En Argentina, la inflación en abril se ubicó en el 2,6% y acumula en sólo cuatro meses un alza del 9,1%, informó ayer el Indec, organismo que se encarga de los censos y estadísticas en el país trasandino. La suba de precios el mes pasado estuvo impulsada por el aumento del gas en todo el país, alimentos y bebidas, las cuotas de los colegios privados e indumentaria.
Estos números empiezan a preocupar al gobierno de Macri, ya que si se anualiza el actual ritmo de inflación, 2017 cerraría con un avance de precios cercano al 30 por ciento, bien por encima de la pauta oficial del 17 por ciento que intenta sostener el Banco Central. Desde los sindicatos, sostienen que ese número es irrisorio y que solo se utiliza para intentar paritarias bajas con los distintos gremios de trabajadores.
En ese sentido, el diario argentino Página 12 señala que se descuenta que los salarios no van a poder recuperar el poder adquisitivo perdido el año pasado, pero a este ritmo de incremento de precios y por las perspectivas paritarias, pueden incluso quedar empatados o perder nuevamente capacidad de compra. Si el salario real no crece, empeorarán las perspectivas de recuperación del consumo y, con ellas, las de la producción y el empleo industrial.
En esa misma dirección, las consultoras de consumo masivo empiezan a poner en duda que las ventas vayan a mejorar este año y los economistas cada vez descreen más del crecimiento del 3 a 3,5 por ciento que el Gobierno de Mauricio Macri dice que se va a registrar a lo largo de 2017.
¿Logrará Macri seguir imponiendo un neoliberalismo tardío en Argentina o deberá torcer el rumbo de sus políticas económicas?