África ya no es una región de tensiones continuas, escribe el periodista marfileño Daouda Coulibaly; sin embargo, muchas veces se conoce al continente nada más que bajo el prisma de la fatalidad. Una cuestión de enfoque que proyecta realidades diferentes como si perteneciesen a una sola.
“Si de verdad queréis conocer África, tenéis que observarla a través de la mirada de los propios africanos”, señala Coulibaly. África aparece en los medios de comunicación sólo cuando sucede alguna catástrofe o estalla una crisis política. Imágenes de violencia que atacan la inteligencia y los éxitos a nivel de desarrollo social y económico conseguidos. Según datos de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) diez de las quince economías con mayor crecimiento a nivel mundial pertenecen al continente africano. Pero lo difícil de combatir no es la pobreza, sino la desigualdad; ya que parte de ese crecimiento no es inclusivo ni sostenible. El informe Iguales, realizado por Oxfam en 2014, revelaba que las 85 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad.
Marionetas de un sistema que dice cuando resultan útiles y cuando no; ahora que se tambalean los cimientos resulta interesante para los líderes políticos occidentales y el supuesto bien común reactivar y promover políticas públicas que favorezcan a toda la población mundial. La visión eurocentrista mezcla ficción y realidad; la distancia no es sólo física, también emocional.
“Su forma de comprender el mundo y la vida eran muy distintas. Darte cuenta de que eres un extranjero que no entiende la cultura ni lo que sucede a tu alrededor te obliga a recolocarte”, expresa Chema Caballero, misionero javeriano y director de uno de los pocos programas con éxito para la recuperación y educación de niños soldado en Sierra Leona. “Es la primera cura de humildad”, afirma Caballero.
Uno de los informes del Banco Mundial concluía que el envío de cascos azules y grandes cantidades de dinero a algunas zonas de África no había modificado las causas de la guerra. Estas acciones lo único que consiguen es afianzar relaciones de dependencia. “Los jóvenes son clave e invertir en ellas y ellos es invertir en el futuro de África”, expresa Caballero. “La emergente clase media africana ayudará al continente a reducir la pobreza, a afianzar la democracia y a conquistar importantes logros sociales”.
Lo que sucede en África no es independiente de lo que sucede en Europa, es la consecuencia.
Claudia Brihuega Ortiz
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