El Fondo Monetario Internacional (FMI) bajó nuevamente las proyecciones de crecimiento para el año en curso desde un 2,5 a un 2,3 por ciento, en tanto el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, estimó ayer que la tasa de expansión del PIB llegaría a 2,7 por ciento. En todos estos casos, la tendencia es a una disminución del ritmo de crecimiento de la economía, la que está fuertemente afectada por la caída de los precios de los recursos naturales.
Este proceso de contracción está en línea directa con la baja persistente en el precio del cobre, el que ha pasado desde un techo promedio de cuatro dólares la libre el 2011 a sólo 2,3 en la actualidad. Esta tendencia es posible que continúe y toque niveles anteriores a la década pasada. Hay que recordar que los actuales valores corresponden a un súper ciclo de precios altos, el que no había tenido antecedentes en toda la historia. Una mirada hacia atrás nos permite ver precios anuales promedio durante los primeros años de la década pasada de apenas 80 centavos de dólar.
El mercado y muchos analistas prevén que este proceso de descenso se mantendrá y acelerará. En el mercado ya se trabaja con un crecimiento anual del PIB para el 2015 de menos de un dos por ciento (similar al año pasado) en tanto desde otros sectores se levantan hasta voces de recesión.
Esta semana el Banco Central de Chile publicó su IMACEC de agosto, con un escaso crecimiento del 1,1 por ciento, cifra que es consecuencia de la caída de la minería y, lo que es más sorpresivo, del comercio. Estos datos pueden interpretarse como una clara señal sobre la dirección que tiene la economía chilena.
La debilidad adicional en los precios de los metales se estima que restringirá la recuperación en el crecimiento de Chile y Perú, agregó el FMI al dar a conocer su informe Perspectivas de la Economía Mundial.
El organismo agregó que «en los países exportadores de materias primas con regímenes de tipo de cambio flexible, la depreciación de la moneda puede ayudar a compensar el impacto de las pérdidas de los términos de intercambio en la demanda, aunque en algunos casos las fuertes variaciones del tipo de cambio pueden exacerbar la vulnerabilidad asociada a un elevado apalancamiento empresarial y la exposición en moneda extranjera».
Para Chile y los otros países latinoamericanos hay básicamente dos grandes factores que están complicando sus economías. La primera es la focalización de sus exportaciones en Asia y, concretamente, en China, cuya economía está en franca desaceleración y con altas probabilidades de entrar en el corto plazo en recesión. La caída de la demanda china de materias primas ha provocado la caída de sus precios.
El otro factor es la inminente alza de las tasas de interés en Estados Unidos. La especulación en torno a esta alza ha provocado una fuerte devaluación de las divisas latinoamericanas.