Dos soldados, uno argentino y uno inglés, se erigen como ejemplo de perdón, bondad y entendimiento. Julio Aro y Geoffrey Cardozo trabajaron juntos para identificar a excombatientes argentinos que perdieron su vida en la Guerra de Las Malvinas de 1982 y luego fueron enterrados en el archipiélago austral.
La agencia Télam reveló que, precisamente, por esa labor humanitaria ambos son candidatos al premio Nobel de la Paz 2021. Así lo informó el Comité Noruego del Nobel, que anualmente entrega la distinción en Oslo.
Su nominación se justifica por el hecho de «impulsar el proceso de identificación de los soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas», reseñó la agencia italiana ANSA.
Tras conocerse la noticia, desde Mar de Plata, Aro manifestó sentirse «muy emocionado» por la nominación. Asimismo, aprovechó la ocasión para afirmar: “Ya tenemos un premio Nobel que nos da paz. Es el abrazo y agradecimiento de las madres y las familias» de los soldados identificados.
“Ya hablé con Geoffrey, que también está enterado. Las mamás (de los excombatientes) también. Tengo el celular repleto de mensajes que me rompen el corazón. Me tratan como a un hijo y eso me emociona muchísimo», declaró Aro, citado por Télam.
Cómo comenzó su aventura por el Nobel
Aro relató una vez que todo empezó después de visitar el cementerio de Darwin. Allí encontró que casi la mitad de las tumbas estaban identificadas con una leyenda: «Soldado argentino solo conocido por Dios».
De inmediato, comenzó a reunirse con veteranos de guerra británicos y fue cuando conoció a Cardozo. El inglés había recogido los cadáveres de los argentinos y proporcionó información que fue central para la identificación.
Seguidamente, nació la fundación «No me olvides«. A través de ella emprendieron las acciones que al final logró identificar la identidad de los caídos argentinos.
Argentina tiene dos premios Nobel de la Paz. En 1936, Carlos Saavedra Lamas, canciller y político, quien lo ganó por su labor fundamental en el logro de la paz entre Bolivia y Paraguay, tras la Guerra del Chaco, entre 1932 y 1935.
Y luego en 1980, Adolfo Pérez Esquivel, prisionero de la última dictadura militar y destacado defensor de los derechos humanos. Lo recibió por sus acciones contra ese régimen de facto y la búsqueda de justicia por los crímenes de lesa humanidad.