Las políticas de austeridad del FMI, además de violar la soberanía de los pueblos, echan por tierra los derechos más básicos de las personas. La propuesta de introducir un impuesto excepcionalcon una tasa de un 10% sobre el capital de todas las rentas disponibles de cada hogar, sean cuales sean sus ahorros, para aliviar la deuda pública en los países europeos hasta el nivel previo la crisis de 2007, no debe llevarnos a engaño.
Pocos días antes de la Asamblea general anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco mundial que ha tenido lugar del 11 al 13 de octubre de 2013 en Washington, el FMI ha vuelto a la carga. Concretamente en el Estado español, después de haber propuesto una bajada de salarios que suscitó una reacción desacostumbrada, reclama ahora que se reduzca el listado de productos que aplican tipos reducidos de IVA, lo cual afectaría a productos y servicios considerados básicos o de primera necesidad.
Una receta como ésta es lo que provocó los famosos motines de hambre, llamados también ‘motines FMI’, en el Sur del planeta, cuando el precio del pan o de la gasolina subió de golpe en una noche hasta precios inalcanzables para la mayoría de la población. Entre otros ejemplos, es el caso famoso del ‘Caracazo’ en Venezuela en 1989, cuando aplicaron el Plan del FMI; o de Perú en 1991, cuando el precio del pan se multiplicó por 12 mientras los salarios empezaron a bajar; de Zimbabwe en 2000; Argentina, Paraguay y Uruguay en 2001… La lista es larga, como lo es la historia del neocolonialismo económico de la institución de Washington.
En definitiva, el FMI sigue el mismo camino del austericidio que aplica en el Sur, donde estas políticas llevan fracasando desde décadas. Más allá de algunas nuevas propuestas sobre recaudación, no hay nada nuevo en la ideología de la institución. Ya en 1999, en un informe sobre los Efectos de las políticas de ajuste estructural en el goce efectivo de los derechos humanos, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas decía sobrelos planes de austeridad en el Sur lo que podemos aplicar para la actual crisis de deuda en el Norte: “Lamentablemente, tanto el FMI como el Banco Mundial tratan la gestión de la crisis de la deuda como actividad al margen de la importante tarea del desarrollo humano. El crecimiento acelerado del producto nacional bruto (PNB) o la reducción de la inflación no puede propiciar el desarrollo si no va acompañado de una redistribución de los ingresos que permita que una mayor parte de la población ejerza sus derechos económicos, sociales y culturales.”
El austericidio, un proyecto político a escala internacional
Estas políticas de austeridad del FMI, además de violar la soberanía de los pueblos, echan por tierra los derechos más básicos de las personas. La propuesta de introducir un impuesto excepcionalcon una tasa de un 10% sobre el capital de todas las rentas disponibles de cada hogar, sean cuales sean sus ahorros, para aliviar la deuda pública en los países europeos hasta el nivel previo la crisis de 2007, no debe llevarnos a engaño. Por cierto, nos recuerda lo que ocurrió en Chipre, aunque en aquel caso era una tasa de un 47,5% sobre todas las cuentas que dispusieran de más de 100.000 euros. Pero parece más bien una medida desesperada que llama la atención para esconder medidas reales por venir. De igual manera, cuando afirma que queda margen para aumentar tipos de impuestos en los tramos superiores de ingresos, parece que, ante el caos que generan sus medidas, tiene que bajar el tono para que su política sea sostenible…y seguir el mismo camino capitalista. De hecho, como decía el mismo informe de la ONU de 1999 antes citado, hay que entender las políticas de austeridad más bien como un proyecto político a escala internacional: “El ajuste estructural va más allá de la simple imposición de una serie de políticas macroeconómicas a nivel nacional. Representa un proyecto político, una estrategia consciente de transformación social al nivel mundial, principalmente para hacer que el mundo sea seguro para las empresas transnacionales. En pocas palabras, los programas de ajuste estructural sirven de «cinta transmisora» para facilitar el proceso de mundialización, mediante la liberalización y la desreglamentación y reduciendo la función del Estado en el desarrollo nacional.”
El 9 de octubre de 2013, tras la presentación del informe fiscal del FMI, Michael Keen, director de asuntos fiscales del FMI, dijo que España «no ha recurrido demasiado al impuesto del IVA» para incrementar los ingresos. ¿Sería el caso del sector de la Cultura, en el que los libros de texto o el material escolar experimentaron un aumento del IVA de 13 puntos, del 8 al 21%? Los españoles podrán agradecer la especial atención del FMI al respecto. Después de dos subidas brutales del impuesto regresivo más injusto, bajo el gobierno del PSOE primero, y del PP a continuación, las recomendaciones del FMI son escandalosas. Quieren curar la enfermedad matando al paciente.
El FMI, en su Fiscal Monitor de octubre de 2013, muestra una repentina preocupación por reducir la deuda pública hasta niveles precrisis de 2007, sin reconocer que la deuda pública en muchos casos, el español entre ellos, se ha disparado precisamente como consecuencia del rescate a la banca. Como solución, vuelve a hacer propuestas profundamente injustas y erróneas, como el mencionado impuesto único del 10% a la riqueza de los hogares. En su argumentario, el FMI advierte de «los riesgos de las alternativas» a esta propuesta, como «el repudio de la deuda pública», un «riesgo» que para nosotras sería un primer paso para salir de la crisis.