Hace un año atrás, como los hechos lo demostraron, la economía mundial no estaba desacoplada. El curso descendente fue generalizado, incluyendo a aquellos países como China e India que mantuvieron cifras positivas. No había territorios “blindados”. Al iniciarse 2010, al contrario, se produce un claro desacoplamiento. Las economías industrializadas tradicionales, particularmente EE.UU., no desempeñan el papel de “locomotora” de otros momentos e incluso existe el peligro real de que algunas de ellas vuelvan a experimentar una recaída. En cambio, en Asia emergente se vive una recuperación y algunas de sus principales economías, empezando por China, vuelven a experimentar niveles de crecimiento elevados. Ello conduce a que se acentúe la modificación en la correlación mundial entre los países. En este proceso, América Latina se encuentra rezagada. Por su parte, Chile en 2009 disminuye su producto en algo menos de 2%, aunque en noviembre –después de doce meses de cifras negativas- se registró finalmente un crecimiento en cifras interanuales.
En 2009 los ritmos de actividad económica en diferentes regiones del mundo dejaron de ser simétricos. Hasta el primer trimestre, la tendencia general era a la caída en los niveles de actividad, con muchos países experimentando una dura recesión, en algunos casos con claras expresiones de depresión, hasta otros –como China e India- en que sus ritmos de crecimiento se mantuvieron pero disminuyeron notoriamente. Con el correr de los meses ambos países asiáticos empezaron a recuperar tasas de actividad, no similares al período previo a la crisis, pero nuevamente elevadas. El mercado asiático, constató el FMI, está recuperándose de manera “impresionante”, a pesar de la contracción que se produjo en el comercio internacional y las dificultades generadas por la crisis financiera mundial. Su abundancia de reservas internacionales les permitió definir sus propias políticas, se liberaron de las exigencias de acciones contractivas usualmente recomendadas por el FMI. China constituye un ejemplo de utilización muy fuerte de estímulos internos fiscales y monetarios.
En 2009 las diferencias en ritmos de actividad a nivel global fueron notorias. Ello condujo a que se acentuase una modificación –que ya se venía dando- del peso económico de los países emergentes, particularmente asiáticos, con relación a las economías desarrolladas tradicionales. Si al año 2000, los Bric (China, Brasil, India y Rusia) representaron un 7,9% del producto global, en 2009 ese porcentaje –si se usan las estadísticas del FMI – se duplicó en puntos porcentuales a 15,8%. Los progresos más notorios los experimentaron China, de 3,7% del PIB global a 8,3%, y Rusia de 0,8% a 2,2%.
Desde luego, para que unos países en el escenario general crezcan porcentualmente, otros deben disminuir. Y la caída más fuerte la experimentaron en el lapso analizado las hasta ahora dos mayores economías mundiales: EE.UU. y Japón. El primero descendió en 6,1 puntos porcentuales de un 31% del PIB global a 24,9%, mientras que Japón se contraía en 5,7 puntos porcentuales de 14,5% a 8,8%. “Todas las tradicionales locomotoras económicas – comentó Claudi Pérez en El País – están en el taller de reparaciones: “Estados Unidos sale de la recesión, pero no está – ni mucho menos en forma (…), el paro por encima de la barrera psicológica del 10% y sus desequilibrios – déficit comercial, baja tasa de ahorro – más moderados pero ni mucho menos domados. Japón vuelve a su endémica deflación (…). Y la vieja Europa se enfrenta a un 2010 marcado por el estancamiento, y con varios incendios: el agujero fiscal en Grecia, el paro desbocado en España y el desplome de Europa del Este (…)” (05/01/10).
Grecia enfrenta la presión abierta del Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea para que reduzca rápidamente el déficit fiscal. El miembro del Comité Ejecutivo del BCE, Juergen Stark, que fuese miembro del banco central alemán, manifestó públicamente que los mercados “se hacen ilusiones si piensan que los Estados miembros abrirán sus carteras para salvar a Grecia”. El conflicto planteado es entre reducir a un ritmo forzado el déficit y no hacerlo prematuramente, así como no agravando las tensiones sociales, con la caída que significaría en los niveles de actividad económica.
Cambios de productos por países entre 2000 y 2009(Fuente: FMI. En porcentajes del producto global)
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País |
2000 |
2009 |
País |
2000 |
2009 |
EE.UU |
31,0 |
24,9 |
Brasil |
2,0 |
2,6 |
Japón |
14,5 |
8,8 |
Canadá |
2,3 |
2,3 |
China |
3,7 |
8,3 |
India |
1,4 |
2,2 |
Alemania |
5,9 |
5,7 |
Rusia |
0,8 |
2,2 |
Francia |
4,2 |
4,6 |
México |
2,0 |
1,5 |
Reino Unido |
4,6 |
3,8 |
Argentina |
0,9 |
0,5 |
Italia |
3,4 |
3,7 |
Chile |
0,2 |
0,3 |
Paul Krugman ha escrito que el lapso transcurrido entre los años 2000 y 2009, que en una gran medida constituye la primera década del siglo XXI, se debe denominar para EE.UU. como el Gran Cero. “Ha sido – escribió – una década con una creación de empleo prácticamente igual a cero. Y de hecho el empleo en el sector privado ha bajado, la primera década de la que se tiene constancia de que haya sucedido eso. Ha sido una década de mejoras económicas cero para las familias de a pie (…). Los ingresos familiares medios ajustados según la inflación eran más bajos que en 1999. Y ya saben – agregó – lo que pasó a continuación. Ha sido una década de beneficios cero para los propietarios de viviendas. Casi una cuarta parte de todas las hipotecas de Estados Unidos y el 45% de las hipotecas de Florida se han ido a pique, y los propietarios deben más de lo que valen sus casas. Por último (…) ha sido una década de ganancias cero en la Bolsa, incluso sin tener en cuenta la inflación. ¿Recuerdan la excitación cuando el Dow Jones alcanzó por primera vez los 10.000 puntos (…)? Bueno, eso era allá por 1999. La semana pasada (al finalizar el año 2009), el mercado cerró a 10.520. Sin embargo, lo que resulta realmente impresionante de la pasada década -concluyó Krugman- es lo poco dispuesto que estamos, como país, a aprender de nuestro errores” (04/01/10).
El Banco Internacional de Pagos de Basilea, que coordina opiniones entre los principales bancos centrales, al comenzar 2010 definió la situación como de incertidumbre, con incipiente recuperación de la economía mundial, de “montaña de deuda del sector privado y el rápido aumento de la deuda pública” y un elevado desempleo. Es decir, una recuperación llena de dificultades y durante la cual “las compañías financieras están volviendo al comportamiento agresivo” previo a la crisis, es decir a especular.
Todos estos problemas llevan al premio Nobel a prever la posibilidad de que en el curso del año la economía norteamericana vuelva a entrar en recesión, caiga en la temida W. “La probabilidad – declaró a la agencia Bloomberg – de que el crecimiento baje lo suficiente y suba el desempleo (…) es más alta que nunca”. Una posible nueva recesión –cifró– “no es un acontecimiento de baja probabilidad, es una probabilidad de 30% a 40%” (05/01/10).
¿Y que ha sucedido en estos años en América Latina? Si tomamos como ejemplo las dos mayores economías de la región –Brasil y México, que constituyen una parte sustancial del PIB de la zona, su participación en el producto mundial prácticamente no se modificó pasando tomados en conjunto de un 4% del producto global a 4,1%. Si agregamos la tercera economía más grande de la región, Argentina – por la violenta crisis que experimentó a comienzos de la década- su participación en el PIB mundial se redujo de 0,9% a 0,5%. Y Chile, presentado habitualmente como el gran ejemplo de la zona aumentó apenas de 0,2% a 0,3% con el agravante que el ritmo de crecimiento experimentó en los últimos años un curso marcadamente descendente.
La evolución de la economía chilena llama poderosamente la atención, porque incluso en años de condiciones externas extraordinariamente favorables – como la vivida entre 2004 y mediados de 2008 – la tasa en la década de crecimiento del producto con relación a los noventa disminuyó. Hasta el momento el país tampoco aparece aprovechando la situación nuevamente favorable que se le produce por el crecimiento de Asia emergente, que influye extraordinariamente en la cotización en los mercados internacionales de los principales rubros de exportación con que se cuenta. Si se toma como referencia el periodo 2000-2009, como lo hicimos para graficar los grandes cambios producidos a nivel global, el producto promedio anual creció 3,6%, muy por debajo de la tasa considerada por el Banco Central como de tendencia.
Chile: PIB anual 2000-2009(Fuente: Banco Central. En porcentajes de variación con relación al año anterior)
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Año | % | Año | % | Año | % |
2000 | 4,5 | 2004 | 6,0 | 2008 | 3,2 |
2001 | 3,4 | 2005 | 5,6 | 2009 | -1,9* |
2002 | 2,2 | 2006 | 4,6 | Promedio | 3,6 |
2003 | 3,3 | 2007 | 4,7 |
* estimación
Desde luego, este balance no se modifica, con el indicador mensual de actividad económica (Imacec) de noviembre del Banco Central que, felizmente, después de un año de cifras negativas – lapso extraordinariamente largo – experimentó un crecimiento de 3,1% en doce meses. El promedio de enero-noviembre de 2009 con relación a los mismos meses de 2008 es de -2,1%. El viraje en la economía chilena se produce con rezago a lo sucedido a nivel mundial y dista extraordinariamente, si se desea hacer comparaciones, con lo acontecido en muchos países de Asia emergente.
El ministro de Hacienda, Andrés Velasco, explicó lo sucedido en noviembre como una consecuencia del plan de estimulo fiscal seguido: -“El gobierno eligió el primer día hábil (de 2009) – señaló – precisamente para contrarrestar los efectos que le iba a ocasionar la recesión. Y así fue, ya que es debido a este paquete fiscal es que el país logró sortear los efectos de la crisis (…)” (06/01/10). Es valorable que el ministro Velasco explicite finalmente que el país vivió una recesión, palabra que nunca utilizó durante el largo periodo que se produjo. Sin duda, el plan fiscal fue necesario e influyó positivamente, pero se aplicó tardíamente. Con el agravante que sus efectos en una economía abierta con apreciación cambiaria se reducen apreciablemente. El efecto multiplicador del gasto público sobre la demanda interna se desvía apreciablemente sobre el exterior. Más aún debió modificarse el primer día hábil del año pasado el presupuesto 2010 aprobado un mes antes.
Los indicadores industriales enero-noviembre también son elocuentes, aunque la producción del décimo primer mes del año igualmente haya sido en doce meses positiva. Si se compara con los mismos meses de 2008 la producción cayó 9,6%, las ventas totales 7,4% -con una reducción algo menor de las efectuadas al mercado interno, -6,5%-, una disminución del consumo industrial de energía eléctrica de 7,4% y un descenso en la ocupación sectorial de 5%. Los hechos son apabulladores: no se “sorteó” –como dice Velasco- la recesión, sus costos sociales son muy grandes. De otra parte noviembre no es consecuencia únicamente de políticas internas sino que es decisivo el nuevo escenario de la economía mundial, particularmente en aquellos países que son determinantes en las exportaciones fundamentales efectuadas desde el territorio nacional.
Por Hugo Fazio