A mediados de febrero, el ilustre profesor Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, publicó un importantísimo artículo en el diario “El Mercurio”. El artículo se titula: “¿Qué pasa en Chile? La nueva cuestión social”.[i] Peña señala que numerosos estudios de opinión indican que la mayoría de los chilenos están felices y satisfechos con su vida personal, pero muy descontentos e incómodos con las instituciones del país. Se señala textualmente “la mayoría entonces está molesta y al mismo tiempo feliz, parece haber disociado su vida personal (a la que juzga más que satisfactoria) de su vida social (a la que, en cambio, juzga deplorable)”.
Peña se pregunta cómo se explica esta gigantesca paradoja. Señala que la explicación de este extraño y peculiar fenómeno, es una de las más importantes cuestiones que afectan a Chile hoy día. En esto, Peña naturalmente tiene toda la razón. El rector a continuación presenta un brillante ensayo donde trata de explicar la actual paradoja de Chile. Comienza analizando la llamada “cuestión social” que afectó al país a comienzos del siglo XX. En aquellos terribles años se produjo una masiva emigración del campo a la ciudad. Surgió así el proletariado urbano que vivía en condiciones infrahumanas junto a una pequeña elite inmensamente rica, corrupta y holgazana. Esta situación produjo naturalmente una inmensa molestia ciudadana, la cual a su vez creó infelicidad generalizada. A este terrible fenómeno humano se la llamó “cuestión social”.
Peña continúa su análisis indicando que hoy día hay en Chile una nueva cuestión social, pero ella es distinta a la del comienzo del siglo XX. Se señala textualmente que: “Si hace 100 años el problema era el surgimiento del proletariado urbano (grandes masas desarraigadas, agrupadas en la periferia, sometidas al trabajo asalariado y excluidas del consumo) hoy día hay también una cuestión social, pero esta es radicalmente distinta; ya no es el proletariado el que apareció en el paisaje, sino una clase media que ha experimentado una rápida movilidad intergeneracional; cuyos hijos tienen una alta tasa de escolaridad; que posee amplio acceso al consumo que borra los signos externos del estatus y que tiende a igualar, en experiencias y en expectativas, especialmente a los jóvenes. Esta clase media surge en un momento donde los recursos tradicionales para construir su identidad social –la nación, la clase, la iglesia, la ideología- se han debilitado. El resultado es un grupo social ampliado que se siente más libre, pero también más desarraigado. Se trata de un grupo cuyas adhesiones, desde la política a la religión, ya no son adscriptas, sino electivas y además volátiles. Un grupo, por llamarlo así, que ya no siente que la sociedad esté ‘organizada’, con puntos de orientación claros”.
A continuación el autor presenta tres causas o variables que pueden explicar esta enorme paradoja, donde el bienestar personal de los individuos convive con un profundo malestar hacia las instituciones. La primera variable o causa de esta paradoja tiene que ver con las características de las nuevas generaciones. Estos son los hijos de la nueva clase media. Los jóvenes tienen un nivel educacional muy superior al de sus padres. Ellos también tienen un nivel de consumo superior al de la generación anterior. Pero esta masificación del consumo le quita a estos bienes la exclusividad y el prestigio social que ellos tenían antes. Por lo tanto el grado de satisfacción personal es muchísimo menor que el esperado. La mayor educación de la nueva generación también les permite a los jóvenes darse cuenta de las enormes injusticias de la sociedad. En Chile no se premia al mérito como sí se hace en las sociedades avanzadas. El origen familiar y la clase son aún muy importantes en el momento de distribuir los bienes sociales. Es decir, la decisión básica de que quién recibe qué, cómo y cuándo. Esta decisión naturalmente es el tema central de la actividad política. Es así como la herencia y el apellido son más importantes que el mérito personal. La nueva juventud observa la gigantesca desigualdad social y esto la ofende profundamente.
La segunda variable o causa de la nueva cuestión social tiene que ver con el hecho que la sociedad chilena no tiene el cemento o pegamento que se necesita para unirla. En otras palabras, en Chile no hay cohesión social y por lo tanto no hay espíritu de comunidad. Las personas están aisladas y así no pueden construir una identidad común sana ni un adecuado sentido de pertenencia. El rápido proceso de modernización, destruyó las redes simbólicas que constituyen el entramado básico de un saludable tejido social. El mercado está en el centro de la sociedad, ello amplía el consumo pero no crea verdadera participación social y mucho menos participación política. Tampoco brinda reconocimiento ni estimula el diálogo. De esta forma, necesidades sicológicas básicas no se satisfacen. Se acentúa la individualidad solitaria y se deteriora gravemente la vida cívica. Las tradiciones comunitarias de antaño se destruyen y no hay nada que las reemplace. Se indica que todos los estudios existentes señalan una evidente y desesperada demanda por reconstruir el espíritu de comunidad y la creación de verdaderos vínculos solidarios. En conclusión, una segunda explicación de la paradoja es que el mercado dio bienestar material pero al mismo tiempo destruyó el cemento social y es esta catástrofe precisamente, la que crea la actual molestia colectiva.
La tercera variable que crea la nueva cuestión social, tiene que ver con el abismo que existe entre las expectativas de la sociedad y la realidad existente. Se señala que la modernización capitalista creó patrones normativos relacionados con la creación de la nueva cultura meritocrática. Una sociedad justa y meritocrática es la que distribuye recursos y posiciones en proporción al esfuerzo personal realizado. No obstante Chile está lleno de instituciones que distribuyen los bienes existentes no de acuerdo a los méritos personales de cada uno, sino de acuerdo a características adscriptivas tales como la clase social, el género y el apellido.
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El autor señala que la nueva cuestión social debería resolverse con la gradual pero efectiva reducción del abismo entre las expectativas de la sociedad actual y la triste realidad existente. Una verdadera cultura meritocrática debería implantarse en las instituciones chilenas. No sólo debe existir igualdad de oportunidades, sino también igualdad de resultados. También se debe recomponer el tejido social y de esta manera crear un nuevo espíritu de comunidad. Se concluye señalando que no deben hacerse grandes ilusiones ya que la regla general es que cuando la sociedad se moderniza, el futuro es una mezcla de progreso y desilusión.
En mi humilde opinión, la verdadera nueva cuestión social será tristemente muy parecida a la que sufrió el país hace 100 años atrás. Hoy como hace 100 años, las instituciones que conforman el sistema político nacional, están enfermas de un cáncer terminal. Ellas están infectadas por una corrupción generalizada. Hoy como hace 100 años, el gobierno no tiene ni la dirección ni el control adecuado para conseguir que las instituciones del Estado funcionen como deberían funcionar. En pocas palabras: el gobierno no gobierna adecuadamente. Desafortunadamente, el país pronto entrará en una tormenta perfecta y el timón del barco no funciona.
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En el año 1916, los chilenos empezaron a morirse de hambre debido a la crisis del salitre. A comienzos de la primera guerra mundial, los alemanes inventaron el salitre sintético y la economía nacional se desplomó. Las instituciones chilenas de la época no funcionaron y la crisis económica se transformó en crisis política, Tuvieron que pasar más de 20 años de anarquías y dictaduras (1916 – 1938) para que el país pudiera al final estabilizarse. Es debido a esta falla institucional actual que la nueva cuestión social será muy similar a la anterior. Esta vez la futura crisis se deberá al desplome de los precios del cobre y también del resto de todos los productos de exportación chilena. Una vez más habrá una enorme cesantía y la población sufrirá hambre y privaciones. El país probablemente colapsará pues las instituciones nacionales están todas corruptas e incapaces de resistir la enorme tormenta que se avecina. Las instituciones tanto públicas como privadas sólo son capaces de dar servicio adecuado a la elite oligárquica. Las instituciones políticas (grupos de presión, sindicatos, prensa, partidos políticos, burocracia pública –centralizada, descentralizada y municipal- policías, parlamento y cortes de justicia, son todas inoperantes para las grandes mayorías. Por lo tanto, la nueva crisis no podrá ser resuelta y Chile caerá en el nivel de Estado fallido. Sólo una dictadura revolucionaria de extrema izquierda tendría la capacidad de salvar al país. De caer al nivel de colonia de un Estado más poderoso y desarrollado políticamente.
Para predecir este probable futuro escenario negro y mortal, se ha utilizado la teoría de Samuel P. Huntington sobre el importantísimo tema de los procesos de modernización socioeconómica y desarrollo político. Para Huntington los procesos de modernización que se dan en los países subdesarrollados desde el punto de vista político son en verdad un completo desastre. El crecimiento económico desordenado siempre produce gigantescas riquezas para unos pocos, y enorme pobreza y descontento para la inmensa mayoría. Este es el tipo de modernización que se ha dado en la inmensa mayoría de los países del mundo. Particularmente en el sur de Europa, América Latina, África y en el sur de Asia. En todos estos casos de modernización, el crecimiento económico se inicia antes de que existiera el verdadero desarrollo político.[ii] De esta forma, los ricos empresarios y financistas se apoderan del poder político y transforman la economía nacional en un feudo personal. No obstante en países donde existió un sólido desarrollo político antes de iniciarse el proceso modernizador, la situación fue totalmente distinta. El modelo que Huntington utiliza para ilustrar su teoría es el desarrollo que ha tenido Estados Unidos desde su independencia. Ahí una elite política, férreamente organizada, con dos poderosos partidos políticos e impregnada con valores puritanos pudo dirigir con éxito el proceso de acelerado desarrollo económico. Todo esto sin crear una sociedad dividida entre un ínfimo grupo de ricos y una inmensa humanidad sumida en la extrema pobreza. Cuando a finales del siglo XIX, los ricos amenazaron el proceso de desarrollo controlado y dirigido, surgió el movimiento político “progresista” que puso a los ricos en su lugar. Con el presidente Teodoro Roosevelt, luego el presidente Wilson y finalmente, Franklin Delano Roosevelt, la elite política progresista, pudo controlar a los grandes carteles monopólicos que amenazaban el desarrollo estadounidense.
No obstante en la década de los años 70 del siglo XX, con la administración de Nixon, la cabeza del capitalismo salvaje y monopólico comenzó a levantarse nuevamente. Esta tendencia se acentuó con la administración Reagan en los años 80 y Estados Unidos cambió su proceso de desarrollo. La elite financiera se compró a la clase política y empezó a gobernar al país en su propio beneficio. Esto dio inicio al proceso de decadencia del sistema político estadounidense. Huntington documenta el gigantesco cambio que han sufrido los Estados Unidos en las últimas décadas en su famoso libro titulado ¿Quiénes somos?[iii]
Un excelente resumen de la teoría huntingtoniana sobre modernización y desarrollo político se encuentra en su libro titulado Orden Político en Sociedades en Transición. [iv] Ahí se indica que en los países actualmente desarrollados de occidente (Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Inglaterra y el norte de Europa), el proceso de modernización tomó más de 200 años y este fue guiado por instituciones políticas fuertes y bien desarrolladas. En estos países, la política dirigió a la economía y de esta manera el proceso de modernización no produjo la destrucción de la cohesión social ni del espíritu de comunidad (lo que el rector Peña denomina cemento de la sociedad). Todos los países occidentales ricos tuvieron la suerte de tener poderosos partidos políticos (todos masivos y bien organizados). Estas organizaciones guiaron y controlaron pacíficamente el duro y peligroso proceso de modernización económico y social.[v] En otras palabras existió el desarrollo político, antes de producirse el inicio del proceso de desarrollo socioeconómico. De esta forma los partidos políticos de los países avanzados de occidente, fueron capaces de incorporar gradualmente e integrar a todas las clases sociales. Fue así como se produjo un proceso sostenido y equilibrado de desarrollo económico.
Décadas más tarde, el desarrollo socioeconómico de Japón, la Unión Soviética, China, India, Taiwán y Tigres Asiáticos también fue creado y dirigido por masivos, bien organizados y poderosos partidos políticos. Los partidos comunistas de Rusia y China, el partido del Congreso en la India, y los partidos nacionalistas de Japón, Taiwán y Tigres Asiáticos. Todos estos partidos hicieron un excelente trabajo en la enormemente importante tarea de dar participación política a la ciudadanía.
En América Latina, el único país que ha logrado un avanzado grado de desarrollo político es Cuba. Es así como Cuba, ahora, se da el lujo de restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos y tiene la seguridad que el proceso revolucionario continuará bajo la inteligente dirección del partido comunista cubano. Millones de cubanos están organizados hasta el nivel de grupos habitacionales y barrios. Toda esta ciudadanía participa en el análisis, desarrollo e implementación de políticas públicas que afectan su vida cotidiana. En Cuba hay escasez de bienes materiales pero no hay escasez alguna en el tema de dar satisfacción al poderoso deseo de pertenecer y participar activamente en la cosa pública. Las decisiones de la colectividad se toman después de razonadas discusiones donde toda la población tiene voz y voto. Estas decisiones se implementan y evalúan también con la participación de la comunidad. Con los escasos recursos materiales disponibles las instituciones funcionan, y así Cuba ha logrado en los últimos 50 años un alto nivel de desarrollo político y social. El país está hoy día preparado para guiar el proceso de desarrollo económico acelerado que se espera a partir del fin del actual bloqueo económico a la isla.[vi]
La verdadera cuestión social que se avecina.
Volviendo a Chile, es preciso recalcar que lamentablemente el futuro se vislumbra terrible. El país se acostumbró a un nivel de consumo relativamente elevado. Esto fue posible ya que durante los últimos 20 años, miles de millones de dólares se recibieron por la venta de las materias primas nacionales. Ventas que se hicieron particularmente a China. Estos ingresos externos permitieron la creación de todo tipo de bonos para los más pobres y también permitió entregar un nivel de ingresos relativamente aceptable a la clase media. Con la caída de los precios del cobre y de otros productos chilenos de exportación, esta renta procedente del exterior dejará de existir. En un par de años se agotarán las reservas internacionales que el país actualmente tiene. Sin las enormes ganancias de los productos de exportación, la economía chilena se desintegrará. Esta terrible crisis puede que dure varios años. La recesión económica global que hoy día ya se está iniciando, pronto se transformará en catastrófica depresión. Así Chile una vez más será el país más afectado por la inminente crisis económica planetaria. Después de futuros años de vacas flacas, todos los avances económicos de los trabajadores y de la clase media serán borrados. De esta forma, las condiciones objetivas de la revolución se harán presentes y con el paso del tiempo, también se empezarán a producir las condiciones subjetivas de la revolución. Las huelgas y manifestaciones se producirán en todos los rincones del país. La corrupta elite oligárquica en desesperación tratará de reprimir al pueblo. La oligarquía cometerá crímenes contra la humanidad. De esta forma la elite intelectual abandonará a la oligarquía y pasará a dirigir el proceso revolucionario. Cuando los soldados se nieguen masacrar al pueblo, todo habrá terminado para la actual elite. Si la fortuna favorece a Chile es probable que la crisis cree las condiciones para que el país tenga nuevamente un príncipe redentor como fue don Diego Portales al comienzo de la tercera década del siglo XIX.[vii]
[i] “El Mercurio” 14 de febrero 2016, pg. D 6
[ii] Desarrollo político se define como la existencia de uno o más partidos políticos poderosamente organizados y que son capaces de dirigir y controlar adecuadamente a todas las instituciones del Estado y también de la sociedad civil.
[iii] Samuel P. Huntington, Who are We? Simon & Schuster, New York, 2004
[iv] Samuel P. Huntington, Political order in changing societies Yale University Press New Haven, 1968
[v] Estos partidos fueron capaces de captar e incorporar a los ciudadanos movilizados y así se dio amplia participación política a la población. De esta forma no se produjo la anomia cultural que ha afectado invariablemente a todos los países subdesarrollados desde un punto de vista político.
[vi] Al parecer, la elite cubana, ha entendido los consejos de Tocqueville que señala que “Entre las leyes que guían las sociedades humanas, hay una que parece ser la más clara y precisa de todas, si los hombres desean permanecer civilizados (o llegar a un nivel superior de civilización) el arte de asociarse juntos, debe crecer y mejorar en la misma proporción en que crecen las condiciones de igualdad” Tocqueville Democracy in America Phillips Bradley Edn., New York, 1955 pgs. II, 118
[vii] Es necesario recordar que en la historia de Chile hay un periodo en donde el desarrollo económico y social, se inició después de que el país consiguiera un bien y calibrado desarrollo político. Este fue el periodo de la República Portaliana. Después del periodo dictatorial y anárquico que azotó a Chile cuando O’Higgins fue obligado a abandonar el poder, se produjo la guerra civil en 1829. En esta guerra triunfaron las fuerzas que luchaban por el restablecimiento del orden social y político. La nueva presidencia del general Prieto llamó a Diego Portales para que tomara el cargo de Primer Ministro. Portales reorganizó el Partido Pelucón con mano férrea. Los cargos políticos más importantes del partido fueron entregados a individuos con probada capacidad organizativa. Portales hizo lo mismo en la contratación de los altos funcionarios del Estado y de la administración pública. El Primer Ministro realizó la primera reforma administrativa del continente americano. Se crearon agencias estatales dedicadas a la promoción del desarrollo económico y social. La dirección de estas agencias fue dada a individuos de reconocido prestigio, reputación administrativa y honestidad personal. Portales también estableció lo que más de 100 años después Peter Drucker llamó administración por objetivos. Cada institución pública fue obligada a tener un plan, un programa y un presupuesto con objetivos claros que eran evaluados al final de cada año. Los ejecutivos que cumplían sus metas eran promovidos y premiados públicamente. Los que fracasaban en el cumplimiento de estas metas eran despedidos y muchos de ellos terminaron en la cárcel cuando se descubrían casos de corrupción. Portales creó una organización pública secreta dedicada a investigar y castigar los actos de sedición y corrupción en la maquinaria del Estado. Esta organización recibió el nombre de “Comité contra actividades anti chilenas” Esta organización fue vital para controlar la maquinaria estatal no solo en el gobierno de Prieto, sino también en los gobiernos del general Bulnes y del presidente Montt. El Primer Ministro también se aseguró de que el ejército fuera leal y obediente. El ejército fue drásticamente reducido a menos de cinco mil oficiales y toda la tropa fue dada de baja. Para mantener el orden público y la defensa nacional, Portales creó una guardia civil de ciudadanos armados con el equipo más moderno disponible. Esta guardia civil tenía poderosos regimientos de caballería y artillería pesada. Este ejército de ciudadanos llegó a tener más de 50 mil reclutas (Hoy día una guardia civil similar tendría que tener no menos de millón y medio de soldados). El resultado de todo esto fue que por más de 40 años Chile tuvo instituciones públicas que no solo eran eficaces, sino que también sumamente eficientes y productivas. Como resultado de todo este desarrollo político Chile creció económicamente a tasas de más del 10% de crecimiento per cápita por año entre 1830 y 1870. Es necesario recalcar que este acelerado crecimiento económico no produjo ninguna “cuestión social”. La elite económica trabajaba vigorosamente desarrollando el país y las masas populares obedecían con lealtad, laboriosidad y disciplina. La alimentación y salud de la población mejoró radicalmente. Hay libros y documentos hechos por extranjeros donde se admiraba la fortaleza y laboriosidad de los trabajadores chilenos durante el periodo 1830 – 1870.
- Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, febrero de 2016