Este lunes y martes, los líderes de la Unión Europea (UE) y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) vuelven a verse las caras después de ocho años de parálisis en los acuerdos comerciales prediseñados.
El interés de Bruselas es evidente. Ya lo ha dicho el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell: «En el nuevo contexto geopolítico, necesitamos un salto cualitativo hacia adelante. Para ello, la cumbre UE-Celac del próximo mes será crucial».
Ociel López explica en RT que en la medida en que los europeos se han ido alejando, por diversos motivos, de Latinoamérica, esta región se ha hecho de nuevos socios. También la crisis energética mundial encuentra nuevas opciones en el litio y el hidrógeno verde, elementos en que varios países de Suramérica se proyectan como potencias.
Suramérica contiene más de la mitad del litio del mundo y, si Europa no actúa rápido, serán otros países los interesados en industrializar las energías emergentes, en momentos en los que les urge una «transición» en la materia.
China, que está superando a Europa en las balanzas comerciales de casi todos los países de Latinoamérica, es la principal preocupación en las mentes de los gobernantes cuando tratan de retomar las negociaciones con América Latina. Pero no la única. Recientemente, en Argentina, inversiones australianas también han intervenido con inusitada fuerza. El mundo está viendo un nuevo mapa geoestratégico y la región cobra otro sentido en la disputa.
Para poder ingresar con mayor músculo en la contienda por América Latina, Europa ha planteado su gran proyecto ‘Global Gateway’, en el que busca invertir unos 10.000 millones de euros con fondos públicos y privados, durante los próximos años en la región, como competencia a la Nueva Ruta de la Seda, que ya se posiciona al otro lado del Atlántico.
Pero a Bruselas aun se le ven las costuras coloniales en la organización del evento y esto puede obstaculizar los acuerdos.
En el primer borrador propuesto por los 27, como documento oficial de la Cumbre, el conflicto en Ucrania ocupaba un lugar privilegiado. Esto ha generado un ruido que puede llevar al traste todo intento europeo de conseguir frutos del evento.
A Bruselas aun se le ven las costuras coloniales en la organización del evento y esto puede obstaculizar los acuerdos.
Según el medio Euroactive, la Celac intervino el comunicado, borrando toda solidaridad automática con Ucrania, proponiendo que ambos bloques: «Abogarían por soluciones diplomáticas serias y constructivas al conflicto actual en Europa, por medios pacíficos».
Es decir, la Celac desconoce la «salida europea» al conflicto ucraniano, y no se considera un aliado automático de Bruselas al respecto. Para avanzar en los acuerdos comerciales, también quiere bajar preponderancia de este tema durante la cumbre.
Como respuesta, en el borrador de vuelta, el bloque latinoamericano habría recordado los episodios más vergonzosos de la relación entre ambos continentes e incluyó, (todo esto según el medio europeo), sendos párrafos en el documento final de la cumbre, que debe divulgarse el martes:
«Reconocemos y lamentamos profundamente el sufrimiento incalculable infligido a millones de hombres, mujeres y niños como resultado de la trata transatlántica de esclavos africanos (…) Reconocemos la necesidad de que se tomen medidas apropiadas para restaurar la dignidad de las víctimas, incluidas reparaciones y compensaciones para ayudar a sanar nuestra memoria colectiva y revertir los legados del subdesarrollo».
Los párrafos son toda una afrenta a la prestancia que trata de lucir Bruselas. Europa puede que esté llegando tarde a América Latina, si lo que está buscando es una alineación geopolítica. De todas, esta Cumbre representará el sentido que conlleva el nuevo ciclo progresista latinoamericano.
Celac – UE: escarceos anteriores
En la reciente cumbre de Mercosur –quizá el bloque más cercano a Europa de toda la región, compuesto por Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil–, se evidenció el grado de malestar con la UE, o bien por las «amenazas» de sanciones por parte de Bruselas, con pretextos medio ambientales que no estaban en el acuerdo original entre ambos, o por lo lento que llevan las negociaciones comerciales.
El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, quizá uno de los más cercanos aliados de los europeos por su posición ideológica conservadora, manifestó en la cumbre su «pesimismo» sobre el acuerdo con la UE, debido a sus «25 años» de parálisis, considerando que «no es lógico en el mundo moderno».
Durante el periplo de Von der Leyen, varios discursos tensaron los agasajos y dijeron mucho sobre la dificultad para calibrar posiciones en común.
Ya las cosas venían mal durante la gira de preparación de la Cumbre que hizo hace un mes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen por Brasil, Argentina, Chile y México, con el fin de reactivar diversas negociaciones y garantizar el éxito del evento que comenzó hoy.
Durante el periplo, varios discursos tensaron los agasajos y dijeron mucho sobre la dificultad para calibrar posiciones en común.
En aquel momento, Luiz Inácio Lula da Silva expresó abiertamente sus cuestionamientos sobre el acuerdo presentado por la Unión Europea «que amplía obligaciones de Brasil y actúa con sanciones en caso de incumplimiento». Para el mandatario brasileño, «la premisa que debe existir entre socios estratégicos es la de confianza mutua, no la desconfianza y sanciones».
En Argentina, el presidente Alberto Fernández también sumó sus puntos de crítica a la forma en que está diseñado el acuerdo comercial con la UE: «Nosotros queremos definitivamente un acuerdo con la Unión Europea, pero que balancee las economías de cada una de las regiones. Y que tenga en cuenta esas asimetrías porque, de otro modo, podría ocurrir lo que nosotros vislumbramos en un comienzo: que sea un acuerdo que beneficie claramente a la UE y no beneficie tanto, para no decir perjudique, al Mercosur».
En México, la visita sirvió para que el presidente Andrés Manuel López Obrador recordara la parálisis que sufre el acuerdo comercial entre el país y el bloque europeo, que se empezó a discutir en 2016, pero que se ha ralentizado por varias razones, sin una ruta clara ni tiempos definidos para reactivar las negociaciones.
Entre el diseño de sanciones dentro de los acuerdos comerciales, y el intento de apegar a los gobiernos de Latinoamérica y el Caribe al relato prooccidental en la coyuntura geopolítica actual, Bruselas ha esparcido malestares.
Por sus propias razones, más recientemente, los gobiernos de Cuba y Venezuela han criticado la falta de transparencia y la «conducta manipuladora» de la UE que, según expresan, ponen en «serio riesgo el éxito» de la cita.
En definitiva, la cumbre que hoy comenzó puede convertirse en un acto estéril si Europa sigue empecinada en tutelar los designios comerciales y políticos de América Latina.
Unilateralismo y sanciones: ¿dónde está la mano zurda?
Entre el diseño sancionatorio de los acuerdos comerciales y el intento de apegar a los gobiernos de la Celac al relato prooccidental en la coyuntura geopolítica actual, Bruselas ha esparcido malestares. Veremos si en la cumbre, que finaliza el martes, los puede recoger, utilizando la mano zurda y entendiendo los procesos políticos que se llevan a cabo en la región.
En el subcontinente actualmente se vive un ciclo de gobiernos de izquierdas, sus principales economías ya juegan sus cartas en otros tableros, (especialmente en los Brics en el que Brasil es protagonista pero otros países aspiran su incorporación), y el crecimiento del flujo comercial con China en la última década ha reducido el impacto comercial que tuvieron las relaciones con Europa en tiempos anteriores.
El fondo propuesto (‘Global Gateway’) puede no ser suficiente para modificar la apuesta latinoamericana por nuevas relaciones geopolíticas con el Sur global emergente, con el cual Europa ha generado relaciones belicosas. Además, si Bruselas mantiene la amenaza de sanciones en la letra pequeña de los acuerdos comerciales, es difícil que las grandes economías procuren adherirse a los mecanismos de acuerdo comercial.
Esta cumbre entre la Celac y la UE permitirá conocer cómo han cambiado las relaciones entre estos bloques y si definitivamente puede superarse la visión colonial que trata de imponerse nuevamente desde Europa.
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