Por: Álvaro Bustos Barrera
La reconocida y pintoresca ciudad de Valparaíso cuenta con un sinnúmero de opciones de entretención y oferta culinaria para los miles de turistas que la visitan durante el año. Incluso, hay quienes dan cuenta de que el balcón que mira al océano pacífico es mucho más que bares, calles empinadas, ascensores, trole buses, muelles, recovecos marinos y esas casas de colores que parecen colgar de los cerca de 44 cerros que la componen.
Y es que “La Joya del Pacífico”, ofrece un importante abanico de las llamadas “cafeterías patrimoniales”, que se han ganado con ñeque un espacio en el circuito gastronómico del Puerto. De hecho, “Sabores Ciudadanos” recibió una invitación de la Corporación Regional de Valparaíso, para conocer y reseñar algunos locales emblemáticos de la ciudad.
Preguntando por ahí y por allá, mis pasos me llevaron a uno de los sitios elegidos, muy cerca del mismísimo edificio donde se encuentra la Dirección Regional de la Aduana de Valparaíso.
A tan solo unos metros de la histórica obra, se encuentra el Café Aduana en calle Cochrane #25. Un lugar que ha sobrevivido a distintas situaciones adversas, como el conflicto portuario de los trabajadores eventuales de Valparaíso (nov. 2018), el estallido social de inicios del 2019 y, para rematar, la Pandemia del Covid. Todos estos eventos sin duda golpearon a la industria gastronómica de la ciudad y obligó a muchos, a bajar sus cortinas hasta nuevo aviso.
Pero como reza el dicho popular “no está muerto quien pelea”, esta cafetería de especialidad, a cargo de su dueña, Susana Contreras, logró ponerse de pie y darle vida a este espacio patrimonial que debió ser restaurado y que hoy se encuentra disponible para quien busque un lugar donde poder beber un buen café de grano, tener un servicio de calidad y probar productos de emprendedores locales.
Ingresé al lugar a eso de las 11:45 de la mañana y lo primero que recibí fue una sonrisa, un saludo de bienvenida y una sensación de estar en el sitio correcto. “Buen día, adelante”, me dijo una joven señorita perfectamente peinada de no más de 25 años de edad y que lucía un delantal de mezclilla con el logo del café y una frase en inglés: Garden Bar & Coffee Shop.
Te recomiendo buscar una mesita cerca de las ventanas para recibir la luz natural y dejarte sorprender por su decoración e infraestructura. Muros de ladrillos de la construcción inicial, techo alto, vigas a la vista, piso de madera y baldosas originales, mesas y sillas vintage, un espacio para la lectura, pero, sobre todo, cafetería de primer nivel es lo que podrás encontrar en Aduana, además de preparaciones cuidadas y frescas como quiches, cremas, postres caseros, entre otros.
Me acomodé en una mesa redonda, muy cerca de la entrada y solicité la carta para ver las opciones. Rápidamente comencé a ojear las bondades del local y me percaté de que hay una gran variedad. Desayunos típicos como la pailita con huevos y pan batido (marraqueta) con té espresso o americano ($4.800), tostadas con palta + té, espresso o americano ($5.800) bowl de frutas ($4.800) y tostadas frutales servidas en pan de masa madre, queso fresco, palta, arándanos, ciboulette y semillas de sésamo ($4.900).
En cuanto a los brunch (a contar de las 12:00 horas), Café Aduana pone a disposición de sus clientes 2 quesadillas a elección: Queso + choclo + champiñones o queso + palta + tomate cherry ($4.800). También existen las tostadas mediterráneas, pan de masa madre servido con 3 ingredientes como opción: palta, champiñones, tomate cherry, hummus, huevo, rúcula o queso feta ($4.900) o el clásico omelette, tomate cherry, champiñones, queso y ciboulette, servido con pan ciabatta ($5.800).
Pero la oferta no termina aquí, ya que para los más antojados existen los denominados “dulcesitos”, medialunas normales ($1.000) y rellenas ($1.800), pie de limón y maracuyá ($3.500), kuchen manjar nuez ($3.500), entre otras tentaciones difíciles de rechazar.
Ojo, si te pilla la hora de almuerzo por el histórico Barrio Puerto, la cafetería también tiene atractivas opciones como el menú del día ($10.990), cremas de verduras ($3.000), sándwiches o ensaladas… te recomiendo la frescolina, un mix de hojas verdes, pollo o huevo duro, quesillo, pepino, pimentón verde, alcachofa, palta y cebolla, servida con vinagreta estilo griega ($8.500).
El Café Aduana es un lugar mágico, cálido, histórico, un espacio donde no solo puedes consumir un desayuno, un brunch o algo para almorzar. Acá sentirás las ganas de quedarte más del tiempo que tenías pensado. Puedes tomar uno de los libros que están disponibles en un mesón y dejar pasar el rato con una novela, escuchar a lo lejos el sonido del ir y venir del terminal marítimo o simplemente ver cómo entra la luz por una de las ventanas de entrada.
Tomo el último sorbo del espresso que había ordenado minutos antes y saboreo el pequeño trozo de banana bread que quedaba sobre un antiguo platillo de mesa. Miro de reojo a Susana Contreras y mientras la veo acercarse, me adelanto y le digo que mi estadía en su local me dejó con una sensación de querer volver y que, si de mí dependiera, disfrutaría un rato más. Sin embargo, debo partir y recorrer otras cafeterías patrimoniales de la región, incluyendo otro tanto del mágico Valparaíso, Quillota y Putaendo.
Al cierre de esta crónica y luego de dos días intensos visitando otros negocios de la zona que son parte de esta ruta, les recomiendo: Cafetería Waddington (@cafeteriawaddington), Porto Magiore (@portomagiorecafeteria), Café Callejón (@callejon.cafe), Cafeína (@cafeinavalpo), Wip Café (@wip_cafe), Café Independencia (@independenciacafe_), Puro Café (@purocafe_valparaiso), en Quillota, Café Miranda (@cafemirandachile), Café Zorzal (@café.zorzal), Café Dominga (@domingacoffelounge) y en Putaendo, Culturia Café (@culturia.cl)