Ahora los protagonistas de la noticia son los ejecutivos del banco Merril Lynch, quienes según el fiscal de Nueva York, Andrew Cuomo, cobraron un total de 3 mil 500 millones de dólares en bonos y comisiones el 2008. Cuomo acusa “sorprendente irresponsabilidad corporativa” de parte de los ejecutivos, que cobraron esa suma mientras pedían ayuda del Estado para evitar la quiebra de su banco.
En septiembre de 2008, el Bank of América –del que hoy es principal accionista el Estado de EEUU- compró Merril Lynch para evitar su quiebra, acción que estuvo a punto de llevarlo a la ruina. El fiscal investiga si el cobro de las comisiones de adelantó para que la fusión no afectara el total, pero confirmó que el cobro se hizo “secreta y prematuramente” y con aparente complicidad del Bank of America.
De acuerdo a la edición del jueves del diario Daily News, cuatro de los ejecutivos de Merrill Lynch recibieron 121 millones de dólares justo antes de que el Estado norteamericano rescatara la firma con el dinero de los contribuyentes. Como si fuera poco, el New York Times informó con datos de la fiscalía de Nueva York que durante el 2008 el banco pagó un millón de dólares a otros 696 altos funcionarios.
«Al parecer, en vez de dar a conocer sus planes de gratificaciones de forma transparente, tal como se les pidió, actuaron de forma secreta cambiando las fechas para (recibir) esas primas y recompensaron a ejecutivos que habían fracasado», afirmó el fiscal a través de una carta enviada al comité de servicios financieros de la Cámara de Representantes de EEUU, que ayer sesionó sobre el uso que han dado los bancos al dinero del rescate del Estado.
UN CASO ENTRE MUCHOS
El escándalo del Merrill Lynch es el último en conocerse, pero no el único. Pese a las calamidades que ha causado la crisis económica en el sistema financiero y ahora en la “economía real”, no pocos banqueros han obtenido jugosos dividendos de la turbulencia gracias al rescate con platas públicas propiciado por distintos estados o bien se aseguraron de sacarlos antes del descalabro.
Fue el caso de Lloyd Blankfein, ejecutivo de Goldman Sachs, que recibió US$ 231 millones en bonos por ocho años de servicio. “Lo que irrita a la gente –y con justa razón- es que los ejecutivos sean premiados por fracasar. Especialmente cuando esas recompensas están siendo subsidiadas por los contribuyentes estadounidenses”, afirmó en esa ocasión Obama.
El 28 de enero pasado, el diario inglés The Guardian publicó una lista de doce banqueros que se aseguraron ganancias con el rescate del Estado (al mismo que abominan y querían jibarizar hace menos de un año) pagándose a sí mismos bonos por más de un billón de dólares. Esto a pesar de que sus respectivos bancos registraron pérdidas por más de 300 billones.
Con US$ 233 millones de ganancia por ocho años de servicio, figura Jimmy Cayne, ex presidente del quinto banco de inversiones de EEUU, el Bear Sterns, el primero de Wall Street en caer en desgracia y en solicitar auxilio fiscal en marzo pasado. El Bear Sterns fue luego adquirido por JPMorgan en US$ 270 millones.
Después viene el ya mencionado Blankfield, con US$ 231 millones, y luego Dick Fuld, ejecutivo de Lehman Brothers, que a pesar de ser uno de los responsables de la ruina de la entidad en septiembre pasado se llevó US$ 191 millones. John Train, ejecutivo de Goldman Sachs y luego de Marril Lynch se pagó US$ 94 millones, mientras que el presidente de Citigroup Sandy Weill y su sucesor Chuck Prince, se anotaron US$ 173 millones y US$ 110 millones respectivamente.
TOPE DE 250 MILLONES DE PESOS
Pero el récord lo obtiene por lejos Stan O’Neal, ex presidente de Merrill Lynch destituido en 2007 por la pérdida de inversiones en el contexto de la crisis sub-prime, quien se anotó premios por un total de 279 millones de dólares.
Otro polémico personaje según The Guardian es el ex Secretario del Tesoro de EEUU en el gobierno de Bush, Hank Paulson, quien antes de ser funcionario público fue una importante figura de Wall Street como ejecutivo de Goldman Sachs –que le pagó US$ 170 millones. Paulson, en su calidad de secretario de Estado, elaboró un programa de auxilio a entidades financieras en base a los impuestos de los contribuyentes que significó la entrega de US$ 10 billlones a Goldman, Morgan Stanley y el Citigroup.
Hechos como los recién descritos motivaron al presidente Barack Obama la semana pasada a condicionar la entrega de dineros del Estado a la banca a que sus ejecutivos no perciban sueldos superiores a US$ 500 mil y a que no reciban bonos mientras no devuelvan el préstamo al Estado.
Aunque 500 mil dólares es una gigantesca cantidad de dinero (cerca de 250 millones de pesos chilenos), la condición puesta por el Estado norteamericano le significará una importante reducción de ganancias a los ejecutivos de los bancos recién mencionados. El ejecutivo de Goldman Sachs Lloyd Blaknfield, por ejemplo, verá reducido su salario en 98%, es decir, 250 millones de pesos es sólo el 2% de lo que recibió en bonos en 2008 por ocho años de servicio.
LA DEFENSA DE WALL STREET EN EL CAPITOLIO
Ayer los jefes de los bancos más importantes de Wall Street enfrentaron nerviosos a los congresistas estadounidenses en el Capitolio durante más de siete horas. Aunque reconocieron que era necesario hacerse “una autocrítica” en la banca, defendieron el pago de los bonos multimillonarios y criticaron el tope a sus salarios de US$ 500 mil que propuso la administración Obama.
Insistieron en que sus instituciones están haciendo todo lo posible para reactivar la economía de los EEUU y que no estaban motivados por el enriquecimiento personal. “Amamos lo que hacemos”, dijo el ejecutivo de Morgan Stanley, John Mack, y aseguró: “si ustedes no me dan ningún bono en el mejor de los años, yo aún así estaría aquí”.
Los banqueros agregaron que la medida que limita sus salarios a 500 mil dólares está siendo perjudicial para la salud de la banca norteamericana, porque la banca europea está tentando ahora con mejores sueldos a sus ejecutivos y gerentes. “Estamos preocupados por los ejecutivos medios, no tanto por los superiores”, afirmó Mack.
En ese momento intervino el presidente del comité de servicios financieros de la Cámara de Representantes, el demócrata Barney Frank, para preguntarle a Mack y los demás banqueros “¿por qué tienen que ser sobornados para que sus intereses estén alineados con los del pueblo cuando es el pueblo el que les paga su salario?”.
El ejecutivo de Morgan Stanley estaba acompañado por los jefes de Goldman Sachs, JP Morgan, Bank of New York Mellon, Bank of America, State Street, Citigroup y Wells Fargo. Estas firmas han recibido más de US$ 140 billones del Tesoro estadounidense. Los legisladores les advirtieron que se prepararan para una “nueva era de accountability público”.
“Como ejecutivos de grandes corporaciones, ustedes vivieron en un espejo sin rendir cuentas y protegidos del escrutinio público”, les dijo el demócrata Paul Kanjorski, “pero una vez que toman dinero de los contribuyentes, ahora se mueven dentro de una pecera”.
Francisco Figueroa C.
El Ciudadano