque ellos mismos se encargan de denigrarse»

Hace cinco años, tras la suspensión de la función de La Pérgola de las Flores, dirigida por Héctor Noguera, María Paz regresaba a casa cuando, al llegar a la esquina de Alameda con Ramón Corbalán, recibió el impacto de una bala de una escopeta antidisturbios en su pómulo derecho, disparada por Tomás Rodríguez Soriano, entonces Capitán de Carabineros. A principios de este año, Tomás Rodríguez fue condenado a tres años de presidio menor, pero se le concedió cumplir su condena en libertad.

María Paz Grandjean, actriz: «Mi intención no es criminalizar a Carabineros, porque ellos mismos se encargan de denigrarse»

Autor: El Ciudadano

María Paz Grandjean es una actriz de gran trayectoria en televisión y teatro, pero también ha desarrollado su carrera como gestora cultural y productora. Hace cinco años, tras la suspensión de la función de La Pérgola de las Flores, dirigida por Héctor Noguera, María Paz regresaba a casa cuando, al llegar a la esquina de Alameda con Ramón Corbalán, recibió el impacto de una bala de una escopeta antidisturbios en su pómulo derecho, disparada por Tomás Rodríguez Soriano, entonces Capitán de Carabineros. A principios de este año, Tomás Rodríguez fue condenado a tres años de presidio menor, pero se le concedió cumplir su condena en libertad.

Por Arlette Cifuentes, Revista La Lengua

Con María Paz reflexionamos sobre el estallido social, la memoria y la idea de justicia en un país donde parece ser más escurridiza que común.

A inicios de octubre de este año salió en la encuesta CEP[1] que el  50% de las y los chilenos consideran que el estallido social fue “muy malo”  para el país ¿Cómo interpretas este resultado? ¿Qué crees que representa para la sociedad chilena de hoy?

Hay un gran porcentaje que asocia el estallido a delincuentes, pero creo que los verdaderos delincuentes son los responsables y cómplices de la impunidad frente a la violencia de derechos humanos en Chile, quienes se han encargado de crear un relato criminalizante del estallido. Frente a ese discurso, creo que mucha gente ha dicho: «yo no quiero tener que ver con esa violencia». Pero las demandas sociales como No más AFP y una mejor educación siguen más activas que nunca.

La pregunta que hay que hacerse es ¿Quién es responsable del estallido social? ¿La gente que sale como loca o la gente que viola los derechos humanos y todos los derechos sociales de las personas que protestan?

Han pasado cinco años y hemos visto más absoluciones de responsables de violaciones a los derechos humanos que fallos a favor de los heridos. En tu caso, hubo una condena remitida, que además se cumple en libertad. ¿Cómo interpretas este resultado?

La verdad, no esperaba otra cosa. Estamos hablando de una institución que, para mí, representa la mayor cobardía en Chile. No es mi intención criminalizar a Carabineros, porque ellos mismos se encargan de denigrarse. Durante el estallido social, cuando hubo saqueos y actos delictivos, Carabineros no hizo nada para detenerlos. En lugar de proteger la propiedad pública y privada, dispararon contra personas inocentes que protestaban pacíficamente.

No atacaron a delincuentes, atacaron a la población civil. Yo vi cómo disparaban al cuerpo de una persona en silla de ruedas durante una marcha. Lo vi con mis propios ojos, no me lo contaron.

Ahora, en mi caso, logré un resultado favorable en el ámbito judicial, y eso me reparó. Cuando escuché el veredicto y se determinó que era culpable de los hechos, fue un momento clave para mí. Comprendí que esta instancia judicial era fundamental para todas las víctimas. Lamentablemente, esto no está ocurriendo de manera generalizada, porque en Chile hay una enorme obstrucción a la justicia por parte del Estado y del gobierno actual.

Me preocupa pensar en el futuro de las víctimas que no han obtenido reparación. ¿Cómo podemos asegurar que esto no vuelva a suceder? La reparación no es solo para la víctima, es un símbolo que garantiza que estos crímenes no se repetirán. Necesitamos saber que los niños de hoy no perderán los ojos por salir a protestar.

¿Qué recuerdos tienes del 18 de octubre de 2019?

Yo tenía función y se suspendió, como ya estaba lista salgo y estaban las micros pasando, lo único extraño era que contra el tránsito, había un piquete de Carabineros con todo el arsenal de dispersión. Las cuatro personas que íbamos caminando recibimos chorros del “guanaco” en la cabeza, como si lo hicieran por entretenerse. Hay un video que lo corrobora.

La persona que me disparó en la cara, había tomado un arma por primera vez ese día. Era un arma antidisturbios prohibida, y no había recibido entrenamiento. Entonces me pregunto: ¿Por qué los Carabineros denigran tanto su propia institución? ¿Por qué no la respetan?

Junto a la idea de memoria que ha costado construir ¿Cómo crees que se va a contar en la historia lo ocurrido con el paso del tiempo?

Confío plenamente en la historia. Las películas que ganarán premios en el futuro se tratarán de los crímenes que se están cometiendo hoy. Los nombres de los Carabineros que hoy actúan con cobardía, que no dan la cara, aparecerán en las películas y en los libros del futuro. La historia es nuestra y la escriben los pueblos. Eso ya es un hecho.

Desde tu espacio laboral y creativo, ¿Crees que hay posibilidad de reescribir la historia desde ahí? ¿Puede el arte y la cultura tener la gigantesca tarea de ayudar a sanar heridas?

Es muy ambicioso pensar que el arte puede hacer eso, sobre todo en un país que no respeta a sus propios artistas. Al contrario, los asesina, los empobrece y los precariza. Sin embargo, la creación sigue existiendo. Por mucho que sigan precarizando e invisibilizando el arte, y aunque el gobierno actual no cumpla con lo prometido respecto al Ministerio de las Culturas, la creación siempre va a permanecer.

No creo que el arte sea responsable de construir un nuevo discurso, pero sí creo que colabora en su creación.

Una de las últimas obras en las que participaste este año se llama No en mi nombre, que narra la experiencia de hijos e hijas que denunciaron a sus padres por violaciones a los derechos humanos. ¿Cómo fue para ti participar en esta puesta en escena?

Una de las cosas que más me llamó la atención fue conocer, precisamente, a los hijos e hijas de genocidas, asesinos y torturadores argentinos y chilenos. El lugar en el que se encuentran es muy doloroso. Muchos deciden cambiarse el apellido y desligarse completamente de sus familiares, mientras que otros, por el contrario, lo conservan, porque sienten que el criminal es el otro, el familiar, y no ellos.

Esto me interesó mucho por el nivel de claridad que tienen al entender los crímenes cometidos por sus padres o familiares, y reconocerlo es muy doloroso. Es aún más doloroso que los propios criminales no reconozcan sus crímenes y, en cambio, se escondan cobardemente.

¿Consideras que las instituciones culturales en Chile han estado a la altura para abordar temas de memoria y violaciones a los derechos humanos en democracia? ¿Qué cambios crees que deberían implementarse en este ámbito?

El problema es que la gestión cultural en Chile se ve como otra industria más, que produce objetos artísticos para vender, como si fueran poleras estampadas o cualquier otro emprendimiento. Pero el arte resuena de otra manera; no siempre busca agradar, y sin embargo, está construyendo algo importante. Esto no lo ha entendido el Estado, que insiste en decir: “hagan obras y véndanlas”. Pero eso no va a suceder, porque muchas obras son una crítica social, o más bien, una construcción social que imagina el futuro y el mundo.

Entiendo que los empresarios privados se pregunten: ¿por qué voy a comprar una obra que me critica? Pero cuando miras lugares con mayor desarrollo cultural, te das cuenta de que es al revés. No es el artista quien postula a un concurso, es el gestor cultural quien busca qué artista puede contribuir. Aquí, en cambio, te dicen que tienes que convertirte en emprendedor, y encima las redes sociales agravan la situación, atrapando y hundiendo a los artistas cada vez más.

Hace tiempo que todo está desarmado. La televisión, por ejemplo, elige a los actores según la cantidad de seguidores. Además, la «fondarización» de la producción artística, es decir, la competencia feroz por los fondos, ha causado un tremendo daño. Nos ha vuelto incapaces de organizarnos o vernos como un solo grupo, porque hay muy pocos recursos y miles de personas compitiendo por ellos. Esto genera competencia innecesaria.

Para finalizar ¿Qué proyectos se vienen para ti?

Ohh es que no los puedo contar, pero se viene cositas, el 2025 va a estar muy ocupado. Lo más cercano es la Muestra de Dramaturgia Nacional en la obra Recordar que dirige de Metre Me gustaría también aprovechar recomendar la sala 8 del Museo de Arte Contemporáneo del MAC porque se está exponiendo en el marco de la exhibición llamada Tramas de  Persistencias: ficcionalización política y realidades fragmentadas en la contemporaneidad. En esa sala hay una exposición súper potente Movimiento Salud en Resistencia, Sobrevivientes de Terrorismo de Estado y  Víctimas de Trauma Ocular.

Por Arlette Cifuentes

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