La crisis de la eurozona se prolongó prácticamente durante todo el año que termina. En los primeros meses se produjo el “rescate” de Grecia. Como dicha acción no detuvo la presión de los mercados hacia otros países siempre en conjunto con el FMI se estableció un mecanismo general de “rescate” a utilizar en cualquier Estado en dificultades. Fue el instrumento empleado con Irlanda. El curso ascendente de la crisis no se detuvo, debiendo entrar a considerar la Unión Europea medidas más fuertes, como la emisión de eurobonos y/o incrementar su fondo de rescate, experimentando ambas propuestas el rechazo de Alemania, con el respaldo del gobierno de Sarkozy. Estas medidas de adoptarse tampoco serían suficientes. Siguen sin enfrentarse los problemas estructurales presentes en la crisis. 2010 llegó a su fin sin detenerse la presión ascendente de los “mercados”, que ven con preocupación que algunos países puedan entrar en cesación de pagos, afectando a instituciones bancarias ante todo europeas, los principales acreedores. Los “rescates” en definitiva únicamente han permitido ganar tiempo.
Una de las principales manifestaciones en el año 2010 de la crisis en los países desarrollados se produjo en la eurozona, dando lugar a operaciones de “rescate” de las economías griega e irlandesa. Ninguna de estas acciones detuvo al curso ascendente de esta crisis, que al decir de Kenneth Rogoff, académico de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI, “es probable que estemos a mitad” de camino (06/12/10). Desde luego, se esperan nuevos rescates, al menos el de Portugal, al tiempo que el efecto “contagio” se expresa notoriamente en España, Italia y Bélgica. “Después de todo – agregó Rogoff -, los rescates de la UE y el FMI son medidas únicamente para ganar tiempo, pues todos estos préstamos también tendrán que pagarse en algún momento. A la larga –añadió-, es probable que se requiera una reestructuración significativa de la deuda pública y/o privada de todos los países de la eurozona aquejados por problemas de deuda”.
Los “rescates” al ir acompañados de intensificación de las políticas de ajuste –en Grecia en la esperanza de reducir su déficit presupuestario y en Irlanda convirtiendo la deuda privada en deuda soberana-, por su signo contractivo mantienen a esas economías en recesión, sin eliminar la posibilidad altamente probable que deban entrar en cesación de pagos, lo que se ha buscado evitar actuando en primer lugar en defensa de los acreedores. Los planes de ajuste, en los países en dificultades, se fueron intensificando. En Grecia durante diciembre se aprobaron nuevos paquetes exigidos por la UE y el FMI, que se proponen reducir el déficit fiscal estimado en 2010 de un 9,4% del producto a un 7,4% en 2011. En 2009 superó el 15%. El IVA máximo se aumentó al 23%, una de las tasas más elevadas a nivel mundial. Las manifestaciones de protesta crecieron. “Necesitamos enviar al gobierno el mensaje –manifestó Ilias Iliopoulos, secretario general de los trabajadores estatales– de que no aceptaremos medidas que sólo nos llevan a la pobreza y el desempleo. No nos rendiremos” (16/12/10). El 15 de diciembre tuvo lugar la séptima huelga nacional de 24 horas en oposición a las disminuciones presupuestarias. Las medidas amenazan con incrementar la recesión y el desempleo, uno de las más altas de Europa.
Se estima que en 2010 la economía helénica se contrajo en 4,2%, lo cual hace también inviable que pueda cancelar en 2014 los préstamos acordados ascendentes a 110.000 millones de euros. Por ello, el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, propuso ampliar el plazo, recalcando que “el problema es crecimiento, crecimiento, crecimiento” (08/12/10). Este anhelo es absolutamente contradictorio con la dura política de ajuste en aplicación, demandada por el propio FMI.
En Irlanda, el Fondo luego de aprobar su participación en el “rescate” señaló en un comunicado que “bajo las actuales proyecciones para alcanzar las nuevas metas se necesitarían más medidas en el mediano plazo”, ya que al 2015 considera que no se cumplirá el objetivo de déficit fiscal concordada de 3% del producto (18/12/10). Más aún, el documento constató que existen “riesgos importantes (…) que podrían afectar la capacidad de Irlanda de pagar el préstamo del Fondo”. Por su parte, Moody`s redujo drásticamente la calificación del “tigre celta”, dejando sus títulos soberanos apenas dos niveles por encima de la categoría de “bono basura”.
“Los rescates de Grecia e Irlanda –escribió Dani Rodrik, profesor de Economía Política en la Universidad de Harvard– son sólo paliativos temporales. No sirven para reducir el endeudamiento y no han evitado el contagio. Además, la austeridad fiscal que prescriben retrasa la recuperación económica. Por ello –concluyó-, la necesidad de reestructurar la deuda es una realidad inevitable” (26/12/10).
En general, durante el tercer trimestre se redujo en la eurozona el crecimiento económico, sobre todo por el estancamiento de la inversión empresarial. La menor actividad agrava simultáneamente los problemas fiscales al disminuir el incremento de los ingresos. A su vez, las políticas presupuestarias contractivas debilitan la actividad privada. “Desde ya –afirmó Everett Brown, estratega de IDEA Global en bonos europeos– el actual paquete ha fallado en estabilizar los mercados de bonos europeos. Los mercados –añadió– están más preocupados por una posible reestructuración de las deudas soberanas (de Grecia e Irlanda) en los próximos años” (07/12/10). En España, según las estimaciones de Bruselas, su producto en 2010 volvió a descender en 0,3%, mientras que en diciembre el costo del gobierno para financiarse en los mercados aumentó cuatro veces con relación a enero.
La reestructuración de deudas genera obviamente una relación conflictiva con los mercados financieros internacionales, que defienden sus intereses, y tiene el mérito de no proteger a los acreedores que son responsables del agravamiento de la situación por las elevadísimas tasas de interés que cobran, acentuando debido a ello los niveles de endeudamiento. De otro lado puede permitir, como lo demuestra la experiencia de Argentina a comienzos de siglo, retomar los niveles de crecimiento. En este caso, además, favorecida por una fase de altos precios de sus principales rubros de exportación.
Tan alta es la posibilidad de una fase superior en la crisis de la eurozona que comenzaron a plantearse diferentes caminos para enfrentarla, los que van desde establecer una unión fiscal, aumentar el fondo de rescate, hacer menos vulnerable el Pacto de Estabilidad y Crecimiento –que establece un tope constantemente sobrepasado de déficit fiscal de 3% del producto– hasta invitar a China a efectuar compras de deuda soberana de países de la región, como lo hizo masivamente en EE.UU. Beijing ya ha adquirido deuda griega y portuguesa. Su viceprimer ministro Wang Qishan reiteró en la última quincena de diciembre que China “si fuera necesario apoyaría la eurozona con operaciones del tipo de la adquisición de bonos”. El interés del país asiático tiene un alto porcentaje de pragmatismo. La Unión Europea es su principal socio comercial. En los once primeros meses de 2010 el intercambio bilateral alcanzó a US$433.800 millones, aumentando en 33,1% con relación a enero-noviembre de 2004, de acuerdo a cifras de la Oficina de Aduanas china.
En concreto, el FMI propuso formalmente a la Comisión Europea elevar el fondo de rescate, planteando “aumentar los recursos disponibles de esta red de seguridad y hacer un uso más flexible, incluyendo para este objetivo proporcionar un apoyo más efectivo al sistema bancario” (06/12/10).
En los primeros días de diciembre, la Comisión Europea (CE) se reunió considerando dos propuestas para hacer frente a una situación que se agravaba. Una fue precisamente la de aumentar el Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera de 750.000 millones de euros y la segunda emitir eurobonos. Ambas fueron descartadas por la canciller alemana, señalando entre otros argumentos que los tratados europeos prohíben las ventas conjuntas de bonos. Angela Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schaüble, se enfrentan a un campo de maniobra muy reducida ante una opinión pública que es cada vez más crítica del proyecto europeo y de la inflexible posición de los directivos del Bundesbank. El ex canciller socialdemócrata, Helmut Schmidt, calificó la posición del banco central germano de “reaccionaria” y a las políticas de la canciller de “no muy inteligentes” (08/12/10). Por su parte, el jefe del Eurogrupo, el primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, la definió de “un poco simple” y de antieuropea, agregando que se “descartó la propuesta de emitir eurobonos antes de haberla estudiado” (09/12/10).
El presidente francés Nicolás Sarkozy adhirió rápidamente a la posición germana, luego de la realización del décimo tercer Consejo de Ministros conjuntos entre ambos países. “No estoy muy seguro –expresó– de que los ciudadanos franceses y alemanes estén muy contentos si la señora Merkel y yo decidimos que la deuda de toda Europa se comparta (…). Alemania y Francia han demostrado su solidaridad europea –agregó, refiriéndose entre otras a la crítica de Jean-Claude Juncker– y no pienso que nadie nos tenga que venir a dar lecciones sobre esta materia” (11/12/10).
El rechazo franco-germano tiene una razón muy clara, desean perpetuar su posición dominante al interior de la eurozona, que se reduce en la medida que se establecen instancias o instrumentos comunitarios. “En lo que coinciden Merkel y Sarkozy –escribió Jean-Marie Colombani– es en el fondo una lógica de derecha. Ninguno de los dos quiere una Europa animada por un verdadero centro que, a imagen del Banco Central Europeo, cuente con nuevos instrumentos de federalismo. Al fin y al cabo, el duopolio franco-alemán les conviene a ambos” (13/12/10).
La creación o no de eurobonos produjo al interior de la CE un intenso debate. Angela Merkel insistió en “el error de pensar que la generalización del riesgo sería un remedio”, pronunciándose a favor de la “armonización” y el “aumento de la competitividad de los Estados miembros”. A favor de dar este paso se pronunciaron Jean-Claude Juncker, el ministro de Finanzas italiano, Giulio Tremonti, el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt y el dirigente socialista europeo Poul Rasmussen. Se sumaron a la propuesta abiertamente durante el proceso de discusión líderes socialistas germanos y franceses. La polémica tomó la expresión de una confrontación entre dos visiones distintas ideológicas y políticas. En el fondo está como resolver la crisis del euro y el futuro de la Comunidad Europea.
El acuerdo concreto adoptado por la UE fue, a propuesta de Alemania, establecer un mecanismo de rescate “permanente” el año 2013. Esta decisión tampoco detuvo la presión especulativa. “No es raro –comentó Financial Times– que los inversionistas huyan. El stress en el sistema financiero está aumentando, a pesar que todavía es bajo en relación a la crisis de 2008” (22/12/10).
En la UE la posición dominante germana es muy evidente. “(…) no es solo –comentó Martin Wolf– el resultado de su dimensión económica. Es más bien porque es la nación acreedora más grande con el mejor crédito soberano. Cuando los países con déficit externo –añadió– agotan los proveedores extranjeros de crédito privado, se hacen dependientes de soberanos extranjeros. Eso –concluyó– está sucediendo en la zona euro. El poder de los acreedores es simple: sin su apoyo, los países deficitarios caerán en default” (22/12/10).
Mientras tanto, las dificultades en la eurozona seguían agravándose. La preocupación mayor se centró en España. Sus seguros contra cesación de pagos continuaron subiendo durante diciembre, al igual que las tasas de interés canceladas por sus bonos soberanos, los cuales en su última colocación de 2010 alcanzaron en sus títulos a diez años 5,485%, su nivel más alto desde 1997. Estimaciones del Banco para Pagos Internacional (BPI) cifró la exposición de los bancos de la eurozona en dicho país en US$727.000 millones, mostrando la magnitud de las preocupaciones que origina la evolución de su deuda y la inquietud de los acreedores. “Grecia –advirtió Barry Eichengreen– tiene un problema presupuestario; Irlanda un problema bancario, y Portugal, un problema de deuda privada; España tiene una combinación de los tres” (12/12/10).
Las entidades francesas y alemanas son las más expuestas de producirse una reestructuración de la deuda griega. En Irlanda lo serían las instituciones británicas y germanas. En Portugal los riesgos están todavía más concentrados, la tercera parte de todo tipo de activos financieros pertenecen a bancos y cajas españolas, según cifras del BPI al finalizar junio. El mayor porcentaje de sus compromisos proviene del sector privado no financiero, es decir de empresas y familias lusas, constituyendo el 6% de la exposición internacional de la banca española.
En este cuadro no fue extraño que la calificadora de riesgos Moody’s pusiese en revisión la nota a largo plazo de una treintena de entidades financieras ibéricas, incluyendo a los poderosos bancos Santander y BBVA y a la generalidad de las cajas de ahorro. Poco después de su anuncio, disminuyó la calificación de solvencia de la deuda a las comunidades de Murcia y Castilla-La Mancha, al sobrepasar de acuerdo a las cifras del tercer trimestre sus niveles de déficit.
Sin duda, los hechos demuestran que medidas como las propuestas tampoco serían suficientes, se requiere, señaló Guy Verhofstadt “abordar el problema estructural con el que el euro ha estado luchando desde su introducción. Seamos claros -enfatizó– en ningún lugar en el mundo existe una moneda única sin un Gobierno que pueda presumir de un presupuesto grande y creíble, y un despliegue de sus propios recursos financieros y un mercado de bonos tan líquido como sea posible. El euro no puede sobrevivir si tiene que seguir enfrentándose a 16 gobiernos –17 desde enero– con 17 estrategias económicamente diferentes y 17 mercados de bonos separados” (05/12/10).
El primero de enero ingresa Estonia a la eurozona. Para cumplir con las condiciones de acceso establecidas en el tratado de Maastricht, su gobierno de centro derecha redujo el gasto público en un 20%, despidiendo a miles de funcionarios públicos, reduciendo los salarios en un 10%, aumentando el IVA de un 18% a 20% y flexibilizó el mercado de trabajo. No es precisamente un aporte a las reformas estructurales requeridas.
Por Hugo Fazio
El Ciudadano