La economía China atraviesa una serie de turbulencias que hacen que los inversores de todo el mundo pongan sus atención sobre el gigante asiático. Diferentes economistas del mundo asumen que este trimestre el crecimiento de China estará cercano al 6.8%, es decir, 0.2% por debajo del trimestre anterior. Si bien esta cifra alegraría a cualquier otra economía mundial, la baja se da en medio de una serie de turbulencias económicas que agitan el fantasma de una crisis en China.
Basta recordar el impacto que tuvieron los episodios del mes pasado como ser la devaluación del Yuan y las fuertes caídas bursátiles que le siguieron. Dicho contexto es una alarma para los inversores de todo el mundo que temen que las autoridades del gobierno Chino carezcan de la pericia necesaria para llevar al país a la senda del crecimiento.
China no registraba una baja de este calibre en sus cifras de crecimiento desde el año 2009 en el cual su economía llegó a caer hasta el 6.2% y los temores por una crisis económica más grande invadieron los mercados mundiales.
Por otro lado el país cumula catorce meses de caída en los precios al productor. Incluso el IPC estimado del 1.8% para este mes fue cercano al 1.6% confirmando una tendencia deflacionaria y sumando presiones a la economía China.
Estos índices señalan que hay una desaceleración de la economía China, pero no alcanzan por sí solos para hablar de “crisis”. Hoy por hoy, la economía del país asiático es la segunda al nivel mundial y sostiene estos índices de crecimiento desde hace más de diez años. Sin embargo cualquier variación, genera incertidumbre y la incertidumbre genera miedo en los inversores.
Los ojos del mundo se posan en China porque es el principal destino de muchas exportaciones, así como también es el centro manufacturero del mundo. Cualquier cambio por más mínimo que sea, en este contexto de integración industrial de escala mundial, puede afectar a muchas economías y no precisamente menores.