Aunque los sectores recalcitrantes de la derecha en América Latina -impotentes ante la ola de liderazgos y gobiernos progresistas- se resisten a perder las jugosas ventajas que obtuvieron gracias al criminal modelo neoliberal, y por eso dan coletazos como el golpe de Estado en Honduras, o se amenaza a la región con la presencia de tropas norteamericanas en siete bases militares de Colombia, las circunstancias políticas en la región dan para el optimismo.
Así lo considera el reputado científico social argentino Atilio Borón en entrevista concedida al Observatorio Latinoamericano.
Destaca, por ejemplo, el avance que viene teniendo un mecanismo de cooperación como la Alternativa Bolivariana para América (ALBA), al tiempo que considera que la crisis del capitalismo está impulsando a los países del hemisferio a buscar mecanismos efectivos de integración.
En el ámbito mundial, Borón opina que «las condiciones objetivas son extremadamente favorables en la actual coyuntura para derrotar al capitalismo y generar un proceso revolucionario, siempre y cuando se articule una gran instancia mundial que logre coordinar la lucha de los movimientos sociales y de los partidos políticos de izquierda». Para ello, recomienda que una instancia como el Foro Social Mundial sea el llamado a avanzar en esa dirección, pues según dice, «debe dejar de ser el gran escenario de debate y de la pluralidad de los sujetos para transformarse en la instancia articuladora de la lucha que hay quedar contra el capitalismo».
«Así como el capitalismo está librando una lucha planetaria para enfrentar su crisis, los movimientos sociales y las fuerzas progresistas no pueden dar una lucha local, parcial y parroquial, sino que es necesario concretar una coordinación mundial de todas las resistencias a lo largo y ancho de todos los continentes. Este es el gran desafío de los actores populares», señala el sociólogo argentino.
AISLAR EL GOBIERNO COLOMBIANO DE URIBE VÉLEZ
Dos temas en los últimos meses han sido motivo de cuidadoso análisis por parte de Borón. Por un lado, la amenaza regional que ha desplegado el presidente Álvaro Uribe Vélez al invitar, motu propio, al Comando Sur de los Estados Unidos a operar al menos siete bases militares en Colombia; y por otro, el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya en Honduras.
Respecto del caso colombiano, este politólogo ha sido categórico al señalar que «hay que oponerse a las bases extranjeras en la región, adoptando toda clase de iniciativas, como por ejemplo, aislando a los gobiernos que favorecen la instalación de las mismas. No puede haber ninguna clase de equívoco o duda sobre el objetivo de estas bases militares de Estados Unidos: constituyen un apoyo en tierra fundamental para la plena participación de unidades del ejército norteamericano, no en el combate contra el narcotráfico o la guerrilla, sino para un despliegue militar en esta zona en donde es muy fácil prever que Colombia va a incurrir en actos de provocación tendientes a generar una guerra con Venezuela».
Para Borón, «el presidente Uribe es un personaje que está absolutamente maniatado, porque el prontuario por sus vinculaciones con el narcotráfico y sus nexos con los paramilitares hacen de él un personaje al que si Washington le pide setenta veces siete bases militares se las va a dar, porque sabe que si no su destino es el de Manuel Antonio Noriega, el ex presidente de Panamá y colaborador de la CIA que se encuentra preso en Estados Unidos con una sentencia de por vida».
AMBIGÜEDAD DE OBAMA
En cuanto al golpe de Estado propinado por sectores fascistas de Honduras, Borón ha criticado la postura ambigua asumida por el gobierno norteamericano del presidente Obama, «producto de la puja interna dentro de la administración» que facilitó la usurpación del poder.
Sin embargo, «el inicial rechazo al golpe manifestado por Obama fue luego atenuado y entibiado por su antigua rival, la secretaria de Estado Hillary Clinton; el carácter indisimulablemente retrógrado de Roberto Micheletti y su entorno, así como la interminable sucesión de exabruptos e insultos dirigidos a Obama cada vez que la Casa Blanca expresaba alguna crítica a Tegucigalpa, fueron creando una atmósfera cada vez más antagónica en relación con los golpistas».
PREMIO UNESCO JOSÉ MARTÍ
Por su acuciante actividad investigativa y sus profundos análisis de la realidad latinoamericana, el pasado mes de julio de 2009 le fue concedido a Borón el Premio Internacional José Martí por parte de la Unesco.
Con este reconocimiento se resalta también su sólida trayectoria académica. Su condición de observador político, catedrático universitario y analista de la realidad socioeconómica de América Latina le permite tener una visión muy certera de los fenómenos sociales que vienen suscitándose en el continente.
Ph. D. en Ciencia Política de la Universidad de Harvard, Magister en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Santiago de Chile, y Licenciado en Sociología con diploma de honor de la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires, Borón cuenta además con una amplia experiencia como docente. Desde 1986 está vinculado con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la cual fue su vicerrector, es investigador principal del Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Argentina (Conicet). Entre 1997 y 2006 se desempeñó como secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), ha sido profesor visitante de varias universidades del mundo (entre ellas, Columbia, MIT, Ucla) y actualmente se desempeña como director del Pled, el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Autor de varios libros, entre los cuales se destaca Imperio e Imperialismo, que obtuvo en 2004 el Premio honorífico de ensayo Ezequiel Martínez Estrada de Casa de las Américas.
EL CAPITALISMO CONVIERTE TODO EN MERCANCÍA
En su discurso al recibir el Premio Internacional de la Unesco José Martí el pasado 17 de julio en La Habana, Borón hizo el siguiente símil:
«Si el rey Midas de la mitología griega convertía en oro todo lo que tocaba, y caía víctima de ese don, el capitalismo convierte en mercancía todo lo que toca, desde los alimentos hasta las más elevadas manifestaciones del espíritu humano, pasando por la educación y la cultura y llegando, en esta loca carrera autodestructiva, hasta la propia naturaleza, fundamento último de la vida en nuestro planeta».
Respecto de la concepción hegemónica de los Estados Unidos señaló que sus intereses «poco o nada se modifican en función de las características de los ocasionales ocupantes de la Casa Blanca, sean éstas su extracción económica, su orientación ideológica o la pigmentación de su piel: un aristócrata como Teodoro Roosevelt, plebeyos como Ronald Reagan o Harry Truman, un magnate como John F. Kennedy o un afrodescendiente como Barack Obama son todos igualmente funcionales a la hora de desempeñar las tareas que les cabe como jefes del imperio. Hoy más que nunca es preciso no dejarse engañar por las apariencias».
«Decía Martí que los norteamericanos ‘creen en la necesidad, en el derecho bárbaro como único derecho: esto es nuestro, porque lo necesitamos’, sentencia ésta que prefigura con un siglo de anticipación la más reciente innovación doctrinaria norteamericana en materia de seguridad: la ‘guerra preventiva’ contra todo aquél que sea definido como una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos».
LA IDEOLOGÍA NEOLIBERAL ESTÁ MUERTA
En su oficina del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (Pled) que dirige, y el cual hace parte del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, localizado en la populosa Avenida Corrientes de Buenos Aires, Borón con su deferencia característica nos atiende para responder a nuestros interrogantes.
¿Es dable hablar en América Latina, en esta coyuntura, al despuntar el siglo XXI, de una reconfiguración del sujeto político?
Yo creo que está en proceso. Eso sí, si lo miramos como un proceso en marcha, es válido hablar de una reconfiguración. Es un sujeto político que en algunos países se ha ido reconstituyendo antes que en otros.
Me parece que hay algunos avances por ejemplo en el mundo andino, fundamentalmente en Ecuador y en Bolivia, cuyos procesos son bien interesantes; es lo que explica hoy la solidez de la legitimidad de gobiernos como el de Evo Morales y el de Rafael Correa.
También hay una cosa parecida, aunque tiene matices propios que lo distinguen en el caso venezolano, que ha sido hecho con rasgos distintos. Venezuela es un caso muy especial, es un mundo andino, pero al mismo tiempo, un mundo caribeño. Y digo un mundo andino porque es algo muy especial, tiene una gran tradición que arranca de épocas precolombinas, de organización popular de base.
Eso es un dato que muchas veces los sociólogos pasan por alto pensando que las sociedades tradicionales, precapitalistas, carecían de esta forma de organización popular, pero no, no era cierto. Tenían formas comunitarias muy, muy fuertes que están en la base de la emergencia de movimientos verdaderamente potentes en América Latina como son los que vemos en Bolivia, Ecuador o en Perú, y no sé si en parte de Colombia también.
Entonces, ese sujeto está en reconstitución. Es un proceso lento porque la fragmentación que el capitalismo neoliberal produjo en las clases populares fue muy profunda. Destruyó la unidad que traían del pasado. Si tú comparas lo que era el mundo obrero popular en cualquiera de nuestros países en la década de los sesentas con lo que es hoy, la diferencia es abismal. ¿Por qué? Porque en el medio ha habido procesos de precarización laboral, de expulsión de fuerza de trabajo de los empleos formales, y esto ha producido una atomización, una dispersión del universo popular, lo cual complica mucho a la hora de darle una unidad política, una unidad organizativa a un conjunto tan heterogéneo como este.
En reciente videoconferencia en la Universidad Nacional de Colombia, usted dijo que el modelo neoliberal estaba muerto, no obstante es evidente que en Chile, México, Colombia, e inclusive Argentina, siguen manteniendo este modelo. ¿Por qué hace esa aseveración?
Porque ese modelo está muerto ya en los países centrales y eso se propaga lentamente hacia la periferia. Pero, evidentemente, hoy en día hablar del neoliberalismo en países como los Estados Unidos, y lo mismo en la Unión Europea, donde el reforzamiento del papel del Estado en la vida económica ha llegado a superar, inclusive el que tenía en las épocas del keynesianismo, me parece que ya es un anacronismo.
Incluso, uno de los grandes pensadores y articuladores de la propuesta neoliberal como Allan Greenspan lo reconoció señalando que el mundo ya jamás va a volver a ser como era antes. Por lo tanto, el neoliberalismo como esa ideología de decir liberalicemos todas los contactos económicos, las transacciones económicas, privaticemos todo, dejemos todo en manos del mercado, que los individuos en su egoísmo individualista sean capaces de resolver sus problemas, etcétera, eso ha quedado totalmente sepultado.
Claro que como acá llegaron bien tarde las noticias de la caída de Fernando VII cuando era rey de España, producto de la invasión napoleónica, se demoraron varios años, lo mismo pasa ahora y a varios sectores les cuesta tomar nota.
Es diciente lo que está pasando en un gobierno como el argentino, que de repente ha tenido que adoptar medidas tales como estatizar los fondos de pensión que estaban en manos privadas. ¿Por qué? No por una vocación socializante del gobierno de Cristina Kirchner, sino porque esos fondos estaban al borde de la banca rota, y tuvieron que ser rescatados por el Estado para evitar su desplome. Lo mismo con la empresa Aerolíneas Argentinas que ha sido vaciada y saqueada por los capitales españoles y el gobierno argentino no tuvo más remedio que retomarla, y lo mismo pasó en Chile donde también había problemas con los fondos de pensiones que hizo que el gobierno neoliberal de Bachelet tuviera que meter mano en el asunto.
O sea, esta gente está abandonando el neoliberalismo con medidas puntuales y todavía no se han dado cuenta de que tales medidas obedecen a un agotamiento de un ciclo, lo cual no quiere decir que se acabe el capitalismo. Yo creo que es muy importante distinguir entre neoliberalismo como una fase especial en el desarrollo del capitalismo y el capitalismo en sí.
¿Y el sistema capitalista no estará agonizando?
El neoliberalismo está agotado, está muerto en el corazón del sistema capitalista. El capitalismo sigue vivo todavía, y va a seguir vivo por un tiempo, por que para que desaparezca el capitalismo hace falta que alguien lo haga desaparecer, no se cae solo. El capitalismo no es un sistema que se cae solo, es un sistema que tiene una enorme resistencia, una enorme capacidad de volver a ponerse en pie, de superar su propia crisis y por lo tanto lo que se requiere es que haya un actor social que sea capaz de darle el golpe de nocaut.
Y ese actor social, en el mundo desarrollado, todavía no ha aparecido, esto es evidente, en el mundo desarrollado tú no tienes ese actor. Si hubiéramos tenido ese actor en los Estados Unidos el capitalismo estaría en el suelo, pero no existe y tampoco lo hay en Europa. Infortunadamente los antiguos partidos comunistas europeos se han convertido, casi, en adalides del neoliberalismo. Entonces realmente es muy difícil pensar que ante condiciones de ausencia de actores que lo quieran hacer caer, el capitalismo se va a caer. Pero se está debilitando y mucho.
LA RAPACIDAD DE ESPAÑA SIGUE INTACTA
En América Latina se observa un capitalismo de saqueo que usted ha calificado de «recolonización» de España en plena época del bicentenario de la emancipación de nuestros pueblos, aunque si bien ahora los ibéricos ya no vienen con carabelas, espada, ni monjes. En España dicen que aquí no hubo procesos de emancipación anticolonial. ¿A qué atribuye ese discurso?
Es parte del mismo discurso que los españoles forjaron al amparo del Psoe, en la época de Felipe González, cuando dijeron que en realidad no había habido conquista de América, sino un encuentro de civilizaciones. O sea, una falsedad gigantesca como esa. Ahora lo que están diciendo es que en realidad ellos no quieren que las celebraciones del bicentenario sean sobre la lucha independentista de las colonias iberoamericanas en contra de sus amos coloniales, sino que quieren presentarlo como parte de un proceso básicamente interno y sostienen que fue una lucha entre facciones internas; no fue una lucha contra ellos, una lucha entre dos sectores que no se pusieron de acuerdo, había un sector más radical, y otro sector liberal, pero agregan que los españoles estaban también en plena lucha en ese momento, porque enfrentaban la ocupación del ejército napoleónico.
De lo que se trata es de dulcificar, atenuar, lo que fue el proceso de independencia de América Latina con el objeto de congregar más a la confusión general y hacer pensar que España es nuestra aliada, es nuestra socia, que tiene con nosotros una relación especial, cuando España ha demostrado en los últimos años en América Latina que la rapacidad que le conocimos en la época de los viejos conquistadores, sigue presente hoy con sus empresas y con su afán de controlar los sectores claves de la economía en nuestros países.
Desde el punto de vista político, ¿América Latina en su concepto sigue siendo una ficción o ya hay procesos de integración que se pueden mirar con esperanza?
No. No es una ficción. A quien tenga duda de esto hay un hermosísimo libro de Roberto Fernández Retamar que se llama Todo Caliban en donde explica, muy bien, la naturaleza no ficcional de América Latina. América Latina nunca fue una ficción, fue siempre un continente con una unidad de origen y de destino, con una cultura común y una situación compartida en materia internacional en tanto sector oprimido por el imperialismo.
Pero lo que marca hoy la diferencia, que está emergiendo con mucha fuerza, es una conciencia emancipadora latinoamericana. Y en ese punto tenemos que enmarcar el legado de José Martí que se extiende a través de la revolución cubana en todos estos años, y después ya comenzando este siglo, la influencia enorme que ha tenido la revolución bolivariana y toda la recuperación de la agenda emancipadora de Simón Bolívar, una agenda continental que nos permite poner bajo una misma perspectiva todos estos procesos de integración que están avanzando.
El Alba cuando se inició era lo que algunos decían una simple idea, una ilusión. Hoy en día el Alba es una realidad. Todavía es pequeña pero es una realidad. Es una planta que está creciendo muy vigorosamente. Me parece que en ese sentido esta crisis actual refuerza la necesidad de buscar mecanismos efectivos de integración. Porque de esta crisis no hay ningún país que pueda salir solo. Brasil no puede salir solo como la economía más grande de América Latina, México no puede salir solo, las economías europeas tampoco, ellos están reforzando la coordinación entre las diferentes economías para enfrentar a la crisis.
Entonces, me parece que esta idea de la integración de una América Latina que aparte de tener una unidad sociológica, filosófica, histórica, se convierte en un actor político, y de a poco se va convirtiendo en una realidad.
Pero claro, eso tropieza con los cálculos fenomenales de los Estados Unidos que no quieren una América Latina unida. Por el contrario, para los Estados Unidos lo esencial es una América Latina que esté balcanizada, por que de esa manera la va a dominar más fácil. Esa ha sido una estrategia permanente del imperio. Y antes fue una estrategia permanente de Inglaterra, como gran centro de la organización imperial a finales de siglo XIX, principios del siglo XX.
Pero se está avanzando, y en ese sentido los nuevos gobiernos de izquierda en América Latina, en particular los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, están marcando un rumbo que habrá que ver ahora si en el marco de esta crisis se profundiza, cosa que yo espero, o si se debilita el impulso producto del efecto erosionante que está creciendo sobre todas las economías de la región.
Finalmente, ¿cómo se encuentra América Latina al momento de celebrar el bicentenario de su emancipación? ¿Cuáles son las perspectivas? ¿Se nos abre un buen horizonte? ¿Es superable en el corto y mediano plazo la crisis económica en la región?
Creo que en el corto plazo va a ser difícil. Entramos en un momento muy complicado. Tenemos una crisis que es la de mayor gravedad que ha tenido el sistema capitalista en quinientos años. Esto lo he desarrollado mucho en el trabajo que presenté en La Habana en marzo pasado, en el Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, y que luego Fidel Castro comentó largamente en una de sus reflexiones.
Y en ese contexto me parece que hay que tener mucho cuidado y tratar de impedir que esa crisis devore los avances progresistas que ha habido en la región. Yo avizoro este bicentenario con muchos problemas, un continente que está muy fragmentado todavía a nivel gubernamental, y a nivel social empiezan a haber cosas como la articulación entre movimientos y fuerzas sociales y políticas de distintos países de la región.
Pero a nivel gubernamental hay gobiernos con un claro signo de izquierda que son Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Después tenemos una serie de gobiernos que navegan a media agua con un discurso por momentos de izquierda pero una práctica política y económica que no es de izquierda, caso Argentina, Brasil, Chile, Uruguay.
Y luego tenemos un núcleo duro de derecha, muy fuerte en América Latina en el que están México y Colombia con un papel creciente en tratar de ser un poco el gendarme suramericano, agregándole ahora el caso de Perú y Panamá en donde la derecha ha ganado las dos últimas elecciones.
De manera que estamos en un escenario que en el plano gubernamental hay tres grandes bloques. Entonces, América Latina se encuentra todavía sin tener un proyecto unitario a nivel gubernamental, pero por debajo están pasando cosas. Y la esperanza mía es que estos avances de los movimientos sociales, de las fuerzas políticas, esta creciente a nivel de coordinación, este intercambio enorme que se está produciendo en el mundo de la cultura y que hace que nuestros países y los grupos sociales se comuniquen cada vez más, se conozcan cada vez más, me parece que abre unas perspectivas razonablemente optimista.
En el 2010 no es que vamos a concretar la revolución inconclusa que nos debemos desde hace dos siglos, como decía muy bien el maestro Orlando Fals Borda, pero podemos empezar a dar un par de pasos fuertes.
Yo creo que acá es fundamental reforzar la estabilidad de los gobiernos de izquierda de la región. Yo creo que si tenemos problemas por ese lado, el retroceso va a ser muy grande. Por eso es decisivo fortalecer a Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, que son los países que están a la vanguardia de este proceso. No puede haber problemas ahí, no tenemos que dejar, tenemos que hacer todos los esfuerzos, inimaginables inclusive, para sostener esos procesos, por que si se llegaran a caer, el retroceso que experimentaríamos sería muy, muy grande. Yo confío en que vamos a lograr ayudarles y en que ellos van a lograr sobrevivir bien.
por Fernando Arellano Ortíz
Foto portada: Jeffrey D. Arellano