Ello exige impulsar políticas anticíclicas, las cuales se encuentran en abierta contradicción con el “ajuste fiscal” impuesto desde el ministerio de Hacienda. El organismo internacional planteó la necesidad de una acción colectiva para hacer frente a este estado de cosas, que tiene expresiones particularmente fuertes en América del Sur, que encadenó dos años de cifras de crecimiento negativas. En particular, su formulación conduce a que se destinen recursos a inversión en infraestructuras y en educación. Lamentablemente el Banco Central en su análisis en lo fundamental solo se limita a dibujar el escenario existente, quedando a la espera que en general las correcciones sean consecuencia de la acción del mercado, cuando la experiencia enseña que es el Estado el que debe tener la iniciativa.
El Informe de Política Monetaria del Banco Central (IPoM) de junio se sumó a las opiniones entregadas por organismos internacionales estimando que en 2016 el producto crecerá incluso menos que en 2015. Al rebajar su proyección de incremento del PIB a un rango entre 1,25% y 2%, colocando este último porcentaje como techo, teniendo como promedio 1,6%, llega a niveles muy similares a los proyectados por el FMI y la Ocde, de apenas 1,5%, que fuesen impugnados por el ministro de Hacienda cuando se dieron a conocer. Por lo demás, estos niveles de actividad se encuentran en línea con el incremento experimentado por la economía hasta las últimas cifras de crecimiento efectivo dadas a conocer. En efecto, el indicador mensual de actividad económica (Imacec) del Banco Central en el primer cuatrimestre del año registró un incremento de 1,7%, después de darse a conocer el reducidísimo incremento de abril tan solo de 0,7%.
Lo más negativo de los datos proporcionados por el IPoM es la nueva caída a experimentarse en la formación bruta de capital fijo (FBCF), que el instituto emisor la cifró en 2,4%, superior incluso a la experimentada en 2015, que alcanzó a 1,5%, en lo que sería su tercer año consecutivo de reducción, situación sin precedentes cercanos. Si bien en la crisis de los años noventa, iniciada en el sudeste asiático, y la de fines de la década pasada, durante la Gran Recesión, las caídas fueron aún más violentas, ellas se revirtieron transcurridos uno o dos ejercicios. En 2014, la FBCF descendió en 4,2%. De manera que la reducción acumulada en el trienio 2014-2016 llegaría a cerca de 8%. Para 2017, según estimó el Banco Central la recuperación sería solo de 0,9%. En estricto rigor, su disminución se inició en el segundo semestre del último año de la administración Piñera, cuando en todo 2013 su incremento fue de 2,2%.
Esta caída en la inversión productiva tiene parte de su explicación en el bajo nivel de la actividad minera. El Banco Central y por primera vez al informar del Imacec de abril dio a conocer por separado las cifras de la minería, con un decrecimiento en doce meses de 5,8% y el no minero con un aumento de 1,3%. En la FBCF uno de sus componentes es la construcción, para la cual el IPoM proyectó un crecimiento “moderado”, por la visible variación en los niveles de actividad al establecerse en adelante el IVA en construcciones residenciales que permanecieron hasta el 2015 exentas, produciéndose por esta causa un fuerte proceso de adquisiciones. De otra parte, incide la política restrictiva impuesta a la inversión pública en el marco de la política de ajuste fiscal[1].
La nueva contracción en la FBCF incide en que la demanda interna crecería de acuerdo a la estimación apenas en 1%. En ello influye, además, la evolución del mercado laboral, al cual el IPoM le concedió particular atención, por su repercusión sobre el consumo. Rodrigo Vergara expresó su esperanza de “que el mercado laboral siga ajustándose en los próximos meses”, dándose un menor crecimiento de la masa salarial, que se calcula considerando la evolución del número de ocupados y su remuneración promedio, “coherente –destacó el presidente del Banco Central- con un crecimiento moderado del consumo” (07/06/16). Es de suponer que criterios regresivos de esta naturaleza ya estarán presentes en la discusión del salario mínimo que debería regir a partir de julio. Estos hechos condujeron al Banco Central, teniendo presente también la estimación de crecimiento del producto para 2017 de entre 2% y 3%, a constatar: “De acuerdo con nuestro escenario base, el próximo año cumpliremos cuatro años con un crecimiento promedio en torno a 2%, lo que no es satisfactorio”. El país se encuentra en una fase de recesión en crecimiento, cuando durante un período prolongado de tiempo el producto efectivo crece menos que el potencial.
Desde luego, en una economía pequeña y extremadamente abierta como es la chilena incidirá poderosamente en su curso futuro la evolución de la economía global. Casi simultáneamente con el documento del IPoM el Banco Mundial dio a conocer sus Perspectivas Económicas Mundiales para el presente año y los siguientes. Mientras el Banco Central de Chile estimó un crecimiento global de 3% en 2016, el organismo internacional lo cifró en 2,4%, reduciéndolo en 0,5 puntos porcentuales con relación a la proyección que había efectuado seis meses antes. Es una disminución muy brusca, afirmando que el mundo sigue atrapado en un “equilibrio de bajo crecimiento”, formulación similar a la realizada por el Fondo Monetario Internacional al hablar de “nueva mediocridad” o el exsecretario del Tesoro en el gobierno de Clinton, Lawrence Summers, calificándola de “estancamiento secular”[2].
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Las causas explicativas de su reducción en la estimación el organismo internacional las sintetizó en las dificultades de las economías avanzadas cuando ya han transcurrido siete años del término de la Gran Recesión; en la persistencia de las bajas cotizaciones de las materias primas, lo cual “es clave –manifestó Carlos Astete, economista del Banco Mundial– para todos los países exportadores de materias primas”, entre los cuales se encuentra Chile; así como en la debilidad del comercio internacional y la moderación en los flujos de capital.
La mitad de la reducción en su proyección de la economía global en 2016 el Banco Mundial la explica por la evolución en países emergentes, particularmente en los exportadores de commodities. De allí la nueva caída que proyecta para 2016 en las economías sudamericanas de 2,8%, muy influida por la larga recesión brasileña, que tendría una contracción de 4%. Esta reducción en América del Sur lleva a que para el conjunto de los países latinoamericanos considere una reducción de 1,3%, luego de haber descendido en 2015 un 0,7%. Destacando que hace tres décadas la región no experimentaba un encadenamiento de dos años consecutivos con cifras negativas. Es el lapso que Cepal lo definió de “década perdida”, en lo cual incidió la política acordada por el grupo de los cinco en esos años (EEUU, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido) de aumentar bruscamente las tasas de interés como medida antiinflacionaria.
En síntesis, América Latina tiene dos escenarios diferentes. Uno es el de América del Sur. El otro es México y América Central, para las cuales el Banco Mundial estimó un crecimiento durante el presente año de 2,7%. México si bien también es un exportador neto de petróleo posee una industria más diversificada y un porcentaje muy elevado de sus exportaciones se dirige al mercado norteamericano, lo cual se vio favorecido por la devaluación experimentada en el peso azteca.
El escenario global, observó el Banco Mundial, está influido por la insuficiencia de las políticas desarrolladas, habiendo sido factor fundamental de ellas las aplicadas por los bancos centrales. Estos, comentó el economista jefe del Banco Mundial, Kaushik Basu, están “experimentando cada uno por su cuenta con tasas de interés negativas. Pareciera –añadió- una buena idea pero en retrospectiva esta ensalada de políticas sin coordinar no funciona” (08/06/16). Se confirma así nuevamente las limitaciones que tienen las políticas monetarias, como la formuló el keynesianismo en las fases de bajo crecimiento económico. Observación también válida para la economía chilena donde la tasa de interés de política monetaria del Banco Central es en términos reales negativa. De allí el llamamiento del Banco Mundial para que los países asuman una responsabilidad colectiva, proponiendo en especial que los recursos se destinen a inversión de infraestructura y educación.
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En materia de inflación, el informe afirmó que su tasa se ubicará dentro del rango propiciado por el Banco Central, de entre un 2% y un 4% anual, durante el tercer trimestre de 2016, después de haberse mantenido sobre su objetivo más alto durante un lapso superior a los 25 meses. En ello fue determinante el proceso de devaluación del peso con relación al dólar norteamericano. Que ello ya no acontezca y la moneda nacional recupere terreno actúa en sentido contrario. El IPoM estimó que la paridad fluctuará en los niveles de cuando se dio a conocer el informe, en una evolución que está entregada absolutamente a lo que acontezca en el mercado. Los otros factores que le llevan a esta cancelación es una evolución económica en que crecen los factores productivos sin utilizar, consecuencia del bajo nivel de actividad económica, y un “mercado laboral que seguirá ajustándose”, por el incremento de las tasas de desempleo y condiciones de trabajo más precario. Su proyección es que el IPC se ubicará en 3,6% en doce meses al cerrar el año, encontrándose en 4,2% durante mayo.
Por otra parte, en abril el Ministerio de Hacienda convocó a las comisiones que deben estimar los indicadores de tendencias de crecimiento económico y precio del cobre, dando así su primer pasó en la elaboración del presupuesto fiscal de 2017. Se parte del supuesto que ellos serán inferiores a los que se establecieron para el presente año y, por tanto, incidirán en niveles de crecimiento del gasto público inferiores, ya que de acuerdo a la denominada ley de responsabilidad fiscal, los recursos fiscales generados por ambos conceptos se deben utilizar hasta el nivel de los indicadores de tendencia. Más aún cuando la política fiscal contempla ir reduciendo año a año el monto del déficit estructural. El presidente del Banco Central al informar sobre el IPoM dio a conocer que será en septiembre cuando se revisará el nivel de crecimiento anual del producto potencial que hasta ahora lo establece entre 3% y 3,5%. La caída de la inversión y la pobre evolución de la productividad, variable a considerar para determinar su tasa de incremento, conduce a la conclusión que experimentará una disminución.
Por Hugo Fazio
NOTAS
[1] Véase, Resumen Económico Nª169, enero-marzo de 2016, págs. 7-11.
[2] Véase, Los Mecanismos Fraudulentos de hacer fortuna. Mapa de la Extrema Riqueza al 2015, Lom 2016, págs. 59-63.
Carta Económica 12 de junio de 2016