Algunos constituyentes se han visto algo favorecidos con las decisiones de estos bancos; con bajos niveles de inversión han logrado aumentos en sus ventas y sus utilidades, o han logrado aumentos de los valores de algunos de sus activos. Otros, en cambio, han visto definitivamente deteriorados sus resultados por las decisiones de los centrales, que con sus reiteradas dudas e indecisiones sobre la tasa de interés han logrado unos pobres crecimientos económicos, y con ello, menos demanda agregada y menos bienestar social e incluso graves conflictos nacionales.
Diferentes miradas
Mirada de ideólogos: por una parte están los ideólogos que aparentemente parten de una teoría y una práctica económica que suponen que dos cosas: uno, que las tasas de interés cero o negativas estimulan la inversión; y dos, que sus modelos de anticipación históricos son los más certeros para la toma de decisiones. Estos ideólogos consideran que lo hecho en estos años ha sido correcto. A ellos se unen los miembros de algunas instituciones que se han visto favorecidas con las decisiones titubeantes de los centrales, con respecto a la tasa de interés, al empleo y a la inflación.
Mirada de incumbentes: por otra parte, están los miembros de empresas, analistas, personas y trabajadores, ciudadanos afectados que han visto mermados sus ingresos netos, sus ahorros o sus remuneraciones, por las tasas de interés muchas veces negativas por años (en Chile por más de dos años) al tiempo que, por ejemplo, en algunos países los trabajadores han visto reducido su poder de negociación y de compra debido al nulo o bajo crecimiento de la demanda de mano de obra, ante tasas de crecimiento económico bajas o paupérrimas y en varios casos, además, con alta inflación.
Reflexión
Pero, tal vez, lo más llamativo han sido cuestiones contrapuestas como las siguientes:
1) Muchas instituciones financieras, frente a la visión que entregan algunos bancos centrales, vislumbran, con tasas de interés cero o negativas, dudas en el crecimiento económico y, como suponen que puede haber incremento de los impagos, tienden a subir sus tasa de interés por más riesgo al otorgar créditos, que pocas empresas o personas están en condiciones de pagar.
2) Esas mismas instituciones financieras, por otro lado, no han sido capaces de orientar productivamente los enormes caudales financieros emitidos por algunos bancos centrales (“quantitative easing”) sin antecedentes en la historia de la humanidad, por lo cual han quedado inmóviles cuantiosos fondos, y en el colmo de los colmos financieros, algunos tenedores de esos fondos sin uso, tiene que pagar a terceros para que se los custodien.
3) En más de 10 años en muchas economías los crecimientos económicos han sido bajos y re bajos, desdiciendo con ello la existencia de un “ciclo económico clásico” donde debiera haber habido: recuperación, auge, recesión y depresión.
4) Responsables. Por último, viendo los pro y los contras, especialmente por los bajos crecimientos de muchas de las economías de mercado, se puede llegar a la conclusión que los bancos centrales han sido directa o indirectamente muy responsables de que se hayan restado a la riqueza mundial muchos billones de dólares, y parte de esa responsabilidad la tienen que compartir las autoridades políticas de los gobiernos que deben custodiar el correcto funcionamiento de las variables que determinan el crecimiento económico, la inversión, la demanda y el nivel de los precios en una economía.
¿Cambio en la institucionalidad de los centrales?
Como lo que está ocurriendo en términos de nivel de crecimiento económico es muy preocupante en algunos países le correspondería a las autoridades políticas cambiar la institucionalidad de su respectivo banco central, para no dejar un campo fundamental de la economía a cargo de esta institución y sus directivos, que al final no han aportado al desarrollo económico, sino que más bien, por sus permanentes e interminables indecisiones, han detenido o deteriorado ese desarrollo, aparte de que no hay, al parecer, niveles de logro que ameriten una sanción o responsabilidad institucional o personal por unos resultados económicos deficientes que afectan a toda la población. Es decir, no se puede dejar la toma de decisiones fundamentales para el desarrollo económico de una nación y, con ello el bienestar de millones de personas de cada país, en manos de unos pocos burócratas (y generalmente con una misma profesión) que lo que logran es proveerse altos sueldos sin responsabilizarse por sus errores, en muchos países en la última década.
La responsabilidad del cambio institucional no es solamente de las instituciones mismas ni de sus directivos, sino de quienes las crearon y de quienes están a cargo de legislar y evaluar su razón de ser hoy en día, en una economía global integrada y en el contexto de las nuevas y más precisas tecnologías emergentes y comunicativa, de big data y sistemas expertos complejos e inteligencia artificial entre otros para una toma de decisiones económicas mas acertadas y que permitirían un funcionamiento moderno, unas estructuras organizacionales mucho más eficicientes y livianas, un menor costo operacional y eliminar funciones caducas para dar un nuevo sentido a su nueva misión institucional en un siglo XXI, que ha llegado para imponer la innovación y paradigmas disruptivos en todos los planos de economía y la gestión pública incluida.
Alerta estratégica
Pero, aparte de todo lo anterior hay que reconocer que una vez que haya que revertir o terminar la emisión de esos billones de dólares que están repartidos en el mundo nadie está en condiciones, por ahora, de anticipar con relativa certeza lo que ocurrirá cuando vuelvan a imperar las tasas de interés positivas reales y cómo se evitará o se resolverá una posible catástrofe económica de dimensión mundial, como uno de los posibles escenarios –entre otros– que pudiesen derivarse.