Expresión de este proceso de mayor influencia del país asiático es que en el ranking Forbes Global 2000 tres bancos chinos pasaron a encabezarlo, y entre las diez mayores empresas se produce una paridad en número entre las norteamericanas y las de la potencia asiática. Por su parte si al Programa de Comparación Internacional (PCI) de 2011 confeccionado por el Banco Mundial se le añaden los porcentajes de incremento de la actividad económica según el FMI de EE.UU. y China en los años siguientes se llega a la conclusión, no validada en la realidad, que esta última pasaría a ocupar el primer lugar, desplazando a Estados Unidos, que lo encabeza desde 1872, cuando a su vez superó al Reino Unido. Sin embargo, todavía la distancia en producto por habitante sigue siendo considerable y en áreas fundamentales como la financiera, la tecnológica y la militar el predominio de Washington continúa siendo indiscutible. Esta diferencia ha sido constada por LI Keqiang, primer ministro chino, afirmando que su país “tiene mucho camino por recorrer, polemizando con la afirmación efectuada a partir de las estadísticas entregadas por el organismo internacional. En resumen, se trata de un proceso de modificaciones en la correlación económica que está en curso y que aún falta para que se pueda hablar del predominio chino, como se sostuvo luego que se conoció las cifras del PCI.
La publicación del ranking Forbes Global 2000 –confeccionado considerando los niveles de ventas, utilidades, activos y valorización bursátil– al colocar por primera vez en los tres primeros lugares a empresas chinas es un indicador de los cambios que se están produciendo a nivel mundial y que conducirá a la potencia asiática a convertirse a futuro en la mayor economía global. Las tres empresas son bancarias, el Industrial and Comercial Bank of China (ICBC), China Construccion Bank y Agricultural Bank of China. Entre los diez primeros figuran, además, Bank of China y PetroChina, inserta en el sector de los combustibles. Los otros cinco “top ten” son consorcios norteamericanos: JP Morgan Chase, Berkshire Haythaway, de Warren Buffet, Exxon Mobil, General Electric y Wells Fargo. Eso sí entre las dos mil mayores empresas hay 564 norteamericanas. Le sigue Japón con 225 empresas, las cuales disminuyeron en 26, luego China, incluyendo a Hong Kong, con 207, que registró el mayor crecimiento entre todos los países, pero se ubica cuantitativamente en el tercer lugar.
Ranking Forbes de las empresas más grandes
(Fuente: Forbes 2000. En miles de millones de dólares)
Empresa | País | Potencia Bursátil | Activos | Ventas |
ICBC | China | 215,6 | 3.124,9 | 148,7 |
China Construction Bank | China | 174,4 | 2.449,5 | 121,3 |
Agricultural Bank of China | China | 141,1 | 2.405,4 | 136,4 |
JP Morgan Chase | EE.UU. | 229,7 | 2.485,3 | 105,7 |
Berkshire Hathaway | EE.UU. | 309,1 | 493,4 | 178,8 |
Exxon Mobil | EE.UU. | 422,3 | 346,8 | 394,0 |
General Electric | EE.UU. | 259,6 | 656,6 | 143,3 |
Wells Fargo | EE.UU | 261,4 | 1.543,0 | 88,7 |
Bank of China | China | 124,2 | 2.291,8 | 105,1 |
PetroChina | Chila | 202,0 | 386,9 | 328,5 |
Royal Dutch Shell | Holanda | 234,1 | 357,5 | 451,4 |
Toyota Motor | Japón | 195,5 | 385,5 | 255,6 |
En el listado entre las dos mil aparecen ocho empresas chilenas encabezadas por Falabella, donde confluyen siete grupos económicos, en la posición 581. Luego figuran Cencosud (grupo Paulmann en el 777), AntarChile (grupo Angelini en el 819), Latam (grupo Cueto en el 1050), BCI (grupo Yarur en el 1.141), Quiñenco (grupo Luksic en el 1.162), CorpBanca (grupo Saieh en el 1.639) y SQM (Julio Ponce Lerou en el 1.724). La presencia sudamericana la encabezan, como es habitual, empresas brasileñas. La petrolera estatal Petrobras está en el lugar 20, el consorcio financiero Itaú Unibanco Holding, que está en proceso de absorción de CorpBanca en el país y en Colombia, en el 46 y el banco Bradesco en el 63.
Poco antes de divulgarse el ranking Forbes 2000, el Banco Mundial dio a conocer el informe de su Programa de Cooperación Internacional (PCI), que busca comparar, utilizando estimaciones en base a la paridad de poder adquisitivo (PPP, por su sigla en inglés), lo que cada economía puede adquirir en bienes y servicios. Es un indicador enfocado básicamente en el consumo, diferenciándose de los cálculos efectuados a partir de la producción. La comparación efectuada corresponde al año 2011, estableciéndose que el tamaño de la economía china en ese momento era un 87% de la norteamericana. En 2005 ese porcentaje fue de 43%. La brecha se acortó considerablemente entre dichos años. En el 2011, dice el informe, “EE.UU. siguió siendo la economía más grande del mundo, pero seguida de cerca por China al medirse usando el PPP”. Si a la relación de 2011 se le aplica la tasa de crecimiento estimado del FMI para ambas economías en los años posteriores hasta 2015, manteniendo constante la paridad de poder de compra, China pasaría en el 2014 al primer lugar, desplazando a EE.UU. de esa posición que la mantiene desde 1872 cuando reemplazó a su vez al Reino Unido.
Por su parte, India avanza al tercer lugar del décimo en que se encontraba durante 2005. Igualmente Rusia, Brasil, Indonesia y México quedan entre los doce primeros. Revelador también de los cambios en curso es que las seis economías de ingreso mediano más grandes según la definición del Banco Mundial –China, India, Rusia, Brasil, Indonesia y México– constituirán el 32,3% del PIB mundial, mientras que las seis economías de ingreso alto más grandes –EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia– eran el 32,9%. Porcentajes prácticamente similares.
Desde luego ello no significa que China, como se señaló al conocerse el PCI, sea ya la mayor economía mundial sino constituye una nueva demostración de que se avanza en esa dirección. En 2012, el FMI calculó el PIB de Estados Unidos en US$16,2 billones y el de China en US$8,2 billones a tipo de cambio de mercado, la diferencia es aún apreciable. El producto por habitante de China ocupa todavía el lugar 99 a nivel mundial, siendo solo el 11% del de EE.UU, porcentaje que aumenta a 20%, si se consideran los bajos precios de muchos bienes y servicios del sector no transable, es decir aquellos que no se pueden comercializar internacionalmente. Sin embargo, China tiene una gigantesca población de 1.340 millones, más de cuatro veces superior a la estadounidense, que incrementa su demanda global. Igualmente hay indicadores donde se encuentra en una situación de liderazgo. Por ejemplo, en marzo contaba con reservas internacionales por unos US$4 billones, las mayores a nivel planetario. Su crecimiento se produjo sistemáticamente después de la crisis del sudeste asiático, cuando se decidió –como en otros países– aumentarlas para ser más independiente en decidir las políticas que se acordasen y no depender de financiamientos que pudiese obtener que le obligasen a condicionar las políticas a aplicar como acontece con el FMI. En el plano comercial, es el país de mayores exportaciones a nivel global, superando en un 14% a las efectuadas desde EE.UU. Es ya el mayor mercado para varios países latinoamericanos, incluido Chile. No ocurre lo mismo con las importaciones, dado la menor dimensión aún de su mercado interno.
El primer ministro chino, Li Kegiang, rechazó la conclusión que su país sea la mayor economía, destacando que para ello “tiene mucho camino por recorrer”. Al mismo tiempo enfatizó que la metodología empleada por el Banco Mundial en base a la PPP “no es ampliamente aceptada por la mayoría de los países ni se ha utilizado para determinar el tamaño de las economías del mundo”. Insistiendo en que “China es el mayor país en desarrollo del mundo, pero sigue siendo un país en desarrollo” (15/05/14).
Entre Estados Unidos y China se produjo por varios años, como describe Stephen Roach, una codependencia. “El milagro del crecimiento liderado por las exportaciones de China –señaló– no habría comenzado en los años 1980 sin el consumidor norteamericano. Y China dependió marcadamente del dólar estadounidense para anclar su moneda subvaluada, lo que le permitió impulsar su competitividad exportadora. Estados Unidos, por su parte –añade– dependió de los productos baratos fabricados en China para ampliar el poder adquisitivo de los consumidores en apuros. También se volvió dependiente del excedente de ahorros de China para financiar su propia escasez de ahorros (la mayor del mundo), y sacó provecho de la demanda voraz por parte de China de títulos del Tesoro de Estados Unidos para ayudar a financiar gigantescos déficits presupuestarios y subsidiar las bajas tasas de interés domésticas.
“Sin embargo, –añadió– esta dependencia terminó siendo un matrimonio por conveniencia (…) se han generado fricciones entre los dos socios con respecto a una amplia variedad de cuestiones, que incluyen el comercio, el tipo de cambio del renminbi, la seguridad regional, la propiedad intelectual y los ataques cibernéticos, entre otros. (…) uno de los socios –concluyó Roach–, China, ha decidido abrirse camino por su cuenta. El reequilibrio de China le permitirá absorber su excedente de ahorros, que serán destinados a construir una red de seguridad social y a impulsar los recursos de los hogares chinos. En consecuencia, China ya no se sentirá inclinada a prestar su capital a Estados Unidos” (18/03/14).
Ello se da cuando las distancias con EE.UU. siguen siendo amplias. “Los mercados financieros y las empresas financieras de EE.UU. –escribió Martin Wolf en Financial Times– están en el centro del sistema financiero global. Esto da a Estados Unidos –destacó– una influencia excepcional. Otra dimensión de la influencia económica global es la tecnología. Un indicador de que China se mantiene bastante atrás es que la productividad promedio de la economía se mantiene en un quinto de los niveles de EE.UU. La ventaja tecnológica y la escala del gasto estadounidense entregan a sus Fuerzas Armadas un alcance y poder global” (05/05/14). Es una realidad a tener en cuenta necesariamente.
¿Qué conclusiones sacar? Sin duda, EE.UU. continúa siendo la mayor potencia mundial. “Pero también es cierto que nos estamos moviendo –como constató Martin Wolf– en un mundo hacia una era en el cual el creciente poder e influencia de China debe ser reconocido (…), especialmente en la gobernanza global”. Al mismo tiempo, no se puede perder de vista la dirección en que se mueven las relaciones, las cuales en definitiva conducirán según las más variadas estimaciones a futuro al predominio de la potencia asiática.