Hacia finales de febrero, el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs inició sus operaciones en Chile con un capital de modestos 289 millones de pesos. La noticia, pese a la buena recepción que le dio la prensa financiera local, refrescó la memoria de no pocos lectores: Goldman Sachs no sólo es uno de los mayores bancos de inversión del mundo, sino que fue uno de los causantes del desastre financiero de Estados Unidos en 2008.
El estado actual de la economía mundial no es ajeno a las corruptas y oscuras operaciones de esta institución.
Goldman Sachs ya realizaba actividades en Chile desde su filial en Buenos Aires. Pero es comprensible el paso que ha dado al cruzar la cordillera. Bajo la tramoya de los negocios globalizados en el marco del neoliberalismo a ultranza, Chile, pese a ser un mercado pequeño, lleva la delantera en América Latina. Las declaraciones del gerente de la firma para sus operaciones en la región, reproducidas por la prensa especializada, corroboran esta afirmación: “La banca de inversión puede desempeñarse muy bien en Chile, lo mismo que la colocación de acciones y gestión de riqueza privada. Pero lo más interesante es que en los últimos años hemos visto al capital chileno jugar un papel mucho más prominente, en cuanto a financiamiento, en Latinoamérica”.
Vale recordar a este protagonista del desastre financiero de 2008. Como banco de inversión, tiene un verdadero prontuario y no sólo en la crisis de las subprimes, sino también como detonador de la crisis griega, que en estos momentos tiene a buena parte de Europa pendiendo de un hilo. Un documental titulado Inside Job (Trabajo Confidencial, completo en Youtube) desenreda la pringosa maraña entre el poder político y financiero: a cargo del Departamento del Tesoro de Estados Unidos estaban altos ejecutivos de Goldman Sachs, que iban y venían desde los salones de la Casa Blanca a las oficinas financieras. Así se ha manejado la economía mundial durante las últimas décadas. El documental narra que Ronald Reagan nombró secretario del Tesoro a Donald Regan, ex director general de Merrill Lynch, en tanto pocos años después, durante la administración de Bill Clinton, en ese mismo cargo le sucedió Robert Rubin, que venía de Goldman Sachs. Tras su paso por el gobierno, regresó al sector financiero, esta vez a Citigroup. Una verdadera puerta giratoria del oro y los millones.
El caso más reciente, y por cierto más escandaloso, es el de Henry Paulson, ex presidente de Goldman Sachs y más tarde secretario del Tesoro de Bush. En medio de la catástrofe y durante la administración de Obama, el Congreso de Estados Unidos evacuó un informe sobre los responsables de la crisis. Entre bancos y otras agencias, Goldman Sachs aparece con papel protagónico. Esta firma, dice, “especialmente bajo la presidencia de Henry Paulson (poco antes de ser nombrado por Bush) mitigó los efectos de la caída del mercado de las subprimes” potenciando la creación y difusión de productos tóxicos, con la complicidad de las agencias de calificación. Como resultado de estas operaciones, la economía estadounidense expresa hoy todo el contraste neoliberal, con un aumento histórico de la pobreza y concentración de la riqueza.
En suma, el 16 de abril de 2010 la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos acusó a Goldman Sachs de fraude por las hipotecas subprime. Se trata de una información pública. Hasta Wikipedia lo corrobora: “La Comisión considera que están en el centro del fraude Fabrice Tourre, vicepresidente de Goldman, y señala también a Paulson, gestor principal del fondo de inversión libre (hedge fund) Paulson&Co. Se considera a Goldman Sachs uno de los actores principales en el ocultamiento del déficit de la deuda griega”.
¿Qué interés puede tener este banco en Chile? Mucho. Bien sabemos que éste es el paraíso de la desregulación financiera, lo que significa que los flujos de capitales entran y salen como Pedro por su casa. Pero no solo es la utopía del mercado hecha realidad, también es hoy un paraíso para tahúres y especuladores financieros, el combustible actual del fuerte crecimiento en el consumo y la economía, el que debiera, como en buen año electoral, prolongarse por lo menos hasta noviembre.
La máquina financiera está que arde, fenómeno celebrado por el empresariado, el consumidor y, cómo no, por el gobierno. Un proceso febril que poco tiene que ver con el cauteloso y también angustioso paso del capitalismo mundial, en franco deterioro. Hay flujos especulativos que ingresan a hacer sus negocios en la Bolsa, en la construcción, en el mercado cambiario en un proceso complejo y riesgoso -una clásica burbuja especulativa- que tiene ya las características de un casino financiero, el escenario perfecto para Goldman Sachs.
Por Paul Walder