Revuelo en Hiroshima por posible demolición de edificios que resistieron la bomba atómica

Sobrevivientes de la tragedia consideran la importancia histórica de contar la tragedia a las generaciones futuras, por ello se oponen a la idea de la demolición.

Revuelo en Hiroshima por posible demolición de edificios que resistieron la bomba atómica

Autor: Nelytza Lara

El antiguo edificio Deshio Nippon Express fue uno de los escasos edificios que sobrevivieron con apenas unos rasguños a los devastadores efectos de Little Boy, la bomba atómica lanzada sobre la ciudad de Hiroshima el funesto 6 de agosto de 1945.

Desde entonces ha tenido varios usos: fábrica y almacén de ropa del ejército japonés, luego hospital de campaña improvisado, también hizo las funciones de centro educativo, de almacén para una empresa de reparto y, finalmente, de residencia para estudiantes universitarios.

Ahora, el paso del tiempo y la escasez de fondos para su mantenimiento amenazan a la infraestructura con ser demolida, cosa que no consiguieron los casi 16 kilotones de potencia explosiva caídos desde el cielo.

Contra esta posibilidad se ha rebelado parte de la población local, que aspira a preservarlo como un recordatorio al natural de las maldades intrínsecas al armamento nuclear, reseñó el diario La Vanguardia.

“Estos son edificios valiosos que nos cuentan el horror que supuso la bomba atómica. Quiero que se conserven todos”, explicó un turista de 69 años que visitaba el histórico lugar. Foto: Archivo Web.

En la actualidad, del complejo erigido en 1913 a apenas 2,7 kilómetros del epicentro de la explosión, tan sólo siguen en pie cuatro edificios, tres de los cuales pertenecen a la prefectura y un cuarto al Gobierno central.

Hace dos años, una inspección rutinaria reveló que su estructura no resistiría el impacto de un fuerte terremoto, habituales en el archipiélago nipón. “No teníamos más opción que tomar medidas, ya que su derrumbe podría dañar a los residentes del vecindario”, confió un funcionario anónimo a France Press.

La administración local calcula que para preservar los tres bloques de su propiedad necesitaría una inversión de unos 8.400 millones de yenes (unos 68,6 millones de euros).

Para evitar semejante gasto, propusieron demoler dos de los edificios para el año 2022 y preservar el tercero, una operación que les saldría por entre 1.400 y 3.100 millones de yenes (11,5 y 25,3 millones de euros respectivamente).

Pero su decisión no gustó en la ciudad, donde todavía escuece el recuerdo de lo sucedido. Iwao Nakanishi, de 89 años, tenía sólo 15 cuando la explosión de la primera bomba atómica lanzada contra una población civil le sorprendió en el interior de uno de los edificios que ahora peligran.

“Considerando la importancia histórica de contar la tragedia a las generaciones futuras, no podemos aceptar su demolición. Nos oponemos firmemente”, subrayó al diario local Mainichi este hombre, que encabeza el grupo de resistentes contra las exca­vadoras. “Las instalaciones pueden utilizarse para promover la abolición de las armas nucleares”, añadió.

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El antiguo edificio Deshio Nippon Express fue uno de los escasos edificios que sobrevivieron con apenas unos rasguños a los devastadores efectos de Little Boy, la bomba atómica lanzada sobre la ciudad de Hiroshima el funesto 6 de agosto de 1945.

Su propuesta goza de cierto predicamento en una ciudad que vio como hasta 140.000 de sus vecinos morían a consecuencia del artefacto americano, y en tan sólo unos pocos días ya ha sido capaz de recoger 15.000 firmas de apoyo (y subiendo).

“Estos son edificios valiosos que nos cuentan el horror que supuso la bomba atómica. Quiero que se conserven todos”, explicó un turista de 69 años que visitaba el lugar.

En la actualidad, sólo 85 edificios construidos antes del lanzamiento de la bomba permanecen de pie en un radio de cinco kilómetros de la “zona cero”.

El más famoso y significativo de todos es la ­cúpula Genbaku, un edificio de estilo europeo de 25 metros de altura que fue reconocido como patrimonio mundial de la Unesco en 1996 y que ahora preside el parque de la Paz.

Por su simbolismo, este lugar ha sido escenario de visitas históricas en las que el ritual aconseja lanzar mensajes pacifistas. Hace tres años, por aquí mismo pasó Barack Obama, el primer presidente estadounidense en visitar la localidad que arrasaron las tropas de su país hace siete décadas.

Más recientemente, el papa Francisco también recaló por estos parajes en su primera visita al país nipón, donde se reunió con algunos de los supervivientes de la masacre y reiteró que “el uso de la energía atómica para la guerra es un crimen”.

Un mensaje que coincide con el de los vecinos que reniegan del derribo pese al gran coste que puede suponer para las arcas locales.

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