Se vio acorralado por todos lados y como uno de los actos finales quiso entrar nada más y nada menos que a la bóveda que su corredora tenía en el edificio. “Para pagar las imposiciones de su personal”, dice la versión de Ariel Guelfenstein, gerente general de la Bolsa de Valparaíso. La entrada fue negada, pero salió del edificios cargado de computadores y papeles, según otra de las versiones que recoge hoy el diario La Tercera.
El 3 de noviembre de 2016 la sección de economía de El Mercurio incluía una noticia sobre Carlos Marín Orrego, hombre clave en las transacciones bursátiles de la V Región, que estuvo al mando de la Bolsa de Valparaíso por más de 30 años. El titular se leía en grande: “Emblemática corredora de bolsa de Valparaíso anuncia cierre”. En el artículo se contaba que la desaparición de la firma de Marín evidenciaba el declive del negocio bursátil a nivel nacional, en este caso, el del empresario, con pérdidas que superaban los US$95,2 millones.
Solo unos días después la prensa comenzó a hablar de fraude, y hoy se supo que un día posterior a esa noticia, el 4 de noviembre –fecha en que renunció–, declaró ante los otros directores de la Bolsa que se encontraba en una quiebra total, sin dinero ni siquiera para comer.
Ahí mismo les suplicó que no lo denunciaran. Sospecharon, los directores, que Marín estaba jugando el papel de víctima, por lo que siguieron con el paso siguiente: la denuncia.
Prófugo
“Son unos traidores”, cuenta Guelfenstein que les dijo Marín el día después de la confesión, cuando se enteró de que lo habían denunciado. Ahí viene la escena del intento por entrar a la bóveda de su corredora. Y luego escapa. Se fuga, queda prófugo de la justicia. La Tercera recoge también el testimonio del conserje que trabaja en el edificio de Marín. “Los primeros días llamaba a eso de las 22 horas al teléfono de la conserjería, con la finalidad de conversar con su esposa Caroline y su hija Josefa”.
Diez días antes de que terminara el año 2016 fue detenido en el hospital Carlos Van Buren. Estaba ahí por problemas coronarios. Actualmente se encuentra en un recinto penitenciario de Valparaíso, a la espera de que comience su juicio por apropiación indebida, captación ilegal de dinero y estafa.
La gran estafa
Carlos Marín Orrego tenía una corredora de bolsa que llevaba su mismo nombre. Ofrecía depósitos a plazo puestos en el Banco Internacional, junto con una tasa de interés inédita para este tipo de jugadas bursátiles. Como señala La Tercera hoy, ese dinero nunca llegó a las arcas del Internacional. El mismo banco hizo la denuncia correspondiente.
Más de 70 clientes que perdieron su dinero reclaman hoy por la supuesta estafa, que habría llenado los bolsillos de Marín con más de $1.500 millones.