Pasan día y noche con hambre, duermen en el suelo, con frío, con la luz siempre encendida, encerrados en una jaula, no ven la luz del sol, están sólos, desorientados y sin sus padres, angustiados, no saben qué hacer ni qué les espera
El hambre y la tortura siguen entre las miserias más lamentables de la humanidad en pleno siglo XXI. Sucede a escala global, de distintas maneras y con diversos propósitos, sobre todo políticos.
Pero llama la atención -lamentablemente- el resurgimiento de la tortura en su más vasta expresión de crueldad, ensañada contra menores de edad -niños inocentes e indefensos- que son separados de sus padres como parte de una política de «tolerancia cero» ordenada y administrada por el magnate y presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Alimentada por el racismo, la supremacía y la xenofobia, la «tolerancia cero» contra los migrantes, sobre todo los latinoamericanos, enfila todo su odio en los centros de reclusión de la policía fronteriza estadounidense, donde miles de niños -encarcelados en jaulas- padecen de hambre, hacinamiento, frío, marginación, insalubridad, miedo y daño psicológico continuado, producto del desprendimiento forzado de sus padres y familiares, en un contexto repleto de amenazas que reciben día y noche.
La desgarradora realidad fue expuesta en testimonios, fotos y audios, donde los propios niños describen las torturas que sufren diariamente.
Un trabajo de Jessica Washington titulado: “We Are Kept in a Cage” Heartbreaking stories from children in border patrol custody («Nos mantienen en una jaula»: Historias desgarradoras de niños bajo custodia de la patrulla fronteriza) y publicado el pasado 27 de junio en la sección de Política de la web Motherjones, muestra una serie de testimonios de los menores de edad que han sido separados de sus padres, luego que las autoridades estadounidenses los detuvieran mientras intentaban entrar como inmigrantes.
Además de pasar hambre, viven encerrados en jaulas
«Nos mantienen en una jaula», fue la frase con la que tituló The Washington Post, una cita que pertenece a un joven de 17 años que intentó cruzar la frontera luego de salir de Guatemala.
El joven relató su sufrimiento junto a su sobrino de ocho años: “No hay espacio para moverse sin pasar por encima de los demás. No nos dieron una estera para dormir, así que tuvimos que dormir en el frío suelo de concreto. Las luces están encendidas todo el tiempo. Los dos estábamos muy fríos. Anoche no dormí, me levanté preocupado por mi sobrino asegurándome de que estaba a salvo».
Esta declaración apareció en un documento judicial presentado y publicado la noche del miércoles 26 de junio, como parte de una demanda que alegaba condiciones de tortura en los centros de detención a lo largo de la frontera suroeste de Estados unidos.
«Es sólo uno de los numerosos relatos desgarradores de niños migrantes a quienes, según la demanda, se les niega alimentos, atención médica, agua limpia y un sueño adecuado. Otros testimonios en el documento provienen de médicos que recientemente visitaron las instalaciones», agrega el texto peridístico.
Otro niño relató las fortísimas condiciones. Es de Guatemala y tiene 12 años. Según el documento, el menor dijo a los abogados que había sufrido de hambre mientras se encontraba bajo la custodia, pero el maltrato de los policías le hacía tener «demasiado miedo a los guardias» para pedir comida.
«Tengo hambre aquí todo el tiempo», dijo el niño guatemalteco. «Tengo tanta hambre que me desperté en medio de la noche con hambre. A veces me despierto del hambre a las cuatro de la madrugada, a veces a otras horas. Estoy demasiado asustado para pedirle a los funcionarios de aquí más comida, a pesar de que no hay suficiente comida para mí».
El mismo niño contó que su miedo a los guardias surgió cuando estos esposaron a otro niño que había logrado colarse en un depósito para obtener comida. Al ser descubierto, los custodios gritaron al grupo de niños que si llegaban a tener comida escondida, irían a la cárcel.
Con hambre y sin medicamentos
Las duras condiciones de estos niños en esos centros generaron protestas la semana pasada. Eso originó que cientos de niños fueran retirados de las instalaciones de la comisaría de Clint, en Texas (frontera con México), pero posteriormente muchos de ellos fueron recapturados y enviados de vuelta al centro de detención.
Una de esas niñas que logró salir y se encuentra -por ahora- libre, tiene apenas cinco años de edad. Ella relató que mientras estuvo en Clint, siempre estuvo angustiada, pues fue separada abruptamente de su padre, con quien viajó desde Honduras.
«Me fui de Honduras con mi padre porque Honduras es un lugar peligroso para vivir. Me detuvieron con mi padre. Los agentes de inmigración me separaron de mi padre de inmediato. Estaba muy asustada, asustada, lloré, y no he vuelto a ver a mi padre«, confesó la pequeña quien acotó que en el centro le negaron atención médica después de enfermarse bajo custodia.
«He tenido resfriado y tos durante varios días. No he visto a un médico y no me han dado ningún medicamento», agregó la niña.
Otro testimonio confirmó la tortura y daño psicológico que viven los niños. Fue el de Dolly Lucio Sevier, una pediatra que ingresó a las instalaciones de McAllen -el 15 de junio- para realizar exámenes a los niños y bebés que se encuentran allí.
«Las condiciones en las que están recluidos podrían compararse con las instalaciones de tortura», denunció Sevier. «Están en temperaturas frías extremas, con las luces encendidas las 24 horas del día, sin acceso adecuado a atención médica, saneamiento básico, agua o alimentos adecuados».
En 2018, en Biloxi, Mississippi, Trump argumentó que los niños eran utilizados por los migrantes como «escudo» por personas –«agarradores»– que, según él, no eran padres, un pretexto utilizado para disminuir el escándalo.
En un archivo de voz difundido por varios medios de comunicación, es posible escuchar los relatos de los pequeños infantes que lloran pidiendo ver a sus padres. La grabación, registrada el pasado 18 de junio, la publicó la abogada Jennifer Harbury.
A pesar de esos audios y los otros documentos filtrados, la secretaria de Seguridad Nacional de Trump, Kirstjen Nielsen, asegura no haber escuchado tales audios e insiste que su Gobierno «ofrece un trato humano» a los niños detenidos.
Pero, más allá de las aclaratorias a la prensa están los hechos, y uno de los más lamentables ha sido la orden del Gobierno de Trump al Departamento de Inmigración para que los mismos niños que pasan hambre, acudan solos a los tribunales a defenderse ante la justicia estadounidense.
Ya no separarán a niños de sus padres: todos irán a la misma jaula
El pasado 20 de junio, Trump ordenó poner fin a la ley -activa desde abril pasado- que separa a los niños de sus padres migrantes, ahora todos estarán juntos en la misma jaula.
El decreto de Trump no menciona las condiciones de tortura que sufren los detenidos, padres e hijos por separado, sino que busca disminuir las presiones y el escándalo, justo cuando falta un año para su reelección presidencial.
El decreto lo firmó Trump a pocos días de haber dicho que estaba de manos atadas y que la solución la tenía el Congreso y no él. Pero el escándalo pudo más y así fue como firmó una orden ejecutiva que echó para atrás su política fronteriza.
Trump reiteró que la «tolerancia cero» está en marcha. A los migrantes los procesarán penalmente como criminales.
Pero ni el mismo Trump puede asegurar que su decreto se cumpla, pues persiste una excepción para los casos en los que exista “preocupación” por el “bienestar” de los niños.
El incremento notable de las separaciones de niños y padres migrantes se recrudeció en abril pasado, después de que el fiscal general, Jeff Sessions, anunciara la aplicación de la política de “tolerancia cero”.
Desde mayo de 2019, unos 2.300 menores de edad fueron separados de sus padres al cruzar la frontera, según datos de las mismas autoridades migratorias estadounidenses.
El decreto de Trump además no detalla qué y cómo hará su gobierno con las familias detenidas, y sobre todo, cómo reunirá a las que ya se encuentran separadas.
«Reemplaza una crisis con otra. Los niños no deben estar en una cárcel, incluso si es con sus padres, bajo ninguna circunstancia», dijo en un comunicado Anthony Romero, director ejecutivo de la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos.
«Si el Presidente cree que meter a los niños en la cárcel con sus padres es lo que la gente le estaba pidiendo, está terriblemente equivocado», agregó.
Los padres van a prisiones federales y sus hijos quedan en custodia del Cuerpo de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP). Las instalaciones son administradas por la Oficina de Refugiados del Departamento de Salud.
Bachelet «impactada» por las «pésimas condiciones» que viven los niños
La alta comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ACNUDH), Michelle Bachelet, hizo referencia este lunes a las «pésimas condiciones» a las que están expuestos los niños separados de sus padres y terminan detenidos por la policía fronteriza del gobierno de Donald Trump.
«Como pediatra, pero también como madre y ex Jefa de Estado, estoy profundamente impactada por que haya niños obligados a dormir en el suelo en instalaciones abarrotadas, sin acceso adecuado a atención médica ni alimentos y en pésimas condiciones de saneamiento”, indicó Bachelet en un comunicado difundido por su organismo en Ginebra.
De acuerdo con su despacho, Bachelet está consternada por las condiciones degradantes en que se encuentran los inmigrantes detenidos en Estados Unidos tras cruzar la frontera y pidió que se busquen para ellos alternativas que no los priven de su libertad.
Asimismo, solicitó que no se detengan ni se separen a los niños de sus familias; e instó a que las autoridades estadounidenses encuentren «alternativas» que no impliquen su encierro.
Las oficinas de la ACNUDH para los derechos humanos en México y Centroamérica han documentado también numerosas violaciones de los derechos humanos contra migrantes y refugiados que están en tránsito hacia Estados Unidos.
Entre los abusos identificados están el uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias, separación de familias, negación de servicios esenciales, así como repatriaciones y expulsiones forzadas.
Varias instancias de derechos humanos de la ONU han establecido que la detención de los niños migrantes puede llegar a considerarse como un «trato cruel, inhumano y degradante que está prohibido por el derecho internacional«.
Los audios e imágenes de decenas de niños llorando encerrados en jaulas y víctimas de condiciones de tortura y hambre, difundidos por los medios en días recientes, han generado fuertes críticas sobre la política hostil de Washington.
Los señalamientos contra Trump se han generado desde sectores sociales, económicos y religiosos, así como del bando del Partido Demócrata e, incluso, desde su propio Partido Republicano.