El desembarco no partió en Santiago. Es un dato que por décadas han compartido los melómanos que conocen el vínculo personal que unía a bandas como Pinochet Boys, Emociones Clandestinas, Electrodomésticos y Los Prisioneros. Entre los hitos del rock penquista circula el esfuerzo de los estudiantes de Medicina de la Universidad de Concepción que aprovecharon el viaje que uno de ellos hizo a París a fines de la década de 1970 para volver cargado con discos de punk, post punk y new wave a un país sumido en un apagón cultural y cómo la difusión que hicieron a través de un show de radio contagió a quienes se transformaron en la verdadera voz de los 80.
El libro “New Wave: vueltas de la vida en 45 rpm” (Economías De Guerra, 2024) ofrece el testimonio en primera persona de la participación del doctor Marcos Vergara en el espacio radial Nueva Dimensión junto a su compañero Felipe Raurich, el viajero que regresó de Europa cargado de música imposible de conseguir en un país aislado por la política y víctima de la geografía, donde las únicas opciones para la juventud parecían ser abrazar un rock progresivo que ya se les hacía añejo o retroceder hacia los emblemas culturales de la Unidad Popular como el Canto Nuevo.
En un relato que combina la autobiografía con la crónica musical, sus páginas describen a través de tocatas, ensayos y fiestas la efervescencia política y social que vivió el cirujano en el sur de Chile y cuando se radicó en Santiago, donde entabló amistad con un trío de estudiantes de San Miguel a los que mostró los sonidos de UB40, Dead Kennedys y The Cure. “(Marcos Vergara fue) un gran amigo e influencia musical para Los Prisioneros. Lo conocimos en 1983, justo cuando nos cambiamos de nombre de Los Vinchukas a Los Prisioneros. Comenzamos a ir a su casa a escuchar música y, la verdad, conocimos muchísimos discos en esas buenísimas tertulias musicales (…) Deben tener en cuenta que en esos días no era como hoy, costaba conocer a las bandas” escribió Claudio Narea en sus redes sociales.
El texto viene acompañado de imágenes del destacado fotógrafo nacional Gonzalo Donoso, quien dijo haberse acercado a Raurich y Vergara en su adolescencia para pedirles que le grabaran música, cuando la única vía para acceder a Buzzcocks, The Police y Stranglers fuera del dial era el traspaso de vinilo a cassette. En conversación con Lejos De La Multitud, una plataforma dedicada al rescate de música, cine, y literatura, Donoso relevó la importancia de los eventos que se realizaban bajo Estado de Sitio en El Trolley y Matucana 19, así como de los actores que al igual que Vergara buscaban masificar arte con espíritu contestatario. “(Carlos) Fonseca fue un gran divulgador no solo porque tuvo una disquería como Fusión, sino porque también fue el mánager de Los Prisioneros y uno muy bueno. Fue un personaje importante en la historia y gracias a sus esfuerzos lograron llenar el Estadio Nacional dos veces cuando se reformaron”.
En la presentación del libro realizada en el Espacio Literario de Ñuñoa la periodista Marisol García contrastó la profundidad emocional del texto frente a ciertas publicaciones locales que se enfocan en la reiteración de datos y trivia. “Marcos entiende que la riqueza y el valor del testimonio no está en el recuerdo por el recuerdo, sino que en la asociación del encuentro y las pistas sobre lo que se ha atestiguado que pueden resultar reveladores. En sus descripciones hay conocimiento, pero también cariño, entusiasmo, agudeza. Esas cosas no son frecuentes en los libros que se publican sobre música”.
“Él ofrece el retrato de un círculo de melómanos unidos en el intento de hacer música en el Chile de los años 80 bajo las circunstancias que existían. Ese es un mundo al que le debemos mucho cariño, porque es un mundo que entiende que en las escenas musicales están los artistas, las audiencias, pero también están los divulgadores. En Chile no pensamos lo importante que son los divulgadores, que son las personas que están al medio y que conectan músicos, escenas, proyectos. Yo incluiría dentro de esa labor de divulgación a Marcos Vergara y a este libro, que rinde un homenaje al tipo de miradas sobre la música que aprecio y agradezco”, agregó la investigadora.
En el evento el autor del libro recordó el impacto que significó para él y sus amigos descubrir la existencia de artistas como The Clash, Wire, XTC, The Cramps, Gang Of Four y Glaxo Babies. “Estábamos frente a una diversidad de música, estilos y creatividad. Se venía una ola grande sobre la música pop y parecía ser que no hacía falta tanto dedo para el piano, pero si una gran cuota de deseo, creatividad, talento y una actitud en escena (…) No fui un actor directo porque mientras mis amigos se juntaban a bailar en el living de mi casa con la música que ponía, yo formaba parte de una familia formal. Era un testigo que deambulaba por estos lugares, agradecido de esta avalancha de música que se nos venía”.
Al tiempo que agradeció el apoyo y la amistad de creadores como Jorge González, quien escribió el prólogo del libro, Vergara narró la anécdota que lo movilizó a dejar testimonio de sus vivencias. “Un día leí en El Mercurio una entrevista a Leónidas Montes, director del Centro de Estudios Públicos, el think thank de la derecha y el empresariado de Chile. Ahí cuenta sus andanzas en el new wave, como estuvo en galpón de Matucana, vio a Los Electrodomésticos y supo de los Pinochet Boys. El hombre se había estado moviendo en el mismo ambiente en el que yo me movía. La envidia mueve al mundo y bajo esa convicción me dije: este gallo no va a salir contando la historia del new wave chileno, esa historia la tengo que contar yo”.
Pueden ver una conversación en video con Marcos Vergara y Miguel Conejeros (Pinochet Boys, Parkinson, Fiat 600) en este sitio web.
Por Carlos Aliaga
Crédito fotografías: Gonzalo Donoso