Los técnicos del Fondo Monetario Internacional comenzaron ayer su agenda de reuniones en el marco de la revisión de la economía argentina que prevé el artículo IV del organismo. La última vez que el FMI había jugado ese papel fue a mediados de 2005. A partir de allí el gobierno de Néstor Kirchner canceló la deuda del país con la institución de crédito y frenó las visitas de auditoria.
Sin embargo, en su afán por reinsertar a la Argentina en el círculo mimado por el establishment global, el Gobierno de Mauricio Macri estrechó lazos con el FMI, permitió el retorno del organismo económico internacional. Si bien el jefe de Gabinete, Marcos Peña, aseguró que la visita de los enviados del Fondo Monetario Nacional al país luego de 10 años no implica que el organismo defina la política económica del Gobierno.
«La verdad que el aislacionismo bobo del cerrarnos y usar esto como una retórica, no nos ha servido», sostuvo Peña.
Luego aclaró que eso no significa que «a partir de ahí como ha pasado en otro momento de nuestra historia el Fondo Monetario defina nuestras políticas». «Eso no va a pasar», expresó. En ese sentido, el funcionario explicó que el organismo financiero viene «para saber qué es lo que está pasando, poder auditar las cuentas y transmitirlo al mundo».
En el gobierno de Macri esperan que el informe del Fondo tenga en general un tono amigable, con elogios sobre el pago a los fondos buitre, el levantamiento de las restricciones a la compra de dólares y al flujo de capitales. Difícilmente hable del blanqueo de capitales, que no viene cumpliendo con las expectativas oficiales. También se espera que el FMI insista con bajar el gasto público, algo que desde el espacio gobernante no ven con malos ojos.