Una de las cosas maravillosas del Twitter es que, cuando lo abres, te vas enterando del pulso país; de lo que se está hablando, de lo que requiere atención urgente. Y a medida que va pasando el día, uno ve cómo van apareciendo y desapareciendo temas que pueden ir desde #CambieUnTítuloPorPichula hasta Nestlé y Soprole.
Obviamente uno reacciona más rápido ante el primero, mientras miro con sospecha el segundo, apostando secretamente a que se trata de un caso de colusión, pero te preguntas si este ejercicio fatigoso te tiene realmente tan cagada de la cabeza como para pensar que el nombre de cualquier empresa va siendo sinónimo de “colusión”
Colusión. Qué palabra de mierda. Que malamente puesta de moda en 2015. Que desilusionante. Que vertiginosa.
Las sospechas siguen ahí. Pero antes, pienso en “El amor en los tiempos de la pichula” o “la pichula en los tiempos del cólera” pero esa versión la encuentro demasiado lívida; demasiado oscura. Opto entonces por la primera, en el entretiempo que me queda entre el almuerzo y comenzar a elegir otro tema del que valga la pena decir algo, gastarse los dedos y mamarse el dolor de espalda.
“Nestlé y Soprole” sigue ahí. Sube y baja un par de puestos, pero se mantiene.
Requiere atención entonces.
Lo pincho.
No hay sorpresa. Efectivamente se trata de un potencial nuevo caso de colusión.
Pero esta es una especie de diferente de colusión. En esta oportunidad no se trata de que nos están jodiendo directamente a nosotros, los ciudadanos de a pié. Aunque en realidad si.
Todo se trata de una denuncia que realizó el diputado por el distrito 47, José Pérez (cuya militancia es la radical) y lo que señala es que hay que prestarle atención y comenzar una investigación ya que, supuestamente, Nestlé y Soprole están coludidos para cagarse a los pequeños productores de leche del país ya que están pagando un poco menos de un moco por el litro.
Según lo que indica el diputado, el mundo lechero lo está pasando mal ya que estas dos grandes empresas se pusieron de acuerdo para pagar muy poco por el litro de leche y luego, lo revenden a un 400% de su valor. Como ofrecen tan bajos precios a los lecheros (cerca de $200 pesos por litro), estos no pueden sustentar sus costos de producción y de esta forma, los van llevando al cierre forzoso de sus actividades.
Lo más terrible de este cuento, según señala Pérez quien es presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara Baja es que estas industrias se beneficiaron de un estudio realizado por el Consorcio Lechero, quienes les facilitaron datos importantes sobre el costo de los procesos de los pequeños productores.
En casos como estos, uno puede preguntarse cómo los empresarios tiene la cara de juntarse todos los años en Casa Piedra a rasgar vestiduras en el nombre de la libre Libre Competencia y defienden este sistema si en realidad están haciendo lo posible por asesinar a cualquiera que quiera “emprender” como tanto les gusta decir.
Todo esto, hasta el momento, no es más que un supuesto; sin embargo, a estas alturas del partido, nada juega en favor de las empresas para pensar lo contrario.
Ojalá que se investigue esta denuncia. Ojalá que los productores de leche y sus vaquitas no desaparezcan ya que si no hay diversidad en el mercado, no tendremos ningún control sobre las cadenas de producción, los procesos y los precios.
Ojalá que no siga teniendo “más poder el poder o más duro nos van a venir a coger” y lamentablemente eso es cierto en la práctica.
Por lo pronto no es más que una denuncia, y en Chile, la experiencia nos dice que, tratándose del empresariado, hay que presumir culpabilidad, mientras no se demuestre la inocencia ya que incansablemete les hemos visto la cara dura que ponen para alegar inocencia y ante la posibilidad de la cárcel, terminan reconociendo sin ningún pudor la culpa y de paso, que nos mintieron durante meses en nuestra nariz.