Los obispos católicos eliminaron su histórica bienvenida a los homosexuales hace una semana, lo que refleja profundas divisiones al final de un encuentro de dos semanas promovido por el papa Francisco para crear un enfoque más misericordioso en el ministerio a las familias.
Los obispos se negaron a aprobar incluso una sección matizada del ministerio hacia los homosexuales que retiraba el tono de bienvenida contenido en un borrador presentado anteriormente en la semana.
En lugar de considerar a los gays como individuos que tienen dones para ofrecer a la Iglesia, el párrafo revisado se refiere a la homosexualidad como uno de los problemas que las familias católicas deben enfrentar. Señala que «a las personas con tendencias homosexuales se les debe dar la bienvenida con respeto y delicadeza», pero repite la enseñanza de la Iglesia en el sentido de que sólo puede considerarse matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer.
El párrafo no logró obtener la mayoría de dos tercios en los votos necesaria para ser aprobado.
Otros dos párrafos relativos a otra cuestión delicada en el sínodo —si los divorciados y los católicos vueltos a casar por lo civil pueden recibir la comunión— tampoco fueron aprobados.
El resultado mostró la profunda división existente en la Iglesia en torno a dos de los asuntos más polémicos que enfrentan las familias católicas.
Pareció que la votación de 118-62 en torno a los párrafos dedicados a la cuestión gay podría ser una protesta de los obispos progresistas, quienes se rehusaron a apoyar las frases matizadas. El documento original señalaba que los gays tienen dones que ofrecer a la Iglesia y que sus parejas, aunque moralmente problemáticas, dan a las parejas homosexuales un apoyo «valioso».
El New Ways Ministry, un grupo de defensores de los gays católicos, se dijo «muy decepcionado» de que el informe final se hubiera retractado de las palabras de bienvenida plasmadas en el borrador. No obstante, señaló que el proceso del sínodo y «la apertura a la discusión abren la esperanza de que en el futuro haya más desarrollo, en especial en el sínodo del año próximo, en que el grupo de participantes será mayor y más diverso, incluidos muchos obispos más orientados a la labor pastoral».
El borrador fue escrito por un clérigo nombrado por Francisco, monseñor Bruno Forte, un teólogo conocido por flexibilizar la pastoral para atender a gente que está unida en forma «irregular». El objetivo del borrador era ser una síntesis de las intervenciones de los obispos, pero muchos conservadores se quejaron de que reflejaba las posiciones de una minoría y tenía una postura excesivamente liberal.
Francisco insistió, en defensa de la transparencia, que el documento completo —incluidos los párrafos que no fueron aprobados— sea publicado con todo y el recuento de votos. El documento servirá como base para el debate futuro antes de otra reunión de obispos en octubre del año próximo, la cual producirá un informe final que será enviado al pontífice.
«Personalmente habría estado muy preocupado y entristecido si no hubiera habido estas… animadas discusiones… o si todos hubieran estado de acuerdo o en silencio en una falsa paz aquiescente», dijo Francisco a los asistentes al sínodo tras la votación.
Los grupos conservadores habían criticado duramente el borrador y propusieron amplias revisiones para restaurar la doctrina de la Iglesia, que considera a las relaciones sexuales entre homosexuales como «intrínsecamente desordenadas», pero que a la vez establece que se debe respetar a los gays, y que sólo puede considerarse matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer.
«Pudimos ver que hay diferentes puntos de vista», dijo el cardenal Oswaldo Gracis, de la India, cuando se le preguntó por las controvertidas secciones del informe sobre los homosexuales y los católicos divorciados y vueltos a casar.
El cardenal alemán Walter Kasper, líder del grupo progresista, dijo que él era «realista» en torno al desenlace
En un gesto inesperado después de la votación, Francisco se acercó a un grupo de periodistas que aguardaban afuera del salón donde se llevó a cabo el sínodo para agradecerles su labor de cobertura.
«Gracias a ustedes y a sus colegas por el trabajo que han hecho», señaló. «Muchas gracias».
Los obispos conservadores habían criticado duramente a los periodistas por reportar el cambio drástico de tono en el borrador, a pesar de que las noticias difundidas por los medios de comunicación simplemente reflejaban el tono del documento.
El gesto de Francisco, y sus palabras dentro del salón del sínodo con las que reprendió a los obispos que están excesivamente apegados a la doctrina y guiados por una «rigidez hostil», así como a esos obispos que mostraron una «santurronería destructiva», indican que está muy consciente de las divisiones que el debate había generado. Su discurso recibió una ovación de pie de cuatro minutos, señalaron los participantes.
Durante la semana pasada, los obispos se dividieron en grupos de trabajo para redactar enmiendas al texto. Fueron casi unánimes en insistir en que la doctrina de la Iglesia sobre la vida familiar sea afirmada con más fuerza y que las familias católicas fieles deberían ser puestas como ejemplo y alentadas, en lugar de que los clérigos se enfoquen en los problemas de la familia y las uniones «irregulares».
Los obispos usaron un tono similar en un mensaje separado dirigido a las familias cristianas el sábado. No hubo mención a familias con hijos gay, mucho menos a padres homosexuales, pero sí se habló de los problemas «complejos y problemáticos» que se presentan cuando los matrimonios se desbaratan y se inician nuevas relaciones.
«Cristo quería que su Iglesia fuera una casa con la puerta siempre abierta para dar la bienvenida a todos, sin excluir a nadie», señaló el mensaje. Curiosamente, la traducción al inglés era menos cálida que el texto oficial en italiano, al concluir la frase luego de la palabra ‘todos’.
El cardenal sudafricano Wilfrid Fox Napier, quien participó en la redacción del documento final, dijo a la Radio Vaticano que el texto refleja una «visión común» que le hacía falta al borrador.
Indicó que las áreas clave de preocupación estaban en «presentar las uniones homosexuales como si fueran algo muy positivo», y la insinuación de que los católicos divorciados y vueltos a casar podrían recibir la comunión sin una anulación.
Se quejó que el borrador fue presentado como la opinión de todo el sínodo, cuando más bien era la de «una o dos personas».
«Y eso hizo enfurecer mucho a la gente (los obispos)», agregó.